lunes, 24 de diciembre de 2018

DE INOCENCIAS REPETIDAS . Autora : Teresa Rubira .


Pues yo, qué quieren que les diga. Con la que está cayendo, me niego a no utilizar la posibilidad de echar mano de mis recuerdos e ilusiones de niña. Total, ¡solo tengo que retroceder sesenta y ocho años de nada para colocarme en mi pueblo y ver caer los copos por el ventanico de la cocina...!  La nieve va regalando mantillas a los sembrados y sombreros blancos a las viejas torres...

Junto a la lumbre, madres y tías están preparando la cena de Noche Buena (con productos de la huerta y del corral, claro, que la economía no alcanza para delicatessen de fuera). Los hombres de la casa traen leña, mantienen vivo el fuego y juntan ya las mesas para que quepamos todos. Huele a cardo cocido y embutido de matanza, mezclado con el aroma dulzón de las tortas de cascallo... 

Apartando sombras de candiles, cuento... catorce primos y primas correteando por la casa de los abuelos, cuyas paredes frías se alegran con nuestras risas. Entre subida y bajada de escaleras, nos confidenciamos las cosas que hemos pedido a los Reyes Magos: una corta lista (que a buen seguro sería inaceptable para nuestros niños de hoy), en la que no falta la anguila de mazapán ¡con su cajica y todo!
           
Después de cenar, envueltos hasta con mantas, recorreremos todos la considerable distancia que nos separa del pueblo para asistir a la Misa del Gallo (Belén Viviente incluido) Bullicio, gozos, villancicos con  humo que sale nuestras bocas, botas de goma que se hunden en la senda inmaculada... ¡Inocencias repetidas! Repetidas hasta el siete de enero, entre juegos, charradas junto al fuego, colchones mullidos, braseros, y  bolsas de agua caliente que las abuelas colocan cada noche a los pies de nuestras camas.

Y, pronto, la escuela, con el lujo de enseñar  plumier nuevo y  pinturas Alpino —si acaso añadiremos una goma grande de borrar; Milán, la de siempre—

 ¡No recuerdo haber sido más dichosa en mi vida! Por eso, año tras año, quiero, ¡necesito! conservar estas vivencias, y tratar de que nuestros niños las tengan parecidas; al menos, en el espíritu de vivirlo en familia. Es lo que les acompañará siempre.

¡Feliz Navidad a todos! A los de aquí y a los que nos miran ya desde algún cielo! ¡Ah!, ¡y que los Reyes no se olviden de mi lista! Aunque ahora pinto poco, la verdad, es la misma desde entonces. Y... utilizaré la goma grande para borrar lo que no me gusta, ¡es un truco que da resultados excelentes! Con la que está cayendo... les aconsejo probarlo. 
        ¡Paz para todos!


Autora : Teresa Rubira Lorén

4 comentarios:

  1. Me ha encantado este escrito .

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  2. Muy bonito. En tiempos en los que casi se ha prohibido pronunciar la palabra navidad. Me llena de satisfacción leer este relato. Triste me sentí la otra mañana en la fiesta de la escuela cuando en una fiesta de navidad ni se mencionó un triste recuerdo al niño Jesús. Si vienen que se adapten yo no quiero faltar a nadie tan solo quiero compartir mi felicidad en un día tan especial también con los de otras religiones. A los cuales no dudare en ayudar siempre que pueda. Pero creo que no es necesario prescindir de nuestro pasado por estar con nosotros gentes de otras culturas.

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  3. Precioso y muy entrañable. ¡Cuántos recuerdos del pasado!!!
    Conchita...

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  4. Prima, ya, tienes que publicar algún libro que, te pueda producir algún beneficio.
    Como los anteriores comentarios me sumo a ellos. Y pensando que en algunos de tus relatos estaba yo.

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