La Semana Santa es tradición, sentimiento profundo, fe o exaltación de la comunidad. Se celebre donde se celebre, con unas u otras fórmulas concretas, son fechas que, en Aragón, movilizan a miles de personas y ofrecen plásticas expresiones que sorprenden y emocionan. Algunas de estas expresiones se remiten a una historia muy antigua, definen la identidad de un pueblo o de todo un territorio donde se ha extendido una misma forma de celebración.
Así ocurre en la tierra conocida como Bajo Aragón. Más allá de las fronteras políticas que dividen el territorio o incluso superando los criterios geográficos que separan las cuencas del río Martín con las del Guadalope o del Guadalopillo, desde hace décadas se puso de manifiesto que existía un sentimiento común alrededor de una forma de vivir la Semana Santa, al ritmo de los tambores y bombos.
Así, hace ahora 50 años, se reunieron en Alcañiz vecinos de esta ciudad, de Andorra, de Híjar y de Calanda. Los cuatro municipios tenían en común el sonido de los redobles y el golpe de las mazas como forma de expresión durante sus muy tradicionales procesiones. En Híjar, por ejemplo, la historia recuerda que ya en 1519 el Duque Luis Hernández Heredia pidió a la orden de los Franciscanos que organizara cristianamente una caótica Semana Santa, en la que los habitantes salían a la calle con sayal negro, la cara tapada y haciendo ruido con calderos.
La percusión ya formaba parte entonces, en el Renacimiento español, de la forma de sentir los días de pasión. Pero los Franciscanos decidieron en Híjar que el sonido fuera más rítmico y a base de tambores, dando origen a lo que hoy vemos. De ese mismo tiempo, cuentan en la localidad del Bajo Martín, proviene la tradicional rompida de la hora. Y más ancestral parece ser incluso la costumbre de los tambores en Calanda, donde un libro de José Repollés Aguilar los remonta al año 1127. Entonces, dice el libro, los calandinos usaron ya esos tambores para alertar de las invasiones árabes.
Cuando seguro sonaron los tambores en Calanda fue tras la intercesión de la Virgen del Pilar para restablecer la pierna amputada a Miguel Pellicer, en el episodio conocido como “Milagro de Calanda”. Dicen las crónicas que por entonces, después de siglos en el que el cristianismo los había considerado poco decorosos, salieron de nuevo los tambores por la localidad bajoaragonesa repicando en procesión. Era 1640 y, desde entonces, la práctica adquirió cada vez más auge hasta convertirse en costumbre.
Por su parte, los archivos históricos de Andorra ya relatan procesiones de Semana Santa en el siglo XVII y en Alcañiz el tambor como instrumento de liturgia tiene un origen muy concreto. Cuenta el cronista Darío Vidal que los tambores “nacieron el 17 de abril de 1678, Viernes Santo, por iniciativa de un cuaresmero de la Colegiata de Santa María la Mayor llamado Fray Mateo Pestel, cuyo propósito era rememorar el temblor de la tierra que sucedió en la agonía de Jesús según el relato de San Mateo”.
La Ruta del Tambor y el Bombo
Con tan claros y antiguos precedentes de una tradición que parecía común, en aquella reunión celebrada en 1970 los representantes de estos cuatro municipios establecieron su deseo de aunar esfuerzos “para divulgar y dar realce a sus tradiciones religiosas de la Pasión, y organizar la ruta de los tambores, confeccionando un horario que permitiera a los visitantes compatibilizar los actos de mayor solemnidad de estas poblaciones”. Se iba a utilizar lo que les unía, la innegable fuerza de los actos tradicionales con tambores y bombos, para potenciar cada una de las manifestaciones particulares de cada municipio, igualmente ricas.
Esta idea original, la de unir esfuerzos para crear un producto de naturaleza turística diferenciado, surgió del hijarano Mariano Laborda Gracia. Siempre interesado en la divulgación y defensa de las tradiciones de su municipio natal, también fue el creador del Concurso de Tambores y Bombos de Híjar, que se celebra cada Domingo de Ramos de 1966, y promotor de la declaración de la Semana Santa de Híjar como fiesta de Interés Turístico Nacional en 1980.
Entre las primeras actuaciones de aquel grupo original para la difusión de la tradición cultural de la Semana Santa del Bajo Aragón en torno al tambor y al bombo se editaron un tríptico y un cartel especial para la divulgación común de las distintas celebraciones locales y se confeccionaron grandes murales de cerámica artística que incluían una estampa representativa para señalar cada pueblo. Además, en 1976, en el Palacio Provincial de Zaragoza se celebró una muestra de fotografía que ya denominaba a ese grupo como “Ruta del Tambor y Bombo”.
Jornadas de Convivencia
Fue aquel mismo año, 1976, cuando se iniciaron las Jornadas de Convivencia, preámbulo y saludo a la Semana Santa para la sociedad en general y las localidades de la ruta en particular. El fin de semana previo al Domingo de Ramos, las cuadrillas locales muestran sus toques y se mezclan entre sí para reflejar la unión de sus respectivas pasiones. En las jornadas se celebra un pregón a cargo de alguna personalidad relevante, y se entregan los premios Tambor Noble, para personas que han trabajado para el desarrollo de la Ruta, o Redoble, para medios de comunicación que la ponen en valor.
Las Jornadas de Convivencia se celebran cada año de forma rotatoria en una de las localidades de la Ruta del Tambor del Bombo, que a lo largo de los años 70 llegaron hasta su número de definitivo. A las cuatro iniciales se unieron luego Albalate del Arzobispo, Alcorisa, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén. Todos ellos unen sus propuestas bajo una misma imagen y un programa y así se presentan ante el mundo, destacando actos comunes como las Rompidas de la hora y las procesiones con tambores y bombos.
Entre los hitos de estos 50 años de la Ruta del Tambor y el Bombo, se recuerda la actuación de las cuadrillas en la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, la declaración como fiesta de Interés Turístico Internacional de toda la Ruta, la inauguración de un museo en la Sede de la Comarca del Bajo Martín en Híjar y la reciente declaración de la UNESCO a las tamborradas, también las bajoaragonesas, como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Fuente : Identidad Aragonesa.
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