sábado, 22 de noviembre de 2025

LOS SABADOS POESIA : Canto funeral por mi época. Autor : Carmen Conde Abellán.

 




CANTO  FUNERAL  POR  MI  EPOCA.


Yo misma reclamando a los arcángeles,

¿qué soy más que una voz descompasada?

La tierra suma tierras sin raíces,

oscuros vendavales de tormentas...

Los cuerpos van sin alma, son tan sólo

los pozos del instinto desatado.

¡Qué triste mi yantar de pan sombrío,

mi oscuro acontecer por el trascielo!

Ni lloro ni sonrío, que la risa,

el llanto, son de vivos, y no soy

ni viva ni tan muerta que no sepa

que me puedo morir dentro de poco.


Hablar de lo celeste imaginado.

Latir los estertores de la dicha.

Sentirme delirar, acongojada

por tanto goce limpio en el amor.

¿Acaso todo ello no es posible,

temiendo, como temo, que la vida

se acabe para mí sin prolongarla

en vida de la eterna persistencia?

¡Oh carnes de dolor, hombres funestos;

mujeres de placer, viejos sin lumbre;

criaturas del descuido irresponsable!

Penando por vosotros yo arrebato

mis pulsos en amarga calentura.


A nadie importa nadie. Que asesinos

de otros que serían matadores

componen la corteza de la tierra.

Delatan lenguas frías sus venganzas,

y un pueblo universal ulula odios

encima de la sangre derramada.

¿Qué puedo yo crear; quién hace lirios,

de no ser Dios potente, de este cieno?

¿Quién puede remediar mi incertidumbre,

de no ser Dios eterno, en esta charca?


¡Soñar mis sueños yo, aquellos sueños

de esbeltos palmerales levantinos;

beber brisas salobres, yo, sedienta,

oyendo sollozar por los alcores!


¡Mis años de ilusión, mi fuerza ardiente

librada de mi cuerpo dominado;

mis sueños del amor que nunca llega

colmando aquel soñar de tanto espíritu!


¿Qué hacemos ahora aquí, quién nos requiere

si no es para colmar nuestro fracaso?

¡Oh tristes del llorar, sumad mi queja

al negro de la noche sin orillas!


Muy largo es el dormir sin esperanzas.

Muy largo y muy profundo, despertarse.

Y busco entre vosotros, los ajenos,

la calma de inefables beatitudes.

-Hay hombres que no quieren ser el eco

de tales resonancias dolorosas.

Mujeres sin dolor, cuerpos de sexo

que empapan su animal perseverancia-.


¿Quién dijo que la voz del que clamara

podría desnudar indiferencias?

¡Que clama mi dolor por lo que sufren,

y estoy sola en amor por cuantos lloran!


¡Decir mis sueños yo, la más doliente

que puso en este mundo sus pisadas!

Contaros que en el sueño de mis ojos

anidan las augustas majestades

de almas sin temblor, sin una sombra,

cubiertas por la flor de mis canciones!

Dormir y no saber; dormirme toda

y nunca despertar de mi distancia...

¿Qué puedo yo ofrecer, qué luna dulce

habría de alumbrar por mis palabras?

Volvedme a mis fronteras, nieblas frías;

volvedme a mi no ser; al gran seguro.


Están sin luz las sendas; los atajos

bañándose en la sangre derrochada.

En dientes sin blancor gimen pedazos

de carnes en agraz. Balan su ira

los castos y en temor, que nada impiden.

Transcurre todo así; bilis y sangre

debajo de los puentes lujuriosos.

Codicias y ruindad, grandes altezas

imperan bien aquí, donde yo clamo.

¡Abridme como res que todos matan,

sacad mi sangre entera, destruidme,

que quiero deshacerme entre vosotros!


-¿Soñar mis sueños ya..., decir mis sueños

en este mismo idioma de lamento?

¡No voz del mundo y mía; voz humana

que entiendan y desprecien los humanos!


Celeste y misterioso oído mío,

augusta majestad que me responde:

¿en qué pozo de luz, en qué caverna

de minas sin hollar puedo decirte

la enorme angustia mía, mi ternura,

inútiles las dos? ¡Cómo las siento

secándome la fe de mi destino!



Autora :  Carmen Conde Abellan.

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