miércoles, 12 de septiembre de 2018

UNA MAÑANA EN KATMANDÚ. Autor : Enrique Garralaga Robres.


Nepal es un país asiático de forma muy aproximadamente rectangular; su base  (de Oeste a Este) mide unos 600 km y su anchura (de Sur a Norte) unos 200 km. Está “incrustado” ente dos países enormes y muy poderosos económica y militarmente: al Sur, Este y Oeste limita con La India, y al Norte con China. Como estos dos últimos países no tienen muy buenas relaciones entre sí, los nepalíes viven en un difícil equilibrio entre los dos, no pudiéndose inclinar claramente por ninguno de ellos.

Este mapa rectangular lo podemos imaginar dividido así:
Una tercera parte, en forma de franja alargada, situada al Norte, colindante con China, contiene la famosa cordillera del Himalaya. Allí está el Everest, la montaña más alta de toda La Tierra (8.880 m.), así como otros 7 de los 10 picos que hay en todo el mundo que superan los ocho mil m. de altitud. La altitud media de esta región es asombrosa: casi 6.000 m. Es enormemente fría y está casi deshabitada. El grupo étnico principal, de raza tibetana, son los Sherpas, de ojos rasgados, cara redonda y piel clara.

El resto del país, situado al Sur, no tiene nada que ver con el Norte de Nepal; parece que pertenezca a otra nación. Este terreno, que es una continuación de la llanura del Ganges de La India, es mucho más bajo, y su clima es cálido. Las costumbres, raza y lenguaje, son muy similares a los de La India. La religión principal es el hinduismo (lo practican un 81 % de la población, porcentaje superior al de la propia India). El grupo étnico más importante son los Newaris, de aspecto hindú, muy morenos y oscuros de piel, y con caracteres raciales totalmente diferentes de los de los Sherpas. En esta llanura está situada la capital del país, Katmandú.




 Foto 1: Vista aérea de Katmandú. Al Norte asoma el Himalaya.

En 1959, los chinos, que habían invadido la región del Tibet, expulsaron al Dalai Lama y a casi todos los monjes budistas, que huyeron al vecino Nepal, y hoy encontramos en Katmandú dos “estupas” budistas. Aunque vienen a ellas muchos fieles en peregrinación, la mayoría son extranjeros. En Nepal, esta religión la practica tan sólo una minoría de sus habitantes. No obstante, este país es la cuna del budismo. Buda nació en una población cercana a Katmandú, llamada Lumbini, hace unos 2.600 años.

 


Foto 2: La estupa de Swayambhunath.

Las estupas son monumentos religiosos budistas de forma semiesférica, casi enteramente macizos, que contienen reliquias de santos. En ésta, nos dicen, las hay del propio Buda en persona. En su parte superior tienen una construcción de forma cuadrangular, con cuatro pares de ojos, que miran en las direcciones de los cuatro puntos cardinales. De esta forma, Buda lo puede ver todo. El conjunto está coronado por una especie de “gorro” de forma cónica, muy vistoso.
Sin embargo, Katmandú y dos ciudades de sus alrededores, llamadas Patan y Bhaktapur, contienen importantes monumentos pertenecientes a otra religión y a otra cultura totalmente distinta, la hindú. La mayoría de ellos se construyeron entre los siglos XIV y XVIII. Una agradable mañana de noviembre de 2011, mi mujer, Carmen y yo, estuvimos dando un paseo por esta ciudad. Sus calles son muy pintorescas; todo el centro de la ciudad, que parece un museo, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.




 Foto 3: Uno de los  monumentos hinduistas, en una plaza del centro de Katmandú.

Los monumentos hinduistas son aquí un poco diferentes de los de La India. Tienen una innegable influencia, que viene ya desde tiempos muy remotos, de la arquitectura china.



 Foto 4: Para nosotros, los occidentales, este sentido de lo estético nos resulta extraño y muy atractivo visualmente. Y también nos parece llamativa la gran veneración y respeto que demuestran los nepalíes por sus símbolos religiosos.

 


Foto 5: Otra calle de Katmandú. No solo atraen nuestra vista los edificios, sino también las personas que circulan por ellas.




Foto 6: Por las calles de Katmandú se pueden ver algunos religiosos hindúes. Aquí se les llama “Sadhu”, o también “Guru”





 Foto 7 .En realidad, no todos estos “gurús” o “santones” son auténticos. Algunos son europeos o norteamericanos. En los años 60 y 70 del siglo pasado se puso muy de moda entre los “hippies” de todo el mundo la filosofía hindú que se enseñaba y practicaba en Nepal. Sobre todo por la publicidad que le hicieron algunos famosos grupos musicales, como los Beatles, que visitaron varias veces Katmandú y la elogiaron mucho. Por ese motivo, esta ciudad atrajo como un imán a muchos jóvenes occidentales.




Foto 8: Todavía se encuentran personas occidentales que intentan imitar a los santones hinduistas. Pero se les nota muchas veces que no son auténticos, sobre todo por lo excesivamente llamativas que son sus vestimentas y sus gestos.

Es famosa en esta ciudad la “Kumari”, una diosa viviente, de carne y hueso. Se trata de una niña, elegida y consagrada por medio de un extraño ritual. A continuación, se le lleva a vivir al palacio de la foto 9, sin que pueda salir ni abandonarlo, estando su vida diaria sujeta a unas reglas religiosas muy estrictas. Preside algunas celebraciones, ceremonias y procesiones, y es muy venerada por los habitantes de Katmandú. Cuando llega a la pubertad, se elige otra nueva Kumari. La anterior debe salir del palacio, y aunque no es obligatorio, suele ingresar en una orden religiosa nepalí.






 Foto 9: El Palacio de la Kumari

A los extranjeros se nos permite ver brevemente a la Kumari, a cambio de un donativo. Un  guía nos introdujo en el patio interior del palacio, y nos pidió el dinero. Después, sin más preámbulo, gritó: ¡Kumari! y nos apareció en un balcón una niña con la cara totalmente pintada, especialmente los ojos, con unos pendientes enormes, un gran gorro y un atuendo extrañísimo. No nos permitieron hacerle fotos a ella.






 Fotos 10 y 11: Una Kumari. Estas fotos no las hicimos nosotros.

El turismo en Nepal, como las monedas, tiene dos caras. A pesar de su interés turístico, de las bellezas arquitectónicas que posee, y de otras muchas curiosidades, la otra cara de la moneda es que Katmandú es la capital de un país subdesarrollado, lo que se manifiesta, por ejemplo, en las viviendas de sus habitantes. En las afueras de la ciudad estas viviendas son, simplemente, unas chabolas miserables. Y en el centro de la ciudad, se aprovecha como vivienda lo que buenamente se puede.


 Foto 12: Muchos edificios de Katmandú, aún sin terminar, ya están habitados, a pesar del evidente peligro.

En cuanto a las condiciones sanitarias, la foto 13 habla por sí sola. Es el  Bagmati, río que nace en el Himalaya, con aguas frías y limpísimas, y es afluente del Ganges. El Ganges y todos sus afluentes son ríos sagrados para los hindúes y los budistas. Aunque les pueda parecer mentira, los habitantes de Katmandú utilizan las aguas de este río para casi todo. También para diversos rituales religiosos, y para purificarse. Les hablaré algo más sobre este río en la segunda parte de este artículo. En la foto 13 vemos también dos vacas pastando entre la basura. Son animales sagrados, y nadie les puede molestar ni hacerles ningún daño. Tampoco se las come nadie cuando mueren.


Foto 13: El río Bagmati a su paso por el centro de Katmandú

En los países no muy desarrollados, tampoco se cuidan mucho de la seguridad de las infraestructuras. Nos llamó la atención el cableado eléctrico. Hay cables, incluso de alta tensión, que están tendidos a baja altura, por todas las calles del centro de la ciudad. Ya entonces pensé que en caso de un terremoto, o de desprendimiento de algún edificio, las consecuencias serían desastrosas.



Foto 14: Algunos monumentos hinduistas están rodeados por una auténtica “telaraña” de cables eléctricos.





Foto 15
Por desgracia, estos temores míos se hicieron realidad sólo unos pocos años después: Katmandú sufrió un grave terremoto en 2015, que causó varios incendios y la destrucción de la mayor parte de los monumentos que henos visto en las fotos anteriores. Hubo más de 8.000 muertos. Me alegró saber, por medio de la televisión, que entre los supervivientes se encontraba la “Kumari”, a pesar de haber sufrido graves destrozos su palacio. En la actualidad, con dinero procedente de diversos países desarrollados, se está reconstruyendo poco a poco la ciudad.


 Foto 16
Fue precisamente debajo de otra maraña de cables, la de la foto 16, donde nos encontramos a una niña de unos 8 años, guapa y sonriente, que estaba sentada en el suelo, pidiendo limosna. Pero nos dio un vuelco el corazón al acercarnos y ver que tenía amputadas las dos manos; una a la altura de la muñeca, y la otra, casi a la altura del codo.
Como sólo hablaba nepalí, no pudimos saber cómo se llamaba, ni cómo era su familia, ni cuál era la causa de su desgracia. Cogimos el dinero que llevábamos encima, en euros y en moneda local, y se lo metimos en un bolsillo que llevaba cosido en la parte delantera de su falda, por miedo a que se lo quitaran otras personas. Nos lo agradeció con una sonrisa encantadora.
A continuación, Carmen sacó de su bolso unos pequeños frascos de jabón, champú, perfumes, un peine, etc, que solemos llevar por si acaso no los hubiera en el siguiente hotel, y también se los metió en el mismo bolsillo. No se me olvidará la cara de sorpresa y de alegría de esta niña, que se levantó inmediatamente, nos saludó y se fue corriendo, muy contenta, suponemos que a enseñar a su familia este pequeño “tesoro” que le habían dado unos extranjeros.
La pobre niña valoraba mucho más nuestro segundo regalo que el primero. No es que le hubiéramos dado una gran cantidad de dinero, pero estaba claro que ella no sabía apreciar su valor, por su corta edad y por la pobreza en la que, suponemos, habría vivido siempre. Lamentablemente, en cualquier parte del mundo se pueden encontrar personas que han sufrido graves desgracias. Aunque aquí en Nepal, la desgracia suele ir acompañada también de la miseria.
Nuestro encuentro con esta niña nos dejó un recuerdo agridulce. Por una parte, cierta sensación de tristeza; pero por otra parte, nos consoló un poco pensar que es verdaderamente emocionante encontrar que hay gente, incluso muy joven, que ha aceptado su destino y sabe sobrellevar sus desgracias con entereza y valor, y aún con alegría.


Autor :  Enrique Javier Garralaga Robres.

El próximo Domingo 15 de Septiembre, les ofreceremos la segunda parte titulada " Una tarde en Katmandú ".




10 comentarios:

  1. Hace pocos años tuve la oportunidad de visitar este precioso país con mi mujer. Algunos tuvisteis la oportunidad de ver el artículo y unas fotos que se publicaron en el Adarve. Comparto con Enrique la fotografía de un país rico en amabilidad, pobreza,desastres recientes por el terremoto pero jamás pierde su sonrisa.He visitado bastantes países de Asia, pero sí hay alguno que destaca por encima de todos ese es Nepal.

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    1. Coincidimos totalmente en nuestro aprecio por los nepalíes.
      Creo que si volviéramos a Katmandú, lo encontraríamos muy cambiado a causa del terremoto; aunque estoy seguro de que los nepalíes seguirán siendo pobres, pero tan simpáticos, agradables y acogedores como siempre.
      Saludos

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  2. ¡Cómo me gustan tus artículos, Enrique! Mil gracias.

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    1. Gracias por tus elogios. Es un placer escribir para gente tan agradable

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  4. Hola Enrique, ¡Qué relato más interesante y qué bonita historia!

    Continúa así, muchas gracias y felicidades por el artículo

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  5. Hoy he llegado de viaje, al abrir eshijar, he podido leer tu articulo, que, como los anteriores me ha gustado muchísimo, espero tu segundo articulo con ilusión y poder relajarme, con tú rescritura.

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  6. Muchas gracias, calandino. Tan amable como siempre.

    Te envío un afectuoso saludo.

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