Una joya, “Patrimonio de la Humanidad”: Las espectaculares ruinas del palacio y fortaleza de Masada, construido por el Rey Herodes el Grande en el siglo primero a.c., en una meseta elevada 400 metros sobre el desierto de Judea. A pesar de ello, disponía de agua corriente y de toda clase de comodidades.
Al fondo se ve el Mar Muerto, y ya en la otra orilla, las montañas de Jordania.
Casi todas las culturas y religiones, para numerar los años, siempre han elegido algún acontecimiento muy importante, que les señala el origen de los tiempos. Por ejemplo, los musulmanes comienzan a contar los años a partir de la “Hégira”; es decir, a partir de la huida de Mahoma desde la ciudad de La Meca a Medina, que ocurrió en el año 622 d.c.
En nuestra civilización occidental, tan influida por el cristianismo, se eligió como “el año 1 de la Era Cristiana” aquel en el que nació Jesucristo. Para numerar los años anteriores a su nacimiento, se usa la abreviatura a.c. (antes de Cristo). Para los años posteriores, se usa la abreviatura d.c. (después de Cristo).
Vivimos en el año 2.025 d.c. Pero, ¿es cierto que Jesucristo nació hace exactamente 2.025 años? La verdad es que no. ¿A qué se debe este error?
Lo primero que hay que tener presente es que tanto el nacimiento como la muerte de Cristo, en aquella época, pasaron absoluta y totalmente desapercibidos en la inmensidad del imperio romano. Si bien estos acontecimientos llegaron a adquirir mucha importancia en los siglos posteriores, la verdad es que cuando Jesús abandonó este mundo, únicamente unos pocos judíos convertidos al cristianismo, muy pocos, habían oído hablar de Él y conocían sus enseñanzas.
Si Cristo hubiera decidido venir a este mundo encarnado en la persona de un Emperador, o un Rey, o un victorioso General, o un riquísimo comerciante, etc, habría dejado alguna huella de su paso por este mundo. En este caso, le nombrarían los historiadores como protagonista de algún acontecimiento importante, o bien quedarían documentos que le mencionaran, o existirían las ruinas de algún palacio suyo, o quizá las de una imponente tumba, etc.
Pero no fue así; para darnos ejemplo de humildad y de desdén por los bienes materiales de este mundo, Cristo eligió ser un hombre “pobre de solemnidad”, “sin oficio ni beneficio”, que vivía de la caridad ajena, y que murió crucificado como si hubiera sido un delincuente. Esta gente no deja rastro de su paso por la vida.
Por ello, no es de extrañar que ninguno de los muchos e importantes historiadores romanos que había en la época de Cristo, le nombre. No existe ningún acta del proceso en el que el Procurador romano Poncio Pilato le condenó a morir en la cruz. Ni se ha encontrado absolutamente ningún documento oficial de su tiempo, ni ninguna inscripción que le cite para nada. A lo largo del que nosotros llamamos el “siglo primero de la era cristiana” Cristo fue un personaje totalmente desconocido para casi todos los habitantes de la Tierra. Solo muchos años después de su muerte, le empiezan a mencionar algunos cronistas, como líder religioso de una nueva y extraña secta: “los cristianos”, que poco a poco se empezaba a difundir por Roma.
Durante los tres primeros siglos de la era cristiana, los siglos I, II, y III d.c., el poderoso imperio romano dominaba el mundo, su religión era la pagana y el cristianismo era una religión minoritaria. Entonces, los años se contaban a partir de la fundación de Roma, que ocurrió en el año 753 a.c. Así, por ejemplo, el famoso incendio de Roma por orden de Nerón, tuvo lugar en el que nosotros llamamos “el año 64 d.c.”. Como entonces aún no existía nuestro calendario cristiano, el año oficial, según el calendario romano, fue el 753 + 64 = 817 A.U.C. (estas iniciales corresponden a la frase latina “Ab Urbe Condita”, que significa “desde la fundación de la ciudad de Roma”).
Sin embargo, transcurridos unos trescientos años más, al llegar a finales del siglo VI d.c., el mundo había cambiado mucho. El imperio romano había desaparecido, y el cristianismo era la religión dominante. Fue entonces cuando el clero cristiano decidió que, en lo sucesivo, los años ya no se seguirían numerando a partir de la fundación de Roma (un hecho sagrado para la religión pagana) sino a partir del acontecimiento más importante de todos los tiempos para el mundo cristiano: el año del nacimiento de Cristo.
Lo primero era averiguar cuando había nacido Cristo. En aquellos momentos, habían pasado ya unos 600 años, aproximadamente, desde el nacimiento de Jesús. A un monje que tenía conocimientos de astronomía, llamado Dionisio el Exiguo, se le encargó calcular cuál fue el año exacto de su nacimiento. No lo tenía fácil, porque recordemos que los historiadores romanos de la época en la que Cristo vivió, no le citan para nada; ni tampoco existe ningún documento oficial en el que aparezca su nombre. Además, por si fueran pocas las dificultades, tras la caída del imperio romano, habían sido destruidas o incendiadas casi todas las bibliotecas, incluso la más famosa de toda la Historia, la legendaria biblioteca de Alejandría.
Dionisio el Exiguo tampoco disponía de los datos cronológicos tan precisos que tienen los historiadores actuales, por lo que no pudo calcular con exactitud el año en el que nació Jesús. Después de haber consultado el Antiguo y Nuevo Testamento, algunos datos astronómicos (estaba interesado en la estrella que, según el Evangelio de S. Mateo, guió a los Reyes Magos) y otros documentos, acabó situándolo, un poco arbitrariamente, en el año que nosotros llamamos “El año 1 de la Era Cristiana”; es decir, hace ahora 2.025 años. Pero cometió un pequeño error.
Autor : Enrique Garralaga Robres.
NOTA : Este lunes 26 de mayo les ofreceremos la II parte de ¿ Cuando nacio Jesucristo. ?
Lo he leído primero el segundo , ahora comento ¿no hay escritos con la matanza de los Santos Inocentes?
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