jueves, 9 de febrero de 2017

MODISTILLAS. Autor : Diego Lasala Gerique.


Dedicado a las mujeres que conoci, en cierto taller de modistillas de Hijar, que cariñosamente llamare diablillos, que esto si lo eran.

En la Carretera Samper, en una hermosa vivienda con dos entradas, la principal y la otra por el jardín de la casa, era una casa de una sola planta, propiedad de mi Tío Roque, hermano de mi abuelo Pascual, padre de mi madre, con lo cual era mi tío, así como sus dos hijas Pilar y Conchita ambas solteras, primas hermanas de mi madre, y tías mias, aunque las he tratado como tal, ni a Pilar la mayor, ni a Conchita la profesora y quizás complice de los diablillos, era un precioso taller de modistillas y de diablillos.

A este taller debido a la correspondencia que tenia me tocaba ir muchos días, mientras me atendía Conchita y yo a ella, siempre había una frase por el aire, a la que yo nunca hacia caso y si contestaba, más bien era para tomar el pelo a las que me lo querían tomar a mi, debo decir que la casa tenia dos amplias ventanas, por la una se veía la Carretera Samper, por la otra la Plazade San Blas, así que las señoritas ( por una sola vez ) veian todo el que llegaba a la casa.

Llegado el 28 de diciembre, los Inocentes día propio para bromas y en aquellos años, día de frio y de hielos y a veces de nieve, como todos los días saque las cartas del buzón de correos para proceder a su matasello y darles el curso debido, casualidad, para Conchita Gerique Mallor, salieron tantas cartas como diablillos tenia en el taller, enseguida recelé, no fui temeroso, pero sabia que algo querían hacerme a mi, con tanta carta me obligaban a visitar el taller, pero si ellas eran unos diablillos que nunca podían conmigo, es porque Dios que nos da la vida y la muerte, en muchas ocasiones alumbraba mi mente con la presencia en esta del Espiritu Santo.  Llegué al numero 1 , de la Carretera Samper, que alegría tendrían las muchachas, mi Tio Roque se encontraba con la puerta abierta a la entrada del jardín, como era poco lo que veía a él y a Pilar, lo salude y le dije tío ya que esta Ud aquí entro por esta puerta al taller, así hice, cruzo el jardín todo recto y al taller por la principal nada más entrar a la izquierda, para entrar había un pequeño escalon, entro tranquilo a la luz del día, ya vi la encerrona, debajo de la puerta principal, hasta la puerta del taller estaba toda llena de fuentes y grandes platos a rebosar de agua, de tal forma colocados, que al pisar dentro y verlos quisiera o no quisiera hubiese tenido que echar el pie en uno o en otro, les salio mal la broma, entre por la puerta trasera, abri la puerta del taller, salude con mucha amabilidad y tranquilidad y tanto profesora como diablillos avergonzados sin levantar cabeza, no nombre los platos y las fuentes, como si no hubiera visto nada, ni Conchita tampoco, termine con mi trabajo y al despedirme y decirles adiós, les pregunte con mucha amabilidad, ¿ Porque puerta salgo ?, fue la puntilla para todas, se les cambio el color, se pusieron blancas y temblorosas, ya que la inocentada se les volvió hacia ellas y yo sin nombrar nada las castigue inocentemente.  Trabajo para colocar lo bien colocado que estaba todo puesto y cubierto para que al entrar desde lo alto, en un objeto u otro tenia que pisar, aunque quisiera salvarlos, trabajo para recoger todo y yo el inocentado me fui tan tranquilo repartiendo.

Diego Lasala Gerique.

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