En mi inocencia de niña
pervive aún el recuerdo
de una senda, y una ermita
donde encontrar un lucero.
Y transcurriendo la vida
sigo buscando el reguero
que dejaban nuestros pasos
en la tierra que venero.
Caminos tan aprendidos
entre tomillo y romero,
felizmente recorridos
con hijos, padres, y abuelos.
¡Cuánta grandeza, Señora,
brilla siempre en el sendero
que lleva a tu escapulario
como Virgen del Carmelo!
También extiendes las manos
sobre espumas y veleros
adornando romerías
de los pueblos marineros.
Hoy, se celebra tu día
en espíritu festero
y aquí nos tienes, postrados,
con el amor más sincero.
Apenas amanecía
el sol llegaba primero
cubriendo, fiel, esta cima
con sus brillos y destellos.
Y en Híjar, se despertaba
al eco de rosariero
para brindar a María,
de su garganta, un “te quiero”.
Aquí, alegrías o penas,
intenciones y requiebros
de la oración más ferviente
por los ausentes, o enfermos.
En tradición heredada
queda la fe y el anhelo
de ofrecer los corazones
en busca de tu consuelo.
¡Madre y Patrona bendita¡
¡Nuestro cobijo y modelo!
Protégenos con tu manto
y cúbrenos con tu velo.
Sé, faro, guía y refugio,
cuando el alma ya esté en vuelo.
Al despertar la mañana
hacia aquí vino tu pueblo
esperando, de la gracia,
tu bendición, y tu ejemplo.
Prendida vas de mi infancia.
Colgada vas, de mi pecho.
¡Cuanta grandeza respiro
en tu cabezo de cielo!
Autora : Teresa Rubira .
Genial...
ResponderEliminarConchita
Precioso. Cacho poetisa hay en ti ��
ResponderEliminarMuy bonita y con sentimiento
ResponderEliminarGracias teresa
Gracias. ¡Es que nuestra ermita es mucha ermita y nuestra Virgen del Carmen la que llevamos dentro desde niñ@s! Emoción siempre cuando subimos allí.
ResponderEliminarQue puedo decirte prima, hoy también la has bordado , me gusta mucho.
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