CRECEMOS. Es empleado agrícola y vecino de Híjar desde hace casi tres lustros cuando dejó su Marruecos natal.
Hassan Sallali sonríe cuando le preguntan por su vida en Híjar, una etapa que comenzó hace casi 14 años cuando puso un pie en la localidad. Atrás dejó su Marruecos natal para seguir los pasos de su padre, que ya se había trasladado a España tres años antes. Desde entonces fue Híjar su destino y es donde vive y trabaja. De hecho, mantiene el mismo empleo. «Llegué un primero de abril y en julio encontré este trabajo muy cerca del pueblo, el jefe me ayudó con los trámites y todo este tiempo después sigo estando muy contento», dice. Trabaja con el aclamado tomate rosa de Híjar, una labor a la que ya le tiene cogido el truco. «Las ‘cosicas’ del tomate las entiendo muy bien después de tanto tiempo», ríe.
La felicidad que muestra en el invernadero la traslada fuera porque dice que ha encontrado lo que una persona busca cuando deja su país. «Quieres mejorar tu vida y yo vine para eso y no para hacer daño a nadie, hay algunas personas que causan problemas y si metemos en el bote a todos… es normal que haya desconfianza», reflexiona. Además, en Híjar dispone de mezquita, «lo más importante junto al trabajo», en un local que tras un tiempo en alquiler compraron entre varios fieles. A Sallali no solo lo conocen sino que lo han visto formar una familia. Llegó con 18 años y con 21 se casó en su país para regresar a Híjar con su esposa. «Tengo 32 años y tres hijas que nacieron en Alcañiz porque es donde hay que ir pero son hijaranas», sonríe.
Es una de las personas que está revitalizando el centro del pueblo porque se compró una casa que va arreglando «poco a poco». En cuanto a sus vecinos, solo tiene buenas palabras. «Estoy feliz, nos conocemos y nos ayudamos todos. Lo mismo con el ayuntamiento, siempre se colabora en lo posible», concluye.
Fuente : www.lacomarca.net
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