Azul y blanco es el manto
que la pureza bordara
y envuelve a nuestra Señora
despertando la alborada.
Y tiene ya en la mirada
brillo de amor y ternura,
y en el viente, criatura
preparando su llegada.
Lunas, estrellas, luceros,
corona le hacen de plata,
y el sol alumbra el camino
de su belleza sagrada.
Se escuchan avemarías
de la garganta, hasta el alma,
para rogar de su mano
la paz, la salud, la calma…
¡Ella es la luz que nos brinda
la fe de cada mañana!
¡El corazón que protege,
y el regazo que nos guarda!
¡Ella destierra la sombra
si nuestra vida se empaña
y nos enseña el camino
que conduce hasta la Gracia!
Dejamos, pues, en su trono,
la oración, y la llamada:
¡Escúchanos, santa Madre,
Virgen, Pura, Inmaculada!
Amen.
Autora : Teresa Rubira.
Amén
ResponderEliminarContigo tenemos bastante para cumplir con la virgen
ResponderEliminarMuy bonita, como siempre.
ResponderEliminarPreciosa!!!
ResponderEliminarComo siempre prima, preciosa y muy bien explicada, lo que llevas dentro de ti, lo nos lo haces sentir.
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