El Cabezo de Alcalá, próximo a la población de Azaila, contiene los restos de una ciudad iberorromana, y uno de los principales restos arqueológicos descubiertos en España a finales del siglo XIX. No tiene pérdida, pues está muy bien indicado. En el pueblo hay un Centro de Interpretación muy bien documentado.
Breve historia de las excavaciones
Las primeras excavaciones fueron efectuadas entre 1868 y 1872 por P. Gil y Gil. Entre 1919 y 1942, el arqueólogo aragonés J. Cabré se hizo cargo del yacimiento.
Desde 1984 el arqueólogo M. Beltrán ha venido realizando una exhaustiva investigación sobre el terreno, fruto de la cual ha resultado el conocimiento de varias fases de ocupación: La primera, preibérica, desde el 550 a.C.; y la segunda, ibérica tardía hasta su destrucción entre el 75 y el 72 a.C. en el contexto de las guerras sertorianas.
Los sedetanos, una de cuyas ciudades fronterizas a occidente era Salduie, la antecesora de la Caesaraugusta romana, estaban asentados en un territorio que se extendía por los fértiles valles de los ríos Martín y Guadalope, alcanzando por el este, las inmediaciones de Celse y por el oeste, las desembocaduras del Huerva y del Jalón.
Algunos autores consideran que los sedetanos no existieron como pueblo, ya que estiman que el nombre, extraído de las fuentes clásicas, puede ser una mala interpretación o una variante gráfica del etnónimo “edetano”. A favor de su existencia también hay argumentos de peso. Plinio menciona sin titubeos la “regio Sedetania” y Tito Livio insiste en la denominación como tal. Aunque ambos podrían estar equivocados. Hoy día el principio de Autoridad no se utiliza, y es posible que ambos autores le hubiesen puesto una “s” inicial al pueblo de los edetanos.
Un argumento más poderoso que las citas de Plinio y Tito Livio es la existencia de una ceca (lugar donde se acuñan monedas) con rótulo Sedeisken (con la que se relaciona la ciudad del asentamiento del Cabezo de Alcalá), que posiblemente desempeñó un papel preponderante entre este grupo ibérico, al igual que Edeta lo hizo entre los edetanos o Cese entre los cessetanos.
El asentamiento tiene su origen en el siglo IX antes de Cristo, durante el Bronce Final, y su declive llegó durante las Guerras sertorianas, entre los años 80 y 76 antes de Cristo. El trágico final, devino tras un feroz ataque perpetrado por el ejército pompeyano, el cual, tras rellenar el foso que defendía la ciudad, y utilizando poderosas máquinas de asalto, derribó su muralla y permitió la entrada de las fuerzas sitiadoras que arrasaron la ciudad, partidaria de Quinto Sertorio.
El asentamiento tiene una superficie de aproximadamente 20 ha. Hay una diferenciación entre la acrópolis que ocupa la cima del cerro y la ciudad baja.
La ciudad baja está poco delimitada y carece de defensas. Se han excavado las termas en esta zona. La acrópolis sí que mantuvo un sistema defensivo, y es el lugar donde se refugiaba la población en momentos de inestabilidad. Los elementos más representativos de la ciudad, si exceptuamos las termas, se localizan en la parte alta del Cabezo. Se han documentado estructuras pertenecientes a viviendas de tipo itálico con su peristilo y las estancias alrededor, un tempo y las calles pavimentadas. En estas vías urbanas todavía es posible contemplar las huellas de las ruedas de los carros. Se ha excavado asimismo un completo sistema de evacuación de aguas por superficie.
La línea de doble muralla, es de tradición ibérica. No se han documentado restos de torres o baluartes en la misma. La ladera oriental del Cabezo de Alcalá fue protegida con un foso, pues era el área más débil del emplazamiento urbano. Se accede a la ciudad atravesando el foso por un puente que sustituye al posible antiguo puente levadizo.
Se ha excavado un pequeño templo de tipo toscano, cuya cella se decoró con pinturas encuadradas dentro de las imitaciones del primer estilo pompeyano. En el templo se descubrió un grupo escultórico en bronce, compuesto por una figura masculina, una cabeza femenina y un caballo. En las paredes del templo, los habitantes de la ciudad imitaron sillares de piedra almohadillados, características de la arquitectura romana. Las Termas al pie de la acrópolis, posiblemente de uso público, a pesar de su reducido tamaño, presentan la estructura clásica en cuanto a las estancias que utilizaban los bañistas: apoditerium-frigidarium/tepidarium-caldarium-laconcum más palestra exterior, con recorrido único e hipocaustum en las habitaciones calientes.
Además de los espacios domésticos oriundos de la Península itálica, se han documentado viviendas que continúan la tradición indígena: zócalos de mampostería recrecidos con adobe o tapial, sillares de arenisca en los lugares más nobles, suelos de tierra apisonada y techumbres sobre vigas de madera con materiales vegetales.
Este asentamiento ibérico, identificado con reservas, con Sedeisken, estuvo habitado por el grupo ibérico de los Sedetanos, a quienes pertenecían otros enclaves del Valle Medio del Ebro como Alaun (Alagón), Damainu, Lakine e Ildukoite. Está catalogado como Bien de Interés Cultural.
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