lunes, 9 de marzo de 2020

3 X 1 . Tres articulos de nuestro pueblo .



RECORDANDO  LA  CHARANGA  SACA  LA TOCINA  AL  SOL .




Hoy en nuestro " Retrovisor ", queremos rescatar a la charanga de nuestra localidad Saca la Tocina al Sol Blues Band, que se creo por el año 1980, y que durante bastantes años animo nuestras fiestas patronales.

Los primeros integrantes de esta charanga fueron Pedro Monzón, Mariano Garay, Carlos Romeo, Miguel Angel Laloya, José Luis Caso, Vicente Forcada y Gregorio Daina,que tenian la particularidad que procedian del cuerpo de los alabarderos.  Unos años más tarde se incorporan José Antonio Turón, Alberto Marquesan, David Montañes, Jesus Adell, Isaac Lasala, Carlos Navarro y Daniel Breto .

Todavia se recuerdan sus toques y marchas, y el colorido de su vestuario.  Gran recuerdo el que nos dejo esta charanga, que hoy hemos querido recordar.



UN  HILO  EN  MIS  RECUERDOS .  Autora .  Maruja Collados .


Siempre llevamos con nosotros, pasen los años que pasen, un paisaje, el de nuestra infancia. Es un paisaje de ternura y recuerdos. Nací en un pueblo y consumí mis primeras emociones frente a ingenuas acacias, mientras sonaban las campanas de las iglesias y el vuelo del vencejo al atardecer.

 En mi antigua casa hay unos balcones marchitos de idénticas primaveras. Ante ellos pasaban, todos los años, las procesiones y a las siete de la mañana, todos los días, el vendedor de agua del Valdoria, del vecino pueblo de Albalate del Arzobispo. 

En la continuidad anónima de la vida pueblerina reside una entrañable honradez de delicada belleza. En las calles antiguas, Santa Rosa, Calle Mayor, Estrecha (la mía, enternecida de recuerdos), Cuesta del Olmo, San Antón (de noche, con amor brujo y luna nómada, viejo gueto judía perfumado de gracia cristiana). 

Tres símbolos permanentes de mi pueblo, calles estrechas y en cuesta, el silencio y el minúsculo río Martín.  El río Martín, sinuoso y diminuto, de breves aguas floridas, de romances y de estrallas medievales. Tropiezan las aguas con un cañal antiguo, árboles añosos y las piedras desgastadas del viejo puente que aún no ha podido llevarse ninguna riada. Muy cerca, en una orilla, el viejo molino de aceite de Isidoro Mallor, que aún hoy resiste, pero que algún día también se lo llevará la crecida. Enfrente la harinera que, a la rueda rueda, le canta amor a alguna molinera blanca y enharinada como la luna. No sé. Pero a Dios le pido que un mal invierno no se la lleve el río. 

El martes santo, por la noche, el encuentro del Nazareno con su Madre, que desfila por la plaza entre el sollozo de las gentes ateridas de lástima, traspasada de angustia. Los cánticos semanasanteros sobre la muchedumbre llorosa son una teoría de lágrimas luminosas, estrellas en loor de la Dolorosa. Yo he visto, sobre el río, desde lo alto del pueblo, las luces oscilantes en movimientos paralelos, como una estrofa gregoriana. Y he visto el temblor cósmico de la noche y las rosas frías de luna y las desnudas almas sometidas a la lucha entre el ímpetu y la fuga, drama barroco de las gentes de mi tierra.

Así es mi pueblo. Piedras viejas contra las que no puede la naturaleza, porque en ellas reside el espíritu. Montes como el Calvario o el Carmen, que se condecoran con ingenua y simple gracia vegetal. Todo ocupa su sitio en la Creación y conspira a la mayor gloria de Dios. El gran espíritu católico de esta antiquísima villa aprisiona el espacio, lo somete, lo parcela, lo doma y, por último, le devuelve su libertad, cuando la fuerza original de la naturaleza se ha convertido, por obra y gracia del Espíritu Santo, en precisión, proporción y medida. 

Y por fin, el silencio. Suena el reloj de la iglesia y suenan las campanas de San Valero. Y son, precisamente, esas campanadas las que crean el silencio. El reloj de la iglesia nos dice que todo está sujeto a orden y mesura, que hasta lo más anárquico y mudable, que es el tiempo, obedece a una ley, a un ritmo, a una armonía. Cuando se oyen las campanas que anuncian las horas unos, acaso, dirán: el tiempo pasa, todo se destruye y perece. Otros: el tiempo lleva su yugo con paciencia, obedece sus leyes, cumple con su deber. 

Por el laberinto de calles que llevan a Santa María, por la Cuesta de la Iglesia, se encuentra siempre perdido el silencio. Es el silencio la auténtica poesía porque la poesía es esto y nada más que esto, callar los nombres directos de las cosas y hacer que sus pesquisas se truequen en delicioso enigma. Y entonces el silencio es una fuga inevitable de nostalgia.

Híjar, pueblo silencioso, pueblo sin prisa. La gente corre y se atropella en la ciudad. Y así van, sin saber adónde, sin tiempo que perder ni alma que ganar. Estos hombres sobrios y duros de mi pueblo piensan: para qué correr tras nada si todo da igual, si no merece la pena sacrificar el ritmo por una felicidad temporal. 

Y suena entonces el Ángelus en todas las campanas. Tiembla el lucero más presuroso sobre la Plaza de la Villa. Y las campanas de Santa María llaman con voz de noche: laeti vibamus sobriam ebrietatem spiritus, esa sobria embriaguez del espíritu, ese temblor del cielo que es, a la par que gran universalidad de contemplación, la más grande escuela de artes y oficios. 

Autora :  Maruja Collados .





UNAS  VENTANAS , QUE  NO  TIENEN  QUIEN  SE  ASOME .  Autor : eshijar.





Han pasado 84 años, que han pasado tan despacio, aún recuerdo cuando se fueron los frailes, y aqui quedaron sus recuerdos, sus libros, sus habitos, sus mermeladas y sus amigos.

Estas habitaciones quedaron llenos de tristeza y melancolia, por sus ventanas ya no se asoma nadie, cuando sale el sol al amanecer, solamente las palomas se detienen en su campanario, añorando otros tiempos , cuando los cantos de los franciscanos acompañaban sus vuelos entre ventana y ventana.

¿ Cuantos dormitorios tenia el convento ? ¿ Cual son las ventanas de la cocina ?  ¿ Y cuales las de su biblioteca ?.  Son preguntas, seguramente sin respuesta, porque han pasado tantos años, que ya no queda casi nadie, para que nos dijera la respuesta a nuestras preguntas.

Por sus ventanas, silba el viento a su paso , la nieve se aloja en su repisa, unos gorriones enamorados dan vuelta en su cortejo, en la seguridad que nadie ¿ nunca más ?, se asomara por sus ventanas.


Autor : eshijar.



1 comentario:

  1. ¡Qué bonitos comentarios!

    Maruja me dio a leer el suyo hace un tiempo. ¡Cómo escribe esta mujer!

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