jueves, 24 de marzo de 2022

De Ucrania a Híjar: «Nuestras ciudades están arrasadas, salimos con una mochila y aquí la gente nos lo ha dado todo… y mucho cariño»..Autora : Beatriz Severino .

                    Katia y su hija Cristina; Irina y sus hijos Tamila y Tima; y Valentina haciendo reír a su nieta Solomiya que mira a su madre Karina, sentada junto al alcalde, Luis Carlos Marquesán. / B. Severino

(  Katia y su hija Cristina; Irina y sus hijos Tamila y Tima; y Valentina haciendo reír a su nieta Solomiya que mira a su madre Karina, sentada junto al alcalde, Luis Carlos Marquesán. / B. Severino)

 

 

TESTIMONIO. A Híjar han llegado dos grupos de personas, el primero lo componen cuatro mujeres y cuatro menores procedentes de Irpín y Borodyanka, en la provincia de Kiev

En Híjar han encontrado 13 personas la seguridad que buscaban cuando tuvieron que salir corriendo de su casa en Ucrania. Han llegado en dos grupos, el segundo, formado por cinco personas, llegó la tarde del martes. El primero lo hizo unos días antes y está compuesto por ocho integrantes: cuatro mujeres y cuatro menores. Pertenecen a tres núcleos familiares que se han fundido en uno cuando se conocieron en Polonia desde donde iniciaron viaje.

Valentina, de 48 años, ha hecho el camino con su nuera Karina (23) y su nieta e hija de esta, Solomiya, una pequeña de solo 9 meses. Irina, de 37 años, ha viajado con sus hijos Tamila y Tima de 10 y 13 años respectivamente; y Katia, de 41, no suelta la mano de su hija Cristina de 12 años. Proceden de la provincia de Kiev, una parte del grupo es de Borodyanka, una población de unos 15.000 habitantes situada a unos 80 kilómetros de la capital, y el resto de Irpín, donde la agónica evacuación de civiles entre puentes destruidos dio la vuelta al mundo a través de los medios de comunicación. «Decidimos salir cuando comenzaron a caer bombas y nos quedamos sin casa, nos fuimos para salvar a los niños», dicen unas y asiente el resto porque no personalizan el relato en ninguna de ellas, ya que es común. Los hombres se han quedado allí. Son sus parejas, padres, hijos y abuelos. «No están allí viviendo… Están en la guerra», apuntan. Desde Híjar siguen las noticias. «A todas horas», dicen. No sueltan el teléfono móvil, su única conexión con quienes se han tenido que quedar, y no siempre consiguen establecer comunicación al día.

Han visto cómo sus lugares de origen «están arrasados, no hay nada», por lo que pensar en un regreso implica una reconstrucción de las ciudades en las que han nacido. «En ellas tenemos familia, amigos y toda nuestra vida pero aunque terminase la guerra ahora mismo, no hay seguridad», lamentan. Además de la destrucción y las minas, hay comarcas en las que no hay balas ni bombas pero están bajo control ruso. «Cuando sea seguro sí que nos gustaría regresar y que los niños crezcan allí», dicen y lanzan un «ojalá» en un suspiro común.

Solo la pequeña Solomiya es capaz de arrancar una sonrisa en medio de esta conversación. Ella responde con su risa a la mínima carantoña o mirada que le dedica cualquiera de las personas que le rodean, sea ucraniana o hijarana, y recordar su llegada a Híjar también les hace cambiar el gesto y relajar la tensión. «La gente es muy buena, nos saluda y nos sonríe mucho y eso en las grandes ciudades no pasa pero en los pueblos sí», celebran todas. «Nos están ayudando mucho en todo. Tenemos un techo porque vinimos con una mochila con cuatro cosas que pudimos coger de casa y lo demás nos lo han dado todo… y también mucho cariño», añaden.

Después de más de una semana en el pueblo dicen que las calles estrechas y la arquitectura les recuerda un poco a su tierra, a ciudades históricas como Leópolis. Mientras, intentan organizar su vida y esta semana ya tenían cita para poner en regla la documentación con el fin de escolarizar a los menores y ellas poder trabajar como hacían en su país. Allí, una de ellas trabajaba como comercial y tiene dos titulaciones (restauración y como gerente de ventas), otra era teleoperadora de correos y otra administrativa aunque todas tienen experiencia en «muchos sectores». Algunas han trabajado con niños, como dependientas, han sido cocineras… «Estamos abiertas a aprender y a buscarnos la vida», aseguran mientras hacen de tripas corazón. «Estamos rezando para que esto acabe y que nuestros familiares y amigos estén todos bien… Que estén vivos. Solo pensamos en reunirnos con ellos… Son muchas emociones ahora mismo», dice Irina mientras hace el gesto del abrazo.

El motivo de que sea Híjar

Que la conversación sea fluida es posible gracias a Alina, una vecina de Híjar de origen ucraniano que se ha brindado a ayudar con las traducciones que cuando ella no está suple el traductor del móvil. Ya ha ayudado con familias que han llegado también a Urrea y a Escatrón. «Yo por mi parte tengo familia allí pero están en una zona más tranquila, aunque una tía sí que ha tenido que salir. Vamos siguiendo las noticias mientras intentamos ayudar a los que llegan», dice.

Ella es una de las personas que está ayudando en este proceso de acogida que en Híjar se planteó hace un par de semanas. Una vecina que tuvo en acogida hace años a un niño ucraniano contactó con el Ayuntamiento, ya que la hermana de este vive en Zaragoza y trabaja en el Grupo Sesé. Cuando la empresa envió ayuda y organizó un bus para traer a allegados de sus empleados, la vecina pensó en el pueblo. «Nos pidió ayuda, nosotros vimos la disponibilidad de viviendas y su estado y en un primer momento hemos conseguido dos que nos han cedido los propietarias por un año», dice el alcalde, Luis Carlos Marquesán.

Durante ese tiempo, el ayuntamiento correrá con los gastos de mantenimiento y esperan que apoye la Comarca del Bajo Martín a través de Servicios Sociales. «Ante la situación, teníamos que ponernos a buscar la manera de echar una mano y creo que la Comarca debería tener en cuenta esta realidad y habilitar ayudas especiales para estas familias que están llegando a Híjar y a otros pueblos», añade. «Además, es que hay mucha gente del pueblo que está pendiente trayendo alimentación, ropa y dedicando muchos recursos para ayudar a estas personas que están desplazadas de sus familias y echando de menos a los que han dejado en la guerra. No tienen información al momento y la preocupación es grande», concluye.

Híjar se suma así a localidades como Urrea de Gaén, Maella o Utrillas que ya han acogido a personas procedentes de Ucrania. También han enviado ayuda fuera, más concretamente a Polonia, y lo hicieron junto a Albalate, Vinaceite, Ariño y Urrea en una acción conjunta con la Fundación Sesé en colaboración con la Asociación Sonrisas. En Aragón, más de 1.300 personas han sido acogidas desde que comenzó la invasión en Ucrania.

 

Fuente :  www.lacomarca.net

 

3 comentarios:

  1. La comarca del bajo martin debe estar a la altura. Llevan años dando miles de euros a africanos que no huyen de ninguna guerra. Ahora los ucranianos son europeos y huyen de una guerra atroz.

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  2. Jesus Gómez Pina25 de marzo de 2022, 8:00

    Iniciativas como la que está llevando a cabo nuestro Ayuntamiento de Híjar es digno de reseñar y apoyar. La situación de todas estas familias que huyen de la guerra es demoledor y cuesta creer que pueda pasar en este mundo en el que vivimos. Pensamos que hemos avanzado en educación, respeto, libertad, democracia. Pero la realidad es otra bien distinta; todavía hay dirigentes que imponen por la fuerza todas sus ideas y su maldad frente a los otros.
    Quería hacer un llamamiento a todos los vecinos , Cáritas, Cruz Roja, Parroquia de nuestro pueblo para que se inicien acciones que hagan posible el regreso de más familias y que seamos ejemplo de apoyo y solidaridad frente a los que están sufriendo este desastre humano. Sería recomendable que desde el ayuntamiento aperture una cuenta donde se puedan hacer donativos bien en dinero, ropa etc y todo coordinado ayudemos a las familias que están y las que se puedan acoger. En los momentos dificiles, es cuando hay que arrimar todos el hombro de verdad cada uno en lo que pueda y coordinado. Así pues, reitero a que se pongan en marcha iniciativas como digo desde el ayuntamiento y las asociaciones que he mencionado para que la ayuda sea real y no nos quedemos con los brazos cruzados. Nuestro pueblo es generoso y con toda seguridad responderá a cuantas acciones se planteen. Hay que actuar rápido, o será demasiado tarde. Las colas humanas siguen huyendo de la guerra y necesitan nuestra solidaridad.

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    1. Comparto tu opinión Jesús, tenemos que arrimar el hombro en la medida que podamos cada uno.

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