sábado, 6 de septiembre de 2025

LOS SABADOS POESIA : VEN SIEMPRE VEN. Autor : Vicente Aleixandre.

 



Vicente Aleixandre nació en Sevilla el 26 de abril de 1898 pero transcurrió toda su infancia y parte de su juventud en la ciudad de Málaga. Posteriormente se mudó a Madrid, ciudad en la que falleció el 13 de diciembre de 1984.

Desde pequeño se sintió atraído por el mundo de las letras, sin embargo estudió derecho y trabajó durante varios años en los juzgados. Su verdadera opción por la literatura tuvo lugar a partir de una enfermedad grave que padeció en 1925, desde entonces ya no pudo separarse de la creación literario.

Durante toda su vida contó con el apoyo y la amistad de ciertas figuras imprescindibles de la lírica malagueña como Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.

Cabe mencionar que Aleixandre fue galardonado con numerosos y prestigiosos premios, entre los que se encontraron el Nacional y el Nobel de Literatura; además fue miembro de la Real Academia Española durante varios años y se lo considera una figura indiscutible de la poesía de la Generación del 27.

Entre sus obras podemos destacar "Ámbito", "Espadas como labios" y "Sombra del paraíso". 


VEN  ,  SIEMPRE  VEN .


No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente,

las huellas de unos besos,

ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,

ese resplandor contagioso que me queda en las manos,

ese río luminoso en que hundo mis brazos,

en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.


No quiero que vivas en mí como vive la luz,

con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,

a quien el amor se niega a través del espacio

duro y azul que separa y no une,

donde cada lucero inaccesible

es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.


La soledad destella en el mundo sin amor.

La vida es una vívida corteza,

una rugosa piel inmóvil,

donde el hombre no puede encontrar su descanso,

por más que aplique su sueño contra un astro apagado.


Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia,

duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,

de quemarme los labios con tu roce indeleble,

de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.


No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,

como el espacio que súbitamente se incendia,

éter propagador donde la destrucción de los mundos

es un único corazón que totalmente se abrasa.


Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte;

ven como la noche ciega que me acerca su rostro;

ven como los dos labios marcados por el rojo,

por esa línea larga que funde los metales.


Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante

que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;

ven como dos ojos o dos profundas soledades,

dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.


¡Ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo;

ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;

ven, que ruedas como liviana piedra,

confundida como una luna que me pide mis rayos!


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