miércoles, 6 de marzo de 2024

ULTIMOS DIAS Y DESTRUCCION DEL CONVENTO DE HIJAR , AÑO 1936 . Autor : P. Leonardo de Iroz. Superior del Convento.


                                    Resultado de imagen de onvento de hijar



                                                 CAPITULO  I

La provincia de Navarra, Cantabría y Aragón, estaba convocada para celebrar Capitulo Provincial en el mes de Julio de 1936.

La Comunidad de Hijar, se hallaba constituida por los siguientes religiosos :

P. Leonardo de Iroz, superior .
P.Isidoro de Iturgoyen, vicario.
P. José de Castelseras, discreto capitular.
P. Felipe de Murieta.
P. Esteban de Zudaira.
Fr. Egidio de Mondragón, corista.
Fr. Joaquin de Adios, portero y limosnero .
Fr. Miguel de Lecumberri, sacristan y sastre.
Fr. José de Legaría, cocinero.
Fr. Bernardo de Linzoain, hortelano y limosnero.
Fr. Alejo de Vidania.

El P. José,  salió unos días antes a Tudela, desde donde pensaba acudir al Capitulo que estaba convocado en Pamplona.  También salió en su día el P. Leonardo, guardian, para Zaragoza con la misma finalidad.  En Zaragoza le sorprendio el " golpe de estado " y que se convirtio en el Movimiento Nacional .

Al no poderse reunir los religiosos para el Capitulo, hubo una comunicación del M.R. P. Provincial por la que se hacia saber que dicho Capítulo, se suspendía hasta nueva orden.  Con este motivo el P. Leonardo regresó al convento en el último coche que bajo de Zaragoza a Alcañiz.

En el convento al igual que en el pueblo, todo estaba normal y reinaba la tranquilidad.  Se sabía lo del  " golpe de estado ", pero nada más.  Tan apenas se sabia algo del pueblo vecino.  En Azaila aparecio una sección del ejercito que desde allí atacaban a Caspe.  De modo que algo habia en Caspe, ¿ Que ?.  Nadie sabia nada.  Al poco tiempo aparecieron los soldados.  Por otra parte era reclutada una quinta de jovenes y de gente en plan de tomar las armas.  Decian que iban a hacer un desfile en Madrid .

                                                CAPITULO  II


Así  llegaron al día 25.  Y aparecio el nublado, las brigadas republicanas, habian puesto sus ojos en Caspe y el Bajo Aragón.  El día 25 era domingo.  Toda la noche fué un desfile constante de coches y camiones cargados de gente que huía de Alcañiz a Zaragoza .

El día 26 , a las tres de la tarde, llegaron a La Puebla de Hijar, dos o tres trenes cargados de milicianos y al poco tiempo se veía desde Hijar y desde el convento, arder la Iglesia de Samper de Calanda.  El espanto fué enorme, personas desconsoladas que venian llorando, hombres que venian a contarnos lo que habian visto y les habian contado en Samper y La Puebla.  Todo era motivo de consternación.


VISITA AL JEFE DE LA BRIGADA

Por la noche el Juez de Instrucción D. José de Berigistain con el Alcalde del Frente Popular " El Rullo " , y el que habia sido anteriormente Alcalde de Hijar, Agustin Sorribas, se personaron en La Puebla de Hijar, con ánimo de parlamentar con el jefe de las brigadas.  Les recibio con aire amenazador, y les dijo : " Hijar ha sido un pueblo muy levitivo y lo tiene que pagar.  Esto es una guerra civil y la victoria la tenemos ganada.De ahí iremos a Zaragoza y nos recibiran en triunfo.  De Zaragoza seguiremos hacia Navarra sin ninguna dificultad.  Navarra se resistira unos días y la guerra abra terminado ".  Volvieron consternados .

De todo esto en la comunidad nada se sabía y pasamos la velada de la cena con tranquilidad.  Hubo sus comentarios sobre la forma de poder huir, pero de ahí no paso.  No se pensaba en huir porque teniamos una orden terminante del P. Carmelo, no dejar nunca el convento .  

A la mañana siguiente aún se toco la campana, hicimos la oración y celebremos la Santa Misa.  Al final se hizo la reserva del Santísimo.  Que impresión de pena producía todos esto .


VISITA  AL  PUEBLO

Obedeciendo a insinuaciones de los religiosos, el P. Leonardo se atrevío a marchar al pueblo en busca de alguna orientación.  Entre tanto los religiosos se entretuvieron en ocultar lo que podia tener mayor interes, porque nadie se imaginaba una catastrofe como la que iba a ocurrir.  Al torrero , " El Zorro " se le dio la custodía para que la guardara, hasta la vuelta y así lo hizo gustosamente.

En el pueblo silencio sepulcral, ansiedad profunda, caras de espanto .  Cuantos me veian me aconsejaban fugarse inmediatamente.  Fué a visitar al Sr. Coadjutor, Don Luis Turón y en cuanto le vío le dijo :  " huyan inmediatamente.  Vienen matando.  En La Puebla han matado a varios.  Al preguntarle por el Sr. Parroco, me dijo :  " Se ha marchado con la familia de Esponera.  Todavía en la calle una mujer le dió un traje de su hermano para que pudieran disfrazarse.  Luego se volvió al convento.

En la comunidad, cada vez era mas desconcertante la impresión, pero nunca parecía motivo de desesperación.  Se hablaba de huir a Zaragoza, pero nos detenía la consigna dada de no abandonar el convento, ademas tampoco encontrabamos medio para hacerlo.

Por la tarde, era el día 27, hacia las seis pasarón unos camiones llenos de milicianos, pero siguieron al pueblo y se hicieron dueños inmediatamente por no encontrar ninguna resistencia.  Luego apareció en llamas el Calvarío y también humeaba la Parroquia, la Iglesia de San Blas y el Carmen ,  esto nos hizo ver la gravedad de nuestra situación.

Para estos momentos los religiosos ya se habian provisto de algunas ropas para sustituir al habito.  Con la cena terminamos los últimos comestibles y nos fuimos a descansar, pero el P. Esteban quedó en vela, por si ocurría algo desagradable .
                                                       
                                                   CAPITULO  III



NOCHE  DE  TERROR .

A las doce de la noche o una de la mañana hubo una llamada fuerte en la porteria.  Era Perico, el cochero de Doña Carmen Mosso , quien nos dijo de su parte : " Huyan inmediatamente ", porque vienen robando y matando sin conpasión.  Ellos, Doña Carmen y su hijo D. Luis con su sobrino Jaime que estaba con éllos, acompañados de D. José Beguiristain, su señora y dos hermanos huyeron a Zaragoza.  ¿ Que haciamos en trance semejante ? .  Lo unico que se nos ocurrío fué abandonar la casa y guarecernos como pudieramos en la huerta.  Nada ocurrío.

Por la mañana celebremos todos la Santa Misa y desayunemos café con pan, pues era lo unico que había.  A la vista de la situación en que nos encontrabamos y que sabiamos que ninguno nos podia cobijar, ni cargarse con nuestra responsabilidad, el P. Guardian dejó libertad a los religiosos para que cada cual buscase el mejor modo para guarecerse.  El mayor peligro era Fr. Joaquin de Adios.  Se le señalo con tiempo una casa, en donde estaba muy bien atendido y tratado con todo cariño.  Como sitio donde podemos reunir a fin de enterdernos y comunicarnos se señalo " Los Palomaricos ", por ser de todos conocido.  Inmediatamente algunos se encaminaron hacia allí.

El P. Esteban fué al pueblo inducido por el P. Superior, por si lograba alguma impresión que nos pudiera orientar y dirigir.  Fr. Egidio marchó también al pueblo para ver lo que ocurría y no viendo solución alguna se propuso huir a Zaragoza.  Fr. Miguel y Fr. José buscaron socorro por alguna casa, pero al fin su salvación fueron las cuevas y los cañaverales.

Pensando logicamente, que los milicianos vendrián al convento el P. Leonardo, Fr. Bernardo y algun otro más, salieron a la huerta, pero para mayor seguridad pasaron al otro lado de la tapía, a la huerta de " El Zorro ".  Desde allí vigilaban perfectamente lo que podia ocurrir en el convento .


UNA  IDEA  PROVIDENCIAL

Fué la de Fr. Bernardo.  Como no teniamos nada para comer él con algun otro cogieron algunos conejos y gallinas y las llevaron a casa de " El Zorro ", para que la María, la esposa, nos pudiera servirlos en algun momento de necesidad.  Se acordo de que habian quedado sobre la mesa del comedor, dos panes enteros y se atrevio a ir a recogerlos.  Volvio con ellos, pero con una cara de espanto que daba miedo.  Ya estaban dentro.  Había oido sus gritos y efectivamente,  al poco tiempo los pudimos ver a traves de las ventanas y luego aparecieron tres en la terraza de la biblioteca.  Con todo vimos que todo estaba perdido y sin más nos fuimos a guarecer a " Los Palomaricos ".

                                             CAPITULO  IV


HORAS  DE  ESPANTO

" Los Palomaricos ", es un lugar pintoresco, muy a propósito para pasar una tarde de campo, pues tiene agua corriente y es camino que va de Hijar a Samper de Calanda, siguiendo la huerta de las vegas.  Allí nos fuimos reuniendo y el último que acudio fué el P. Esteban.  Nos trajo malas impresiones del pueblo.  Al ver como rompian a hachazos, la puerta de la casa del Coadjutor, se atrevió a preguntarle que intenciones traian al obrar así .  También pasó sus momentos de apuro, estando hablando en la calle, se le puso delante un chaval, el monaguillo de la Parroquia y por lo visto le reconoció, pues le sonreía.  Esto le movió a huir cuanto antes .


LA  COMIDA 

La comida fue frugal, como puede comprenderse fácilmente.  Nos reunimos seis comensales : P. Leonardo, P. Isidoro, P . Felipe, P. Esteban, Fr. Bernardo y Fr. Alejo. ¿ Que podiamos comer ?.  A la hora de la comida se presento Antonio Ferrer, " El Moreno ", muchacho muy de casa, sincero amigo y de completa confianza.  María la mujer de " El Zorro ", instrumento providencial de Fr. Bernardo, nos habia preparado un gran conejo y nos lo trajo para remediar la necesidad.  Comimos tranquilamente y aún hubo tiempo para algún comentario, le quedemos muy agradecidos y se volvio sin que le pudiéramos disponer nada para otra ocasión.  Menos mal, que bueno es el silencio, que acostumbrados como estabamos a la siesta, nos quedemos haciendo el reposo, pero en un silencio completisimo.  De pronto...


LA  DESBANDADA

Como bandada de palomas que, sorprendidas por un disparo, se desconciertan y echan a volar en todas dirrecciones, así nos ocurrio a nosotros , estando tranquilamente en el reposo hubo un disparo de fusil a pocos metros de distancía.  Todos tuvimos el mismo pensamiento, nos buscan ,  y sin decir ni una palabra comencemos a correr pecho arriba, hasta la primera cima , ya era otra vertiente y allí encontremos algún refugio.  El P. Leonardo se cayo en la pendiente y se quedo al lado de una piedra.  Alli, se quedo sin quererse mover y gracias a que la piedra resulto ser hueca por debajo, pudo ocultarse bastante bien.

El P. Isidoro y Fr. Bernardo continuaron bajando hasta el fondo, y allí, debajo de las hierbas y ramas de la esponda se colocarón perfectamente.  Los P;P. Felipe, Esteban y Alejo se escondieron en una acequia , desde allí se oyeron algunos disparos, señal de que continuaban nuestras busquedas.


INSPIRACION  Y  DECISION  SALVADORA .

El P. Leonardo fué sorprendido en su refugio por el P. Esteban.  Muy pocas palabras.  La ocasión y el sitio no se prestaban para más.  esto esta muy mal, dijo el P. Esteban.  Conforme el P. Leonardo.  Pero  ¿  A donde vamos ?.  No hay más que un camino a Lecera pasando por La Cultía.  Y como pudo le hizo alguna indicación, porque el tampoco lo sabía. ¿ Nos podemos marchar ?.  Ya pueden, y los tres se pusieron en marcha inmediatamente.

El P. Isidoro y Fr. Bernardo que estaban en la hondanada vieron tres individuos que venian por el monte.  Eran los que nos buscaban.  Pasaron cerca de la piedra donde estaba refugiado el P. Leonardo.  Se pararon un poco, pero no ocurrió nada más.


EL  RECLUTAMIENTO .

El Padre Leonardo, se encontraba solo, cuando el sol ya se oculto.  Salio de su escondite y se dirigió hacia el convento.  Luego lo vio todo él en llamas.  Se dio cuenta de la tragedia, y no pudo disimular la tragedia de la pena.  Fue caminando con toda precaución  y después de haberse detenido varias veces en el camino, llego a la torre el " El Zorro ".  Allí estaba Fr. Bernardo que acababa de llegar.  Nos dijeron lo que habiamos comprendido, que nos buscaban para matarnos, como le pegaron fuego al convento después de haberlo rociado con gasolina.  Nos contaron lo que habia ocurrido con el pobre Fr. Egidio, e.p.d. como después de haber visto lo que ocurría en el pueblo penso huir a Zaragoza, por la via del ferrocarril.  Al mismo tiempo que se iba pensó en coger algo de casa, pero mientras iba hacia el convento, lo alcanzo un grupo de milicianos y ya en casa pretendió escaparse por la huerta, pero al saltar la tapia de la huerta de " El Zorro ", le echaron el alto, le cogieron y se lo llevaron .

Nos pidieron que nos marcharamos, cosa que hicieron inmediatamente Fr. Bernardo y el P. Leonardo.  José mismo nos dio las instrucciones más precisas para poder hacer el viaje ,  la dirección, Hijar - Valdemaguin, La Cultia y Lecera.  Antes de salir quisieron hacer algo por saber y ver si se podia hacer algo para unirse con ellos.  Llamaron a la Torre del Pino y ni siquiera les abrierón.  Estaban consternados.  Desde dentro les dijeron  que a Fr, Egidio lo habian llevado a la carcel.  Antonio el padre de familia, también estaba detenido por haber intercedido por el fraile.  De los otros frailes nada se sabía.  Debian estar escondidos en las orillas del rio.


ULTIMO  INTENTO .

Viendo que nada podian lograr Fr. Bernardo y el P. Leonardo fueron a la Torre del " Mata Coles ", donde sabian que estaba el P. Isidoro.  reunidos los tres, se propusieron tomar las de villa-diego.

El matrimonio " Mata Coles ", se porto maravillosamente, la Catalina nos dio tortilla para el camino.  José el marido, nos dio las últimas instrucciones, para el viaje y nos acompaño hasta el punto en que no teniamos ningun peligro de desviarnos.  Nos despedimos muy agradecidos y animados de cierta ilusión.


                                             CAPITULO  V

HACIA  LA  LUZ

Eran las 10,30 horas de la noche.  Una noche clara, luna llena, soplaba un aire que casi hacia frio.  Al principio nos iluminaba ademas la luz de la Ermita de la Virgen del Carmen, envuelta en llamas.  Nuestra impresión era de angustia por lo que habíamos pasado y por lo que habíamos dejado atras.  No teniamos ganas de hablar, pero a veces se repetia el mismo comentario : eramos once en la comunidad y vamos solo tres.  Dos ya sabiamos donde estaban,  ¿ pero los otros seis, dónde y como estaran. ?


 VALDEMAGUIN

A las doce, hora que nos habiamos señalado, llegamos a Valdemaguin.  Allí estaban los hijos de José " El Zorro ".  Para encontrarnos llamamos a una puerta y no nos quisieron abrir ni decir una palabra.  Después nos dijeron que tenían miedo, si colaboraban con nosotros .

Seguimos adelante y a las dos de la mañana nos encontremos con que la luna se habia ocultado y una bifurcación del camino, nos llevo aún camino sin saber como seguir.  Menos mal que vimos una casa de campo, llamemos a la puerta y nos abrieron inmediatamente .


LA  CULTIA

Sin darnos cuenta habiamos llegado a La Cultía.  Bajo toda la familia y después de saludarnos amigablemente nos hicieron conprender que estabamos en La Cultía.  Era una familia buenisima y muy conocida del convento.  Nosotros les contemos nuestras impresiones de lo que ocurría por el pueblo y de lo que habia ocurrido con nosotros.  Nos hicieron saber como era mucha la gente que por allí pasaba huyendo a Zaragoza.  En aquel momento estaba lleno la masada, de gente que a la mañana pensaba marchar hacia Belchite.  Pasamos una hora descansando.  Tomamos un refrigerio y ya, un tanto reanimados, seguimos la marcha hacia las tres.  A las seis llegabamos a las puertas de Lécera.


YA  ERAMOS  LIBRES

A la entrada un guardía con dos soldados. ¡ Manos arriba !. ¿ De donde vienen ?.  Somos capuchinos que venimos huyendo desde Hijar. ¡ Bajen las manos !  A las doce de la noche han llegado otros tres. ¡ Alabado sea Dios !.  Ya somos seis. !  Eran los tres que iniciaron la marcha saliendo del escondite en la fuga de " Los Palomaricos ".

Fuimos a buscarles.  Que alegria al encontrarnos los seis.  Fuimos a desayunar, pero luego nos llamaron a la comandancia.  El Sr Comandante quiso conocernos porque habia estado de Jefe en Hijar y Albalate y hablando se conocieron el P. Leonardo y él .  Después de unas palabras de conversación, nos dio el pase para Zaragoza.


A   ZARAGOZA

Salimos inmediatamente, rabosante de gozo, como quien se ve libre de una pesadilla.  En Belchite se unieron a nosotros, los hijaranos que también habian huido.  En estos momentos la animación era enorme en todos, todos conocidos y regocijados al vernos libres de lo que habiamos pasado.  LLegemos a nuestro convento de Zaragoza, la alegría fué indecible y todos nos miraban con compasión por lo que habiamos pasado.  Aquella misma tarde en el rapìdo, salimos todos para Pamplona, menos el P. Leonardo que aconsejado por los hermanos, se quedo para ver la suerte de los que faltaban.


LA  ALEGRIA  COMPLETA

En medio de nuestra satisfacción, nuestra alegría no era completa , había en todos una ansía y flotaba una esperanza que la sostenia.  Suspiraban por los que faltaban.

La primera noticia de consuelo fué de Fr. Joaquin de Adios.  Al día siguiente de nuestra llegada nos dijeron, que lo habian visto en la ciudad.  En el convento no apareció.  Entonces el P. Leonardo que conocia la amistad que le unia con D. Ildefonso Gros y la confianza con que se trataban, llamo para hablar por telefono.  Efectivamente le dijeron que allí habia estado el día anterior, llego muy decaido y desconsolado, no hacia más que llorar y se le veia muy mal trajeado.  Allí comió y le vistieron.  Despuès de comer descanso un rato y en el rapido de la tarde marcho con animo de descansar en Campanas y Vidaurreta.

El día de la Porciúlcula, por la mañana llegaron Fr Miguel de Lecumberri y Fr. José de Legaría.  Los dos fueron directamente al Pilar.  Allí se confesaron y comulgaron con ánimo de ganar la indulgencia.  Fr. Miguel que no tenia más que el pantalon y la camisa, después de recibir la absolución le dijo al confesor :  Padre, ¿ ya podre comulgar de esta forma ?.  Hombre, busque alguna chaqueta, " soy un capuchino que viene huyendo de Hijar ".  Valla inmediatamente al comulgatorio.  

Nos contaron sus andanzas, como se entretenian haciendo alguna visita por las casas de los amigos, se ocultaban en una cueva y entre los cañaverales...  Para emprender la huida acudieron a la Torre de El Pino.  Ya habian dejado libre a Antonio y él mismo fué quien los instruyo y les acompaño hasta ponerles en el camino de Lécera.  Vinieron muy agradecidos de aquella gente, pero sobre todo, se hacian lenguas de Antonio Mallor, el de la Torre del Pino.

Al igual que los demás, vinieron a presentarse a Pamplona.

A honra y alabanza de Dios.  Amén.



Autor :  P. Leonardo de Iroz.

( Documentación facilitada por la familia Gerique. )

1 comentario:

  1. Me imagino, la gran aventura de estas personas, que franciscanos y civiles, por una guerra civil, tuvieron que, pasar calamidades y supieron reconocer a la gente que les ayudo.

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