lunes, 20 de octubre de 2025

ÁRBOLES. UN PASEO POR UN BOSQUE DE CALIFORNIA . Autor : Enrique Garralaga Robres

A quienes hemos crecido en Híjar nos llaman la atención los árboles muy frondosos, porque desgraciadamente, aquí tenemos poquísimos. En el siglo XIX se talaron tantos pinos, que ya sólo nos quedan los pequeños restos de un pinar, que antes debió ser espléndido, mucho mayor que el que vemos ahora. Hay también una partida en nuestro término municipal llamada “El Sabinar”, pero ya no queda ni una sola sabina.

No me resisto a incluir una foto de un magnífico pino del que los hijaranos debemos sentirnos orgullosos. Hay también, en el camino de las Vegas, algunos altos ejemplares de álamo blanco, entre ellos uno de 30 metros de altura, pero muy poco más.


Torre del Pino, HIJAR (Teruel)

Foto 1: Pino de Híjar

Aprovechando que ya estábamos jubilados, mi mujer Carmen y yo, nos fuimos a visitar a nuestra hija Mamen y su marido, que entonces vivían en California, en Estados Unidos. Tuvimos la oportunidad, que por supuesto aprovechamos, de viajar mucho por aquel estado norteamericano, y también por los estados vecinos, Nevada y Arizona. No podía volver a casa sin antes haber ido a ver personalmente los famosos árboles gigantes de California llamados “Sequoias”. Fue inolvidable el paseo que nos dimos por un bosque que tenía algunos ejemplares, del que les mostraré varias fotos.

Para quien admira, como yo, los bosques bien poblados, California es un verdadero paraíso. Viajando hacia la Sierra Nevada y el lago Tahoe, pueden divisarse, a ambos lados de la carretera, interminables kilómetros y kilómetros de pinares muy espesos, que llegan hasta donde alcanza la vista. No es de extrañar que en verano se produzcan incendios verdaderamente gigantescos. En algunos de estos pinares hay ejemplares de Sequoias.

Los Sequoias son relativamente inmunes a estos incendios; suelen vivir bastantes siglos, por lo que casi todos los que hoy en día siguen vivos han tenido que sobrevivir a algún que otro incendio en algún momento de su larga vida. Es difícil encontrar Sequoias que no muestren signos de ennegrecimiento por quemaduras. Afortunadamente, su savia contiene una sustancia química que les protege del fuego.

Los Sequoias eran los árboles predominantes en los bosques de la costa oeste de Estados Unidos hasta la última glaciación. Desde entonces son una especie en retroceso, de la que quedan pocos ejemplares, únicamente en California. Solamente hay 3 Parques Nacionales en toda California a los que se les puede considerar como verdaderos bosques de Sequoias, ya que contienen agrupaciones de varios cientos de estos espléndidos árboles.

Además de estos 3 grandes Parques Nacionales de Sequoias, todavía quedan unos 35 bosques en California, en cuyo interior pueden encontrarse algunos Sequoias sueltos. De entre esos 35 lugares que los contienen, la mayor parte tienen tan sólo una docena de ejemplares, o poco más, que se encuentran repartidos por en medio de espesos pinares.


Un día, viajando por carretera, nos encontramos inesperadamente a la entrada de uno de esos bosques que, además de muchos pinos, contienen algunos Sequoias dispersos por su interior. Nos decidimos a visitarlo. Al principio nos encontramos un cartel que nos aconsejaba seguir una senda marcada con carteles indicadores, que llevará al visitante hasta donde se encuentran estos magníficos árboles. Este camino transcurre entre pinos muy altos y algunos, también muy gruesos (Foto 2). 








Sequoias.






Foto 2: Este bonito ejemplar de pino estaba cortado para dejar paso por la senda que conduce hasta los Sequoias.


El primer ejemplar de Sequoia que nos encontramos me pareció impresionante (Foto 3). Estaba caído y era enorme. Leímos en un cartel que a este árbol lo derribó un rayo hace ya más de 150 años. Añadía que es casi milagroso que aún se conserve, porque en aquel tiempo se aprovechaba toda la madera, tanto la de los Sequoias caídos, como la de los que se cortaban a propósito. Por supuesto, hoy está prohibidísimo cortarlos.


Foto 3: La raíz y el tronco del Sequoia caído.


A este mismo ejemplar de Sequoia que nos habíamos encontrado tumbado en el suelo, lo habían cortado en dos por la parte cercana a su copa, como vemos en las fotos 4 y 5, para que así los visitantes pueden ver cómo son los Sequoias por dentro, pueden contar sus anillos, ver si tienen señales de quemaduras, etc.



Foto 4: Uno de los extremos del corte del Sequoia caído.





Foto 5: El otro extremo del corte del mismo tronco, con señales de quemaduras.


Siguiendo nuestro camino por la senda marcada, nos encontramos los primeros ejemplares vivos de Sequoia (foto 6). Estos árboles eran relativamente jóvenes, de tan solo unos 300 o 400 años de edad. Todavía tienen que crecer en altura y ensancharse más.



                         Foto 6: Ejemplares relativamente jóvenes de Sequoias.


Los guardas forestales californianos tienen perfectamente localizados en el bosque los brotes nuevos de Sequoia, que son bastante escasos. Están protegidos por vallas metálicas que los cercan a su alrededor, para evitar que les provoquen ningún daño, ni los hombres ni los animales.
Nos llevamos una sorpresa la primera vez que nos encontramos uno de estos brotes nuevos de Sequoia. Nada más verlo, nos pareció que se trataba de un pino raquítico y muy delgado, de poco más de 3 metros de altura, rodeado por una valla metálica. Pero resulta que, según se leía en un cartel, era un Sequoia ¡de unos 45 años de edad!; es decir, un “recién nacido”, un “bebé”. El crecimiento de estos árboles es exasperantemente lento, pues suelen llegar a la madurez cuando alcanzan los 600 o más años de edad. Se conocen ejemplares, aún vivos hoy en día, que tienen unos 1.200 años.

Finalmente, continuando por el camino señalizado, llegamos al centro del bosque, donde encontramos algunos ejemplares adultos de Sequoia, muy bonitos y dispersos por el pinar, como se ve en las fotos 7 y 8.



Foto 7: Bonito ejemplar adulto. Detrás, otro más joven. Y muchos pinos alrededor.


A pesar de su apariencia gigantesca, los Sequoias son unos árboles muy delicados. Necesitan muchísima agua. Excepto en verano, toda la parte oeste de California está generosamente regada por las abundantes lluvias que le proporciona el Océano Pacífico, que baña sus costas. Además, en invierno, la niebla, muy espesa, continúa empapando con su humedad a estos gigantes.
También son estos árboles muy delicados por lo que respecta a la temperatura. Aunque soportan bien la nieve, suelen crecer en vaguadas protegidas de los vientos muy fríos del invierno, y a una altura bastante moderada sobre el nivel del mar.



Foto 8: Otro bonito ejemplar adulto, rodeado de pinos, en una pequeña vaguada, donde recoge mucha agua y está protegido del frío intenso.



Los ejemplares adultos de Sequoia siguen creciendo ininterrumpidamente hasta que, al cabo de unos 6 o 7 siglos de edad llegan a tener una altura de entre 80 y 90 metros, aproximadamente. Su diámetro varía entre 5 y 7 metros; aunque existe uno de 10 m. de diámetro. Sus raíces pueden llegar a alcanzar los 35 m. de profundidad. 
A partir de esta edad, ya no suelen crecer más, porque la savia, que tiene que ascender desde la raíz hasta las hojas, encuentra serias dificultades para poder llegar aún más arriba. Sin embargo, existe algún ejemplar vivo que ha llegado a alcanzar la altura “Record” de 112 metros.


 




Foto 9: ¡Qué maravilla!


Nuestro paseo fue inolvidable; ese día nos hizo un tiempo magnífico. Además, era un día laborable, y no encontramos a nadie más, excepto algunos guardas forestales. Ya de vuelta a mis paseos por el entrañable paisaje de Híjar, no puedo evitar recordar este bosque de California de vez en cuando.




Foto 10: Despedida mirando hacia lo alto




Autor : Enrique Garralaga Robres.

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