domingo, 19 de mayo de 2024

LA ENCICLOPEDIA ÁLVAREZ (Segunda parte). Autora : Teresa Rubira Loren .





Y con ella crecimos… Y con ella fueron pasando nuestros días de escuela ¿quién no los recuerda?  La vida se presentaba con escenarios más amplios cada vez que cumplíamos años… Aquel segundo hogar, el colegio de las monjas, formaba parte de nuestro gran mundo. Y creíamos a pies juntillas todo cuanto íbamos aprendiendo entre las páginas de una enciclopedia que contenía información, más que extensa, para nuestras cortas edades.

Las clases eran bien surtidas. Sobre un trozo amarillento de libreta, con trazos puntiagudos, todavía puedo leer el programa semanal que me preparé, como si tuviera miedo de olvidalo. Lunes: Religión, Lengua, Biografía. Martes: Historia Sagrada, Aritmética, Geografía. Miércoles: Aritmética, Geometría, Ciencias. Jueves: Formación Político Social, Formación Familiar y Social. Viernes: Conmemoraciones, Biografía. Sábado: Geografía. Y me sorprende lo del sábado, porque en mi memoria se ha borrado el recuerdo de que también hubiera clase ese día…

Hoy, cuando el pelirrojo de mi pelo ha dado paso al color pajizo del rastrojo, acaricio estas páginas tantas veces leídas y estudiadas, y la infancia se me antoja cercana. No puedo, ni quiero evitar que me invada aquella sensación  de seguridad que daba, tener el mundo entre tus manos, las amigas a tu alrededor, y la familia como una capica de cebolla que te protege.

Voy rememorando…

El Arcángel San Miguel arrojó a Lucifer a los infiernos… La imagen es clara, el demonio vencido por la lanza, ya que el bien siempre triunfa sobre el mal. Y, aunque a veces no lo parezca en este mundo nuestro, yo se lo voy a enseñar así a mi nieto.

Lo que no podré explicarle tan fácilmente, es eso de que “todos tenemos un ángel que nos guarda y protege”, cuando él vea cómo se nos mueren tantos niños, víctimas del hambre y las guerras… Tendré que aclararme primero las ideas para poder darle razones que tengan algún sentido.

Pero sí le hablaré mucho de la moral y la conciencia, de la honradez y la generosidad, de la justicia y el respeto, del amor a los demás, a la naturaleza, al mundo entero… Todo eso está muy bien puesto en las primeras páginas. Y, aunque no lo estuviera, ya se encargaron nuestros padres (y sin inciclopedias), de dejarlo claro como el agua. ¡Qué grandes me han parecido siempre nuestros padres y abuelos! 

Hay otros consejos que, aunque son buenos, hoy están difíciles: “Trabaja, joven; sin cesar, trabaja”. “El pan que da el trabajo es más sabroso” “Más si del ocio ruedas al abismo, todo serlo podrás, menos tú mismo”. Profundo profundo… En la página 43 está.

Sobre la creación del mundo, mejor no me meteré en esos berejenales, porque aquí nada dice del Big Bang ese. Y tampoco entraré en lo de Eva y la manzana, pues no creo que la mujer sea siempre la que hace pecar al hombre… Lo que si me creo es lo de las envidias y rencores, (representados por Caín y Abel en la página 53). ¿Y qué decir del Diluvio Universal? ¡Esa historia se ha perpetuado! Hasta los jugueteros han hecho un arca con animalicos, y se ha compuesto una canción muy pegadiza para niños, que dice: “Un día Noé a la selva fue…”

Con lo de Abraham, quizá se pasaron un poco. ¿Qué Dios mandaría sacrificar a un hijo, si solo  de pensar en que les pueda pasar algo malo se nos ponen a todos los pelos de punta?

No hablemos de Esaú y Jacob con los derechos de primogenitura, porque entraríamos en el tema de las herencias… Ufff, calla, calla. Vamos a pasar a otras materias…

           Lo que sí me gusta, y mucho, es la historia de la caída del maná. Eso de que algún Dios envíe comida desde el cielo para que todo el mundo tenga con qué alimentarse…

¡Madre mía!, acabo de llegar a la página 74 donde hay un mapa de Israel, Palestina, el cautiverio… La cosa se ha puesto bien trágica desde entonces… ¡Malditas guerras que nos destruyen! ¡Malditas guerras en cualquier lugar del mundo!

Vayamos a materias más agradables. En la página 82 y siguientes, habla del Nacimiento. ¡Y a mí me encantan las Navidades! Eso de juntarse la familia, disfrutar de los que viven fuera y regresan en esas fechas, el cariño, el gozo de abrazarse… ¡Me gusta mucho!

Y pasamos a la Gramática, que me encanta. El uso de las letras, las palabras, los versos, los autores, El Quijote… Y encuentro un precioso poema de Andrade, que siempre me ha emocionado y que pondremos al pie este artículo… 

Para no hacerlo más largo, y puesto que nos quedan muchas asignaturas por dar, me permitirán que haya otra parte, y otra más si se tercia. Porque nos faltan los triángulos y las circunferencias, la Prehistoria, los Reyes, las conquistas,  las plantas, los santos, los ríos de España, los animales y las plantas… Ufff, como podrán ver, no solo había recreos ¡Vaya trote de materia que nos daban las monjicas!

Acabo con un fragmento de la página 598, en el que habla de cómo las personas necesitamos  agruparnos, tener familia, amigos, casa, pueblo, ciudad…  “Debemos tener muy en cuenta que, dentro de nuestro pueblo, barrio o ciudad, cada uno somos, o seremos, como una pieza de una máquina humana. Nuestra colaboración es necesaria para que la máquina funcione, produciendo felicidad y prosperidad para todos. Por lo tanto, cumplamos con nuestro deber, sin perturbar jamás el trabajo o misión de los demás”

¡Viva el señor Álvarez! 

Hasta la semana que viene. Gracias por aguantarme.




POEMA DE Olegario Víctor Andrade 1.841

El consejo maternal


Ven acá, me dijo dulcemente

mi madre cierto día.

(Aún parece que escucho en el ambiente

su dulce melodía).

Ven y dime qué causas tan extrañas

te arrancan esa lágrima, hijo mío,

que cuelga de tus trémulas pestañas

como gota cuajada de rocío.

Tú tienes una pena, y me la ocultas;

¿No sabes que la madre más sencilla

sabe leer en el alma de sus hijos

como tú en la cartilla?

¿Quieres que te adivine lo que sientes?

Ven acá, pilluelo,

que con un par de besos en la frente

disiparé las nubes de tu cielo.

Yo prorrumpí a llorar. Nada le dije.

La causa de mis lágrimas ignoro.

Pero de vez en cuando se me oprime

el corazón, y lloro!

Ella inclinó la frente pensativa,

se turbó su pupila,

y enjugando sus ojos y los míos,

me dijo más tranquila:

“Llama siempre a tu madre cuando sufras,

que vendrá muerta o viva;

Si está en el mundo, a compartir tus penas;

y si no, a consolarte desde arriba.

Y lo hago así cuando la suerte ruda,

como hoy, perturba de mi hogar la calma;

invoco el nombre de mi madre amada,

y entonces siento que se me ensancha el alma!



Autora :  Teresa Rubira Loren .


2 comentarios:

  1. Teresa, muchas gracias por todas las cositas que compartes con nosotros, es un placer leerte.

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  2. Como siempre prima, me gusta el Consejo Maternal, y con tú destreza en la escritura me llega todo al corazón.

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