Día cinco de Enero de mil novecientos cincuenta y seis. Antes de irnos a la cama, estuvimos junto al fuego rallando panizo, mucho panizo para que los camellos comieran. También les pusimos agua. ¡Venían de tan lejos!
La verdad es que siempre pensaba que cómo podían acudir a tantos lugares en una sola noche. Pero, claro, ¡eran magos!
Yo tenía seis años y mi hermana tres. Les habíamos pedido una muñeca, una cartera para el cole y una caja de pinturas Alpino. ¡Quizá demasiado!
Nos fuimos a la cama muy nerviosas, intentando dormir, una y otra vez. De pronto, el trote de los camellos se escuchó tan claro, que no había lugar a dudas, ¡eran ellos! ¡Hay que cerrar los ojos!, le dije en modo orden.
No sé qué pudo pasarme pero, cuando los volví a abrir, a los pies de la cama de nuestra habitación, había dos sillas cubiertas con una sábana inmaculada. Encima, las deseadas muñecas vestidas de fiesta, las carteras, las pinturas, y dos cajicas de peladillas. ¡El maíz había desaparecido, y el agua también!
Ahora, que ya tengo edad de nietos, lo recuerdo con absoluta nitidez ( aunque nunca conté mi sospecha de que las muñecas eran las mismas siempre, con vestidos nuevos que les hacía mi madre), pero les agradeceré de por vida, mirando al cielo, el esfuerzo que hacían por conseguir, año tras año, a pesar de sus grandes dificultades, que nuestras cartas llegaran a su destino, para que se cumpliera la mejor y mayor ilusión de aquella infancia, en la que todo escaseaba. Por eso, no me cansaré de repetir: ¡Dejemos soñar a los niños! Es algo que recordarán toda la vida.
¡Suerte a todos para el día seis! Y, sobre todo, PAZ, mucha para el mundo.
Teresa Rubira Lorén
Buenos reyes paa todos y para tu Teresica.
ResponderEliminarLo mismo digo. ¡Qué recuerdos más buenos de mi torre, de mi pueblo y de mi gente!
ResponderEliminarPrima, siempre tus recuerdos a mi también me hacen retroceder.
ResponderEliminarPor desgracia no todos tienen la paz, ya lo decía la abuela guerras haya y no las veas, ahora las vemos, en televisión, aunque no las sufrimos , sufrimos viéndolas.