lunes, 6 de noviembre de 2017

PASEANDO POR LA HISTORIA : Cronica en La Vanguardia, de una conferencia del hijarano Salvador de Hijar, en el año 1938 en Barcelona.



ATENEO PROFESIONAL DE PERIODISTAS DE BARCELONA .
( La Vanguardia, 21 de junio de 1938. )

El padre capuchino Salvador de Híjar, ( cuyo verdadero nombre es Iñigo Cardona ), nos habla de la descomposición de la retaguardia facciosa ,organizado por el Ateneo Profesional de Periodistas, le correspondió anteayer ocupar la tribuna del Ateneo Barcelonés, al sacerdote capuchino Salvador de Hijar, quien disertó sobre el tema " La descomposición de la retaguardia facciosa" . 

La personalidad del conferenciante y el vivo interés del tema hicieron que la amplia sala se llenase completamente. El público había comprendido la importancia que para conocimiento exacto de los hechos que ocurren en la otra zona, tenía la exposición e interpretación
de los mismos por un católico de ortodoxia indiscutible.

Y la disertación respondió plenamente a la curiosidad que su anuncio
despertara. El padre Salvador, de. Hijar aportó amplio acopio de datos
fidedignos que proporcionaron a sus oyentes una visión tan triste como precisa de la tiranía y del desbarajuste que reinan en la España
sometida a la dominación extranjera. Y de la veracidad del informe respondía, con su honor, un fraile español que se ha mantenido fiel a la doctrina de Cristo y que no ha querido renegar de su condición de español.

Precisamente, el padre Híjar comenzó por declarar que en la zona rebelde la religión y la Patria han sido igualmente traicionadas. Y empieza la aportación de datos, algunos de ellos obtenidos en Tudela por el orador de un hijo del ayudante del ex general Franco, Díaz
Várela. En Tudela ante estos informes y el espectáculo lamentable que ve a todas horas, el padre Híjar siente desfallecer su ánimo," y
hace propósito de alejarse en cuanto le sea posible de un ambiente ponzoñoso, en el que los conceptos de religión y Patria servían de
bandería a los más bajos apetitos. Este proyecto consiguió al fin realizarlo, pero no sin vencer muchas dificultades, que el orador nos
cuenta con voz emocionada.

En la zona rebelde, nos dice el conferenciante , existe una enorme descomposición. No hay unidad, ni puede haberla. Ya desde un principio sé vio que no sabían adonde iban. Mientras en Zaragoza, Cabánellas se alzaba al grito de «¡Viva la República!», la oficialidad de Navarra
levantaba la bandera rojigualda y en Valladolid se sublevaban en nombre de «Falange». Las luchas empezaron en seguida. Requetés, monárquicos y falangistas andaban a la greña, mientras se establecía una viva rivalidad entre Franco, Mola y Queipo de Llano. 

Estas discrepancias se han mostrado en todo, hasta en la música. Unos eran partidarios de la «Marcha de los voluntarios», otros preferían la
«Marcha Real» y otros, en fin, se inclinaban por el himno de «Falange».  Y hubo que conceder oficialidad a los tres himnos.
A continuación explica numerosos hechos que demuestran el poco caso que se hace allí de las órdenes del «generalísimo», quien nadie
ignora es juguete de alemanes e italianos, verdaderos dueños de la situación, gracias a los traidores que les abrieron las puertas de España. 

El orador nos dice de la dolorosa impresión que le produjo ver ondear en tierras españolas, como altivo emblema de victoria, la bandera de Italia. Añade que al desprestigio de Franco contribuyó en gran manera el rumor popular que le atribuía una siniestra intervención en la muerte trágica de Mola, un rival que le hacía demasiada sombra.

La desavenencia entre los rebeldes es absoluta.Y no es posible lleguen nunca a un acuerdo. Son muchas las cosas que les separan. En primer lugar, la diferencia de grado en la manera como se sienten heridos en su dignidad por la intolerable y humillante dominación extranjera, dominación que se traducen en continuas vejaciones. Un día los españoles del otro lado que no renegaron de su españolidad y que no se resignan a caer en oprobiosa esclavitud se alzaran contra los invasores y unirán su esfuerzo al nuestro, pues ahora comprenden que servir a la República es servir a España y luchar por la República es luchar
por la independencia nacional.

Una gran ovación cerró el brillante discurso del padre Híjar.


Fuente : La Vanguadia.
21 de Junio 1938.

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