jueves, 2 de agosto de 2018

PASEANDO POR LA HISTORIA : La creación de la baronia de Hijar. El ascenso de un linaje largo tiempo oscurecido. Autor : Carlos Laliana Corbera .


No es en absoluto sorprendente que en febrero de 1432, la reina María
decidiera vender de nuevo el conjunto formado por tres localidades a Juan Fernández de Híjar. Alegaba en el documento de venta que debía hacerlo «con el fin de pagar algunas deudas , de las cuales es urgente el pago y para recuperar no pocas joyas nuestras de oro y plata, por cuyo empeño recibimos diversas cantidades de dinero, al igual que para satisfacer algunas necesidades inevitables de nuestra corte. La cesión era completa, con toda la enumeración de derechos señoriales que cabe en una veintena de líneas de transcripción y que es inútil reiterar aquí, pero manteniendo en su integridad la «carta de gracia» del rey que, a cambio, aceptaba la operación de su mujer. 

 El precio pactado fueron 16.000 florines, una cifra importante pero quizá inferior al valor real de estos señoríos.  Esta afirmación se sustenta en que Juan Fernández de Híjar no tuvo reparos en
pagar una suma equivalente , es decir, otros 16.000 florines , para que
Alfonso V renunciara a la «carta de gracia», apenas transcurridos tres años.

Lo menos sorprendente es la intervención de Juan Fernández de Híjar,
un noble que vió el cielo abierto con la confiscación de las tierras de su
poderoso vecino el conde de Luna. Era la oportunidad para rehacer la fortuna familiar tras dos generaciones de relativo eclipse aposentando de nuevo la potestad del linaje sobre el curso medio del río Aguasvivas, largamente vinculado a la estirpe durante los siglos XIII y XlV. 

Juan de Híjar era plenamente consciente de lo excepcional de la coyuntura para crear un dominio señorial muy superior al que poseía hasta entonces y no dudó en poner todos los recursos a su alcance para conseguirlo. Así, en mayo de 1430 obtuvo de Alfonso el Magnánimo la donación de Lécera y Vinaceite, producto de la confiscación hecha a Federico de Luna y a uno de sus acólitos, Fernando de Sesé, que había incurrido también en el delito de traición,con los que redondeaba un compacto bloque de señoríos en la Tierra de Belchite. Es posible que esta donación fuese fruto de la fidelidad mostrada en todo momento por Juan Fernández de Híjar, pero es posible también que hiciese alguna liberalidad al tesoro real que no está contemplada en los documentos oficiales.

En los años cincuenta, Juan Fernández de Híjar tenía motivos para
sentirse satisfecho de sus logros, un sentimiento que se percibe en su testamento : 
 " union fago de los castillos, villas e lugares de Ixar, Urrea, La Pobla de
Gayen e La Pobla de Benalfajar, de Be/chit, Almonezir e La Pobla de Alborton, e de Lezera e Binazeyt, con toda la jurisdiccion civil e criminal,
mero e mixtico (sic) imperio que yo he e a mi se pertenece en aquellos, en tal manera que los ditos castillos, villas e lugares ... no pueda seyer disgregados, divididos ni separados, antes esten e permanezcan perpetualmente una baronia e un cuerpo, en la cual debían sucederle sus herederos legítimos con su mismo apellido y armas. De esta forma se consolidaba un poderoso señorío en el valle medio del Ebro, entre Zaragoza y Alcañiz, que estaba destinado a durar hasta la disolución del régimen señorial en la España decimonónica. "

Para concluir, merece la pena señalar muy brevemente lo sucedido
con el señorío del Común de Huesa, a modo de contraste con Belchite y las localidades que le están adscritas. Expropiado a Federico de Luna en febrero de 1430, Alfonso V lo entregó a su secretario, Juan de Olcina a finales de 1438,40 un ejemplo más del ascenso de los miembros de la curia del monarca, nobles de origen o ennoblecidos a través de la actividad cortesana, que encuentran en los aledaños del poder real posibilidades de adquirir núcleos de señorío nada despreciables. La enajenación dió lugar a un conflicto soterrado con las comunidades campesinas que se prolonga durante todo el siglo XV en diversas instancias judiciales e institucionales, mediante el cual estas poblaciones pretendían ser reincorporados al realengo.

 La dimensión y complejidad del pleito hace que sea imposible detenemos en él, por lo que es suficiente con recordar que los habitantes del Común de Huesa no lograron hasta 1503 una reversión al patrimonio de la corona, que, por lo demás, se mostró efímera.


Autor :  Carlos Laliana Corbera.

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