Victoria de los Ángeles triunfó en la ópera, pero fracasó en su matrimonio cuyo marido, su representante artístico, la arruinó y le fue fue infiel.
Se cumple este año el vigésimo aniversario de la muerte de Victoria de los Ángeles, extraordinaria soprano que llegó a sustituir algunas veces a María Callas y a Renata Tebaldi. Triunfó en la ópera, pero fracasó en su matrimonio por culpa de un despreciable marido, su representante artístico, quien no solamente la arruinó sino que le fue infiel, llegando a ser padre de cinco hijos fuera de su hogar. De los dos que engendró Victoria de los Ángeles, el menor padeció el síndrome de Down.
Una Fundación que lleva el nombre de Victoria de los Ángeles se ha ocupado de este aniversario necrológico, además de otras instituciones y eventos, como Victoria Legazy, de Nueva York, y el Life Victoria, en su décimo tercera edición en Barcelona, de donde ella era natural. Además, se ha publicado el libro "Victoria de los Ángeles. Todo parece tan sencillo", donde su autor, Pep Gorgori desmenuza con muchos detalles y anécdotas tanto la vida artística de la soprano como su desgraciada existencia en su fallido matrimonio.
Nacida el 1 de noviembre de 1923 en la Ciudad Condal, dentro de un hogar modesto de emigrantes en Cataluña, el padre de Fuengirola y la madre zamorana de la Puebla de Sanabria. Su progenitor era portero en la Universidad de Barcelona y, gracias a su esfuerzo pudo darle estudios a su hija, a quien familiarmente llamaban Tori. Ya de niña cantaba por los pasillos del centro universitario, hasta concluir su carrera en el Conservatorio.
Al principio de su largo periplo operístico se anunciaba con su doble nombre y el primer apellido, López (el segundo era García), hasta que definitivamente fue, simplemente, Victoria de los Ángeles en los más importantes escenarios del bel canto. Son muchos los elogios que recibió; elegimos uno de ellos que resume lo que fue artísticamente, dedicado por Pau Casals: "El arte de Victoria de los Ángeles pertenece a la más alta jerarquía de la interpretación musical".
Nos ocupamos de su vida personal. Fue en sus años universitarios cuando se enamoró de un condiscípulo. Malísima elección, como luego contaremos. Incluso en el mismo día de su boda, ella confiaría luego "que se estaba equivocando". Su marido, Enrique Magriñá, se convirtió en su representante artístico. Y la arruinó, apropiándose de casi todo lo que ella ganaba mientras lo malgastaba en una vida de crápula con otras mujeres, una de ellas su secretaria, con la que se fugó en 1970 dejando completamente desolada a Victoria de los Ángeles. Antes de eso, de ser padre de cinco hijos fuera del matrimonio, se dedicó a inscribir con su nombre cuentas e inversiones de su esposa, aprovechándose de sus acciones y royalties. En la época franquista harto sabido es que era el marido quien se hacía cargo de cualquier gestión bancaria, económica en general, pues las mujeres no podían administrarla. Y el sinvergüenza Enrique Magriñá se aprovechó al máximo de cuanto iba ganando su esposa.
La cantante quería ser madre por encima de su fama de soprano; tuvo cuatro abortos. Hasta que el 1 de agosto de 1963, cuando llevaba quince años de casada, nació por fin ese hijo tan esperado, al que bautizaron con los nombres de José Enrique. En febrero de 1968 les nació el segundo, un varón, Alejandro (Alex, en la intimidad) que vino al mundo, como decíamos, padeciendo el síndrome de Down.
Mientras iba sumando contratos en los más importantes coliseos operísticos del mundo y ya su marido se había marchado de casa con su secretaria, la existencia de Victoria de los Ángeles era un infierno. "Me he equivocado en mi vida – contaría – y lo único que me sale del cuerpo es llorar y llorar. Yo era de las mujeres que creía que la fidelidad existe en una pareja, hasta que descubrí que eso no era así. Me muero de soledad". Caería en un estado depresivo.
Su hijo mayor murió en un accidente en 1998. Y el segundo, al que había dedicado una canción "Lucero mío", fallecería en 2019. En cuanto a Victoria de los Ángeles se fue de este mundo hace ahora veinte años. Su nombre, acaso se haya desdibujado en el tiempo, aunque quienes aman la ópera saben de sobra que fue una excepcional soprano. Por fortuna, grabó muchos discos, donde puede apreciarse la belleza de su gran voz.
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