Don Florencio Jardiel Dobato, nacio en Hijar en el año 1844 , y fallecio en Zaragoza en 1931. Sacerdote, canónigo, predicador y capellán real, historiador, académico de Bellas Artes en San Luis de Zaragoza.
Cursó Filosofía, Teología y Derecho Canónico en el seminario conciliar de San Valero y San Braulio, de Zaragoza. En estas dos últimas facultades, obtuvo los grados de bachiller, licenciado y doctor, en 1864, en el seminario central de Toledo. Ordenado sacerdote el 19 de noviembre de 1868, fue destinado al seminario sacerdotal de San Carlos Borromeo, de Zaragoza, donde permaneció doce años, como director y dedicado a confesar, predicar y dar misiones en los pueblos de la archidiócesis cesaraugustana.
En 1880 se posesionó de un beneficio en la parroquia de San Miguel de los Navarros, disfrutándolo hasta 1885, en cuya fecha tomó posesión de una canonjía en la catedral metropolitana para la que había sido nombrado el 4 de junio por el cardenal Benavides. Más tarde, fue promovido a la dignidad de tesorero, luego a la de arcipreste del Pilar y en 1906, a la de deán.
No salió nunca de Zaragoza y en esta ciudad desempeñó todos los ministerios que le fueron confiados desde el principio de su carrera sacerdotal: director de la Asociación Teresiana, de la Pía Unión de San Antonio, de la Asociación de Señoras de la Vela y Oración ante el Santísimo Sacramento, de la Conferencia de Señoras de San José, de la Congregación de Siervas Seglares del Santo Hospital de Nuestra Señora de Gracia, de la Asociación de Señoras para la visita domiciliaria y de la Escuela Dominical de Nuestra Señora del Pilar.
Fue secretario del Segundo Congreso Católico Nacional, promotor en el Concilio Provincial, celebrado en Zaragoza en 1908 por el arzobispo Juan Soldevilla Romero; decano de la Facultad de Derecho en el seminario pontificio cesaraugustano; fiscal de la diócesis, examinador sinodal, y, alguna vez, en ausencia del mencionado arzobispo, gobernador eclesiástico.
El rey Alfonso XII le nombró su predicador y capellán de honor en 1883, y el mismo cargo de capellán desempeñó durante muchos años en la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza. Fue durante treinta años director-presidente de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (en la que fue elegido socio el 7 de diciembre de 1883), presidente del Patronato Aznares desde su constitución y, además, vocal de la Junta Provincial de Instrucción Pública, de la Comisión Provincial de Fomento, de la comisión que entendía en la publicación de los Cronistas Aragoneses, de la Comisión provincial de Monumentos y del Patronato de Museos.
La Real Academia de Bellas Artes de San Luis, de Zaragoza, le nombró académico de número en 1898, siendo, asimismo, socio correspondiente de la Real de Bellas Artes de San Fernando y de la sevillana de Buenas Letras; socio de mérito del Ateneo de Zaragoza, de las Sociedades Económicas Matritense, Barcelonesa, Compostelana, Reusense y otras. Le fueron concedidas las siguientes distinciones: caballero Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII, caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Americana de Isabel la Católica, Medalla de Oro del Centenario de los Sitios, Medalla de Oro de la ciudad de Zaragoza y Medalla de Plata de Alfonso XIII.
Fue enterrado en su pueblo natal y su sepultura fue profanada en 1936.
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