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Tiempo de fresones, violetas, lirios y calas.
Primavera. Recuerdos. Infancia. Padres. Casi todo nos devuelve a la infancia.
Fresones: Viene a mi mente el recordado tio Pilatos, que tenía un bancal pequeño, al final de los nuestros en la Leana. Llegaba cada día con su burrica, y cuidaba como oro en paño todo lo que cultivaba. Por este tiempo, sus fresones rojos asomaban la cara entre las hojas, como si nos estuvieran provocando. Y se producía una lucha interna entre la honradez y el deseo. Confieso que a veces vencía este último y entrábamos con mucho cuidado al riego para arrancar el fruto prohibido. Supongo que el hombre los tenía más que contados, porque siempre le faltaban, justo, los que nos habíamos comido nosotras. Sesenta años después, cuando muerdo un fresón, no puedo dejar de acordarme de aquel hombre menudo al que queríamos como a uno más de la familia. Supongo que, al estar en el cielo, nos habrá perdonado.
Violetas: La abuela Agustina destinaba un corrico pequeño (en la torre de La Fuente), para sembrar violetas amarillas. Tenían un olor especial, y ella las utilizaba para llenar la casa de pequeños ramilletes que lo impregnaban todo. En la sencillez de esa flor, sigo viendo la grandeza de una mujer que, por encima de todo, era buena.
Lirios: A la abuela Luisa le encantaban los lirios morados (como la túnica del Nazareno) que crecían en la orilla de un bancal de la Vega; y los claveles chinos, y los geranios. Le gustaba también el olor al jabón Heno de Pravia, y siempre tenía pastillas colocadas entre las sábanas y la ropa de la cómoda. Por eso daba gusto abrazarla y sentir el aroma.¡Otra mujer grande!
Calas: En mi recuerdo también el esplendor de esta inmaculada planta. Erguida, majestuosa y pura, ninguna luce como ella para custodiar el Monumento de Jueves Santo, o cuando impone su presencia ante las puertas y cantones del pueblo.
En definitiva, tiempo inestable, cercano a la Semana Santa, que vuelve cada año agitando túnicas y recuerdos. Porque la vida es como una rueda que nos mueve, pero no se detiene. Y ahora nos pasa por este momento de fresones, violetas, lirios y calas. (Las flores hacen compañía)
MARZO también de PADRES Y ABUELOS: figuras de referencia y autoridad para todos. Hombres recios, buenos, trabajadores, acostumbradas a solinas y vientos. ¡Cuánto se les echa en falta! Aprovechamos este día 19 para felicitarlos a los de cielos y tierra. Y, de paso, a Josés y Josefas. ¡Feliz día!
Teresa Rubira Lorén
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