PRIMERA
PARTE
En
2015 tuve la suerte de realizar un inolvidable viaje por Israel, acompañado por
dos Historiadores y Arqueólogos, uno de los cuales es Profesor en la
Universidad de Jerusalén. De los muchos lugares que visitamos, recuerdo especialmente
una fortificación militar con su trinchera, actualmente abierta al público, en
los Altos del Golán, a escasos metros de la frontera con Siria, que fue escenario
de una importante batalla de tanques entre los ejércitos sirio e israelí en la
guerra del Yom Kippur, en 1973. También recuerdo el palacio de Herodes en el
nacimiento del río Jordán, las sorprendentes ruinas de las ciudades de Tell
Hazor, Bet Shean, Séphoris y Cesárea Marítima, y sobre todo la antigua
fortaleza de Masada, junto al Mar Muerto. No tengo miedo a exagerar si les digo
que éste es uno de los lugares turísticos más impresionantes del mundo. No se
lo pierdan, si tienen la oportunidad de viajar a Israel.
Lógicamente,
además de estos lugares que no tienen ninguna relación con los Evangelios, también
visitamos otros que sí que la tienen, como el lago Tiberíades (aquí dormimos en
un “Kibbutz” junto a otros visitantes judíos ortodoxos), Nazaret, Cafarnaúm, el
monte del Sermón de la Montaña, Magdala, Belén, etc. Pero dada la proximidad de
la Semana Santa, quiero describirles el aspecto actual de los lugares de
Jerusalén relativos a la Pasión de Cristo. No sin antes recordarles que también
es una Ciudad Santa para otras dos religiones: la judía y la musulmana, por lo
que también hay otros muchos monumentos de gran interés, aunque a cambio,
también hay frecuentes roces y altercados entre los fieles de una y otra
religión, que ocasionalmente pueden ser algo peligrosos.
En
los Evangelios, y también en otros documentos históricos de los primeros años
del siglo I, se menciona frecuentemente el enorme odio que sentían los judíos
por sus dominadores, los romanos. Odio que llegó a su culminación en el año 66 d.C.
(recordemos que J.C. había sido crucificado hacia el año 30), en el que se
produjo una sublevación general de toda Judea contra los romanos. El General
Vespasiano, que la iba a sofocar, inesperadamente fue nombrado Emperador, y
tuvo que volver a Roma, por lo que encargó a su hijo Tito que hiciese este
trabajo. Y lo cumplió a rajatabla, implacablemente. Arrasó Jerusalén, destruyó
su famoso Templo, y exterminó a los últimos judíos que aún resistían en la
fortaleza de Masada, que he mencionado antes. Expulsó a todos sus habitantes de
Jerusalén. Sólo se les permitía volver en la festividad de la Pascua,
exclusivamente para ir a llorar la destrucción de su Templo, al llamado “Muro
de las Lamentaciones”, costumbre que aún perdura hoy.
Por
si fuera poco, en el año 135 d.C. tuvo lugar otra sublevación. El Emperador
entonces reinante, Adriano, decidió que iba a acabar con las sublevaciones
judías “de una vez por todas”. No sólo volvió a arrasar Jerusalén hasta los
cimientos, sino que ordenó que se destruyeran y borraran todas sus calles
antiguas y se construyera sobre sus ruinas una ciudad con los planos de sus
calles y sus edificios totalmente nuevos. Hasta se le cambió de nombre, y en
adelante se llamó “Aelia Capitolina”. Bajo pena de crucifixión inmediata,
expulsó a los judíos de toda Palestina, que a partir de entonces se tuvieron
que diseminar por varios países del mundo, entre ellos España.
Así
permaneció Aelia Capitolina hasta el año 326, en el que Santa Elena, madre del
emperador romano Constantino I, que se había convertido al cristianismo, le
devolvió su antiguo nombre de Jerusalén,
y junto con el obispo San Macario se decidió a buscar los Santos Lugares, que pudo
localizar con la ayuda de varios milagros. Posteriormente, Jerusalén pasó a
manos de los bizantinos, de los árabes, de los cruzados, otra vez a manos
musulmanas, y fue conquistada por los turcos, que la dominaron hasta principios
del siglo XX. Fácilmente se deduce que a lo largo de su tan agitada historia sufrió
muchos asedios, incendios, destrucciones y reconstrucciones sucesivas, incluso
algún terremoto.
Creo
necesario haber comenzado por este breve resumen de la historia de la Ciudad de
Jerusalén por dos motivos: Primero, porque frecuentemente desconocen o no tienen
en cuenta muchos peregrinos, que con el paso de tantos siglos, el nivel del
suelo que pisaban sus habitantes en tiempos de J.C. se ha vuelto hoy
inaccesible, porque se ha ido elevando progresivamente tanto, que las calles actuales
de Jerusalén tienen bajo ellas una gruesa capa de ruinas, bloques de piedra
partidos, tejas rotas, cascotes, y toda clase de escombros, que son los restos
de edificaciones antiguas o muy antiguas, y cuya altura varía, pero es de
varios metros. De modo que hoy sólo quedan visibles, de aquella época, los
sitios muy elevados, como por ejemplo la cima del Monte Calvario o la tumba de
J.C, o bien aquellos que tienen una pendiente tan acusada que ha sido siempre
imposible edificar sobre ellos, como el Monte de los Olivos o el Huerto de
Getsemaní.
Y
el segundo motivo es recordar que Santa Elena encontró los Santos Lugares
basándose en ciertos milagros. No existiendo además ningún documento de esa
época (si exceptuamos los Evangelios) que nos hable de ellos, para los
historiadores esto no tiene ningún valor probatorio. Lo que no quiere decir que
sean necesariamente falsos, pero sí que su valor reside exclusivamente en la
tradición y en la fe de los creyentes. Desde un punto de vista exclusivamente
científico, no hay evidencia de su autenticidad.
He
dividido este artículo en tres partes. Me propongo describirles en ellas cómo
se ven hoy en día, y qué aspecto tienen, los siguientes Santos Lugares: El
Templo de Jerusalén, el Cenáculo, el Monte de los Olivos, el Huerto de
Getsemaní, La Vía Dolorosa y el monumento más sagrado de toda la Cristiandad:
El Templo del Santo Sepulcro, que contiene en su interior 3 sitios enblemáticos
para la Religión Cristiana: el Monte Calvario, la piedra en la que se depositó
el cuerpo de Cristo tras su descendimiento de la cruz, y su Sepulcro.
EL
TEMPLO DE JERUSALÉN.- Fue construido por el rey Salomón hacia el año 960 a.C.,
y destruido por los Babilonios en el 587 a.C. Lo reconstruyeron los judíos y lo
amplió hasta su tamaño actual el Rey Herodes el Grande en el año 19 a.C.
Consiste en una gran explanada, construida con enormes bloques de piedra, ya
que el terreno original era montañoso, muy abrupto y muy desigual. Dicha
explanada forma muy aproximadamente un rectángulo cuyos lados mayores (orientados
de Norte a Sur) miden 500 m, y sus lados cortos (orientados de Oeste a Este)
miden 300 m.
El
Templo propiamente dicho, aquél en el que Jesús echó fuera a los mercaderes, estaba
edificado sobre esta explanada. Pero el General romano Tito lo incendió y destruyó
en el año 70 d.C., arrojando por los lados todas sus piedras. Al borde del lado
Oeste de la explanada aún pueden verse algunos de aquellos enormes bloques. O
sea, que del Templo judío en sí no queda nada en pie. Sólo la explanada. Que durante
algunos siglos permaneció llana y vacía, hasta que hacia el año 690, los
musulmanes, que entonces dominaban Jerusalén, construyeron en ella la mezquita
llamada “la Cúpula de la Roca” y hacia el 700 construyeron otra mezquita llamada”
Mezquita de Al Aqsa”. Por eso hoy todo el mundo le llama “La explanada de las
mezquitas”.
Foto 1: Vista del lado Este de “La explanada de las mezquitas”. Sobre ella y a la izquierda, vemos la Mezquita de Al Aqsa, y a la derecha, la Cúpula de la Roca. Fotografía obtenida desde el mirador del Monte de los Olivos. Al fondo, Jerusalén.
Actualmente,
la ciudad de Jerusalén pertenece al Estado de Israel. Pero es curioso que la
soberanía de la explanada de las mezquitas pertenece al Reino de Jordania, cuya
gestión delega en la Autoridad Nacional Palestina. Así pues, los palestinos
exigen pasaporte para acceder a dicha explanada, excepto a los musulmanes. Aunque la verdad es que lo hacen de manera muy
caprichosa, según cuál sea su humor cada día. Sé que les han denegado el acceso
a algunos turistas sin ningún motivo. A nosotros nos permitieron subir y pasear
por la explanada, pero se portaron de manera muy impertinente, por decirlo de
una forma suave. Además, sin darnos ninguna explicación, no nos dejaron entrar
ni a la Mezquita de Al Aqsa, ni a la Cúpula de la Roca. Pero a otras personas
se lo han permitido. Su comportamiento contrasta con el de los palestinos de
Belén, que fueron muy amables con nosotros.
En
la Foto 2 tenemos una vista aérea de la explanada de las mezquitas. Los
monumentos de mayor interés, que les describiré a continuación, son las dos Mezquitas
y el Muro de las Lamentaciones, que está en el lado Oeste (a la izquierda, en
la foto). En el lado Este (a la derecha en la foto), hay un barranco con mucha
pendiente, en el que está, primero un cementerio musulmán, y después el Huerto
de Getsemaní (ya no visible en la foto). Al fondo del barranco está el arroyo
Cedrón, y al otro lado de este arroyo, hay una pendiente aún más pronunciada,
que es el famoso Monte de los Olivos. Otro día les describiré estos lugares.
Foto 2. Vista aérea de la explanada de las mezquitas. Al Oeste (a la izquierda en la foto) está “la Ciudad Vieja” de Jerusalén.
La
Cúpula de la Roca (Foto 3) es un edificio muy bonito. Aunque no pude entrar, sé
que en su interior asoma la cima rocosa de un monte, en el que según la
tradición, el Patriarca Abraham iba a sacrificar a su hijo. Se le apareció un
ángel y le ordenó detenerse. Es por lo tanto un Lugar Santo para las 3
religiones: cristiana, judía y musulmana. Y para los musulmanes, lo es además
porque supuestamente, aquí estaba el Profeta Mahoma cuando murió, ascendiendo
seguidamente a los cielos.
La Mezquita de Al Aqsa (Foto 4) ocupa, se cree, el lugar en el que estaba el Templo de Salomón. Por eso, se encargaron de su custodia y defensa los famosos Caballeros Templarios, hasta que lo perdieron definitivamente en el año 1187. La mezquita original había sido destruida y vuelta a construir por los cruzados, y por eso su fachada actual parece más bien la de una Iglesia cristiana. Según la tradición islámica, el profeta Mahoma, desde la lejana ciudad de La Meca, en Arabia, venía milagrosamente aquí todas las noches, montado en un caballo con alas, para escribir El Corán.
Foto
4: Fachada de la Mezquita de Al Aqsa.
Vemos el Muro de las Lamentaciones en la Foto 5. Una valla separa la zona de hombres (a la izquierda) de la de las mujeres. Los fieles judíos acuden aquí a rezar y a lamentar la destrucción del Templo. Suelen traer escritos sus ruegos en un pequeño trozo de papel, que dejan en las rendijas que quedan entre cada dos bloques contiguos.
Foto
5: el Muro de las Lamentaciones.
La altura real del Muro de las Lamentaciones, es casi el doble de la que vemos hoy en día. Debido a la acumulación de restos de antiguas edificaciones desde los tiempos de Jesús, el nivel del suelo ha ascendido tanto en toda la ciudad, que ahora se ve sólo la mitad del Muro. Pero afortunadamente, la zona contigua al Muro, en lugar de rellenarla con escombros, históricamente se aprovechó para construir aljibes, por lo que bajo el suelo que vemos en la Foto 5, lo que hay son unos enormes e interesantísimos túneles que son visitables, y que recomiendo a todo el mundo. Además, bajando a ellos se puede admirar la enormidad de la obra del Templo de Jerusalén. En su base podemos ver el bloque de piedra, de una sola pieza, y perfectamente escuadrado, más grande que hay en todo el mundo, de 750 toneladas. Y junto a él, otro de 550 toneladas. Los Arqueólogos aún no saben cómo se pudieron tallar y ser trasladados aquí.
Continuara...( Los dos próximos domingos les ofreceremos la segunda y tercera parte. )
Autor : Enrique Garralaga Robres.
¡Muy interesante, Enrique! Gracias. Esperamos la continuación...
ResponderEliminar¡¡ me encanta,gracias. Esperamos los siguientes.
ResponderEliminarQué bien documentado y estructurado, este repaso a nuestro privilegiado viaje a Israel: para quienes aún no conocen tan apasionante destino servirá de guía y aliciente y para quienes lo recordamos con tanto cariño, un placer leerte, gracias, Enrique. Un abrazo, con ganas de disfrutar de las restantes entregas. Marián Hierro.
esperamos la segunda y tercera parte de Jerusalen. muy interesante
Muchas gracias por vuestros elogios. Espero que os agraden las dos partes restantes, que consistirán, simplemente, en descripciones y fotografías de los Lugares anunciados en esta primera parte.
ResponderEliminar!! Enhorabuena Enrique!! Eres un gran historiador.
ResponderEliminarEs un placer leer comentarios tan documentados,
ResponderEliminargracias
Todos esperamos los siguientes capítulos, los comentarios leídos coinciden con los míos, aparte de ser una delicia leerte, también me relaja tus textos, sobre tus viajes.
ResponderEliminarGracias Enrique.