El higo, fruto de la higuera, es una fruta blanda y de piel fina, cuyo color puede variar desde el verde hasta el morado. Posee una pulpa encarnada de sabor dulce, que se encuentra llena de diminutas semillas.
El primer fruto de la higuera, producido anualmente a finales de primavera, recibe el nombre de breva. Ésta tiene una piel fina de color similar a l de los higos, verde o violeta. Su sabor es dulce, aunque no tan acentuado, por lo que recién cogida del árbol constituye un delicioso manjar.
Se cree que la higuera procede de los países de Oriente Próximo, desde el este de la zona mediterránea hasta el oeste de Asia. Sin embargo, se ha cultivado en toda la costa mediterránea desde tiempos muy remotos. Todos los pueblos mediterráneos consumieron y estimaron los higos que los árabes cultivaron y durante milenios desempeñaron un papel muy importante en la alimentación y la economía. Hasta la llegada del azúcar, los higos eran utilizados para la conservación de fruta cocida e incluso como sustitutos del pan.
Los higos que se consumían durante la Edad Media y el Renacimiento procedían principalmente de Provenza, y eran empleados en comidas refinadas. En esta época empezaron a ser secados al sol, dando lugar al higo desecado, producto que se convirtió en un alimento típicamente navideño.
Los higos se pueden clasificar en tres grupos según su color. Las variedades blancas presentan en su época de madurez un color blanquecino, amarillento o incluso verde. Los más sabrosos son los amarillos dorados y los amarillos verdosos. Las variedades coloradas incluyen los diferentes higos de color pardo azulado más o menos claro. Las variedades negras incluyen los higos que poseen un color que oscila desde un rojo oscuro hasta totalmente negro, destacando por su calidad los de color negro púrpura.
¡Ay! qué buenos los daban las higueras de La Leana...
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