Lo que empezó como un grupo de mujeres y hombres que se juntaban en el cabezo de la cruz, aporreando cacharros la medianoche del viernes santo, se ha convertido en un grupo de mujeres y hombres, que aporrean tambores y bombos desde la medianoche del viernes santo. Pero la Semana Santa que vemos y vivimos en la actualidad, no se parece a la que vieron y vivieron nuestros antepasados hace quinientos años.
Primero llegaron los franciscanos, que pensaron que si íbamos todos vestidos iguales, estaríamos más canónicos. Y nos pusieron una túnica negra; como el color de su hábito; en lugar de morada que es el color litúrgico de La Pasión. Paralelamente fueron apareciendo los primeros tambores y los bombos. Al principio pocos, pero luego cada vez más. Los bombos no han cambiado mucho, se siguen haciendo de madera y piel de vacuno. Se decoran con franjas de colores e incluso con escenas de la pasión; los hay que anotan en el parche los años que llevan sacándolo o ponen adhesivos de los sitios en donde han tocado. En lo que no han cambiado es en su forma circular, bueno, a excepción del bombo triangular del “Tío tetícas”, del que nos habla Antonio Lasala en su libro. Los primitivos tambores también eran de madera con los parches de piel de cabrito. Muchos años después, empezaron a fabricarse de latón o cobre; estos ya incorporaban los bordones de tripa de animal. A mediados del siglo pasado aparecieron los de metal, los parches de plástico y los bordones de materiales sintéticos.
El sonido se había vuelto espectacular; como los toques. ¡Que suban!, ¡Que suban! ¡Que suban las imagenes!. La vieja, el racatapla, la almudera o la palillera y tantas otras, que suenan y resuenan por las calles. Las primeras procesiones, las más antiguas, las más hijaranas son los Despertadores y el Pregón. Ambas procesiones tienen un recorrido común por las calles de la villa; del barrio judío al de los cristianos viejos y por la calle mayor a la parroquia de los cristianos nuevos. Y es así desde hace quinientos años. Para que no nos olvidemos de cómo empezó todo. Sin embargo, romper la hora es algo más reciente. Los hijaranos rompen la hora en la Plaza de la Villa. Aunque no siempre fue así. También la hemos roto, en la Calle Mayor, en la Carretera y hasta en San Antón. La cosa es Romper la Hora donde sea.
La imaginería también ha cambiado. Nuestros antepasados sacaban en procesión las imágenes que se hallaban en la iglesia. Las bajaban de los retablos, las colocaban en una peana y las llevaban en procesión. Un par de pequeñas peanas que se llevaban entre cuatro, daban para toda la Semana Santa. Poco a poco, se convirtieron en peanas permanentes, y estas en pasos procesionales. De unas pocas imágenes a tener todo el programa de la Pasión de Cristo.
Ahora, vienen de todo el mundo a ver la Semana Santa de Híjar. Hemos salido en el NODO, en TVE y hasta en el Cine. Y todo empezó con un grupo de hombres y mujeres, que aporreaban cacharros en el cabezo de la Cruz.
Autor : Almuayad Royo .
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