LOS ROSARIEROS DE HIJAR. Autor : Enrique Garralaga Robres.

El pasado 21 de agosto, día grande de las Fiestas de Híjar, tuve un despertar muy agradable. Oía cantar a los rosarieros, antes de la procesión del Pan Bendito. Esta melodía coral, cantada tan suavemente, sin estridencias, sencilla y profunda a la vez, es una verdadera maravilla, que no necesito encarecer ni a los hijaranos, ni a quienes ya la conocen. Y que a buen seguro encantará a quienes aún no la conozcan. Solo tienen que venir a Híjar, porque se canta en la calle.

Su repertorio es muy variado, según sea la festividad o la fecha en la que cantan. A veces es alegre, otras no. Su canto es triste y lúgubre en nuestra Semana Santa. Puede en principio llamar la atención menos que el formidable estruendo de los tambores y los bombos, pero para cualquier persona que sepa apreciarlo, es verdaderamente emocionante. Es música coral popular en estado puro. Interpretada con la sencillez y la hondura de un estilo que se ha ido transmitiendo durante varios siglos.

En estos tiempos, que se han llevado por delante tantas y tantas tradiciones, es un verdadero milagro que aún nos queden los rosarieros de Híjar. Cantan desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Ensayan con el mayor interés; solo se preocupan de que su canto resulte tan entrañable como lo ha sido siempre, de la misma forma que ya lo hicieron antes sus padres, sus abuelos, y tantos y tantos otros rosarieros que nosotros no hemos conocido, porque esta tradición es muy antigua. Se remonta, que se sepa, al menos hasta principios del siglo XVIII.

Si nos entretenemos en recordar lo que ha llegado hasta nosotros del importante pasado de la Villa de Híjar, es desolador darse cuenta de que casi todo nuestro Patrimonio Histórico material se ha perdido. El primer Convento se arruinó a causa de la desamortización, en el siglo XIX. El segundo, fue incendiado durante la Guerra Civil. El que fue lujoso Alcázar de los Duques de Híjar, está en ruinas, por su prolongado abandono. Este deterioro causó que los Duques de Híjar trasladaran el extraordinario archivo Ducal al Palacio de Épila, que no se encontraba en tan mal estado. Posteriormente lo donaron, y actualmente se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Afortunadamente, no se ha perdido, pero ya no está situado en su lugar original, Híjar.

Los tesoros artísticos que contenía la Iglesia, de los que hablaré próximamente, fueron también quemados en la guerra, así como los dos archivos, el Parroquial y el del Ayuntamiento, que eran la memoria viva de nuestro pasado. Menos mal que se va recuperando poco a poco la Sinagoga judía, aunque no la imprenta, ni ninguno de sus valiosísimos libros incunables, dispersos por los mejores museos del mundo.

Llegamos así a la conclusión de que, lamentablemente, casi lo único importante que nos queda es nuestro Patrimonio inmaterial, o sea, nuestras dos mejores tradiciones: una muy conocida, la Semana Santa de Híjar, y la otra mucho más humilde, pero muy bonita, la de los rosarieros.

Rosarieras y rosarieros de Híjar, sé que no buscáis ni las alabanzas ni los aplausos, pero me parece que nunca desagrada que se reconozca el esfuerzo que uno hace. Y me atrevo a decir que son muchos los hijaranos que os están muy agradecidos; porque vosotros, contra viento y marea, en estos tiempos tan poco propicios para este tipo de actividades, mantenéis viva esta magnífica tradición. Creo que, de alguna manera que no sabría concretar ahora mismo, os tenéis bien merecido algún reconocimiento público en vuestro pueblo, aunque solo sea un homenaje bien sencillo. Dejo aquí esta sugerencia.

Rosarieras y rosarieros de Híjar, por vuestro arte inimitable y por vuestra dedicación, muchísimas gracias, de todo corazón. Es una gozada escucharos. Recibid un fuerte abrazo.

Autor : Enrique Garralaga Robres.