Don Pedro de Alcántara fue hijo único de los Duques de Híjar, Señores de la Baronía y Casa de Híjar, en Aragón, y por lo tanto heredero de los títulos y estados de la misma.
De sangre real, aunque bastardeada, los miembros de esta Ilustre Casa, creada para Don Pedro Fernandez, primer Señor de la Baronía (por donación de su padre el Rey Don Jaime I El Conquistador, para premiar sus grandes y leales servicios, según testamento otorgado en Perpiñan a 22 de abril de 1.268, añadiéndole ademas al Fernandez el renombre «de Ixar»), acumularon a lo largo de los siglos tantos bienes, títulos y honores que situaron a esta Casa entre las mas importantes de España y sin duda una de las primeras de Aragón. Estos títulos y estados los heredó nuestro biografiado, IX Duque de Híjar(1), título principal de la Casa, a la muerte de su padre Don Joaquín-Diego el día 26 de noviembre de 1.758.
Esta es la relación de sus títulos, por orden en que llegaron a la Casa, sin que podamos asegurar sea exhaustiva:
Duque de Híjar. Título de 1.483 con Grandeza de España.
Conde-Duque de Aliaga. Títulos de 1.461 y 1.487, con Grandeza de España.
Duque de Licera. Título de 1.493 con Grandeza de España.
Conde de Belchite. Título de 1.496.
Conde de Salinas. Título de 1.470
Conde de Ribadeo. Título de 1.431
Conde de Vallfogona. Título de 1.600
Conde de Guimera. Título de 1.599
Marqués de Orani. Título de 1.624
Marqués de Almenara. Título de 1.587
Marqués de Montesclaros. Título de 1.530
Conde de Palma del Rmo. Título de 1.507 con Grandeza de España.
Vizconde de Illa, Evol, Canet de Mar, Alquerforada, Ansorell, …
NATURALEZA
Nació: en Villarubia de los Ojos del Guadiana, Ciudad Real, el 25 de noviembre de 1.741, siendo bautizado el día siguiente, conservando la naturaleza aragonesa.
Sus padres: Don Joaquín-Diego de Silva y Fernández de Híjar, Portocarrero y Funes de Villalpando (1.721-1.758) y Doña Maria Engracia Abarca de Bolea y Pons de Mendoza, Ximénez de Urrea y Bermúdez de Castro (hija del IX Conde de Aranda D. Buenaventura, Duque de Almazán y Marqués de Torres, y por lo tanto hermana del célebre Conde de Aranda D. Pedro Pablo, ministro de Carlos III), muerta muy joven, con sólo 28 años, el día 12 de junio de 1.750.
Casó: con Doña Rafaela de Palafox (hija del VI Marqués de Ariza y Almirante de Aragón Don Joaquín-Antonio de Palafox Rebolledo Centurión y Córdoba, y de su segunda esposa Doña María Croy de Havre o Abré), nacida el 12 de junio de 1.744.
La ceremonia la ofició el Cardenal-Arzobispo de Toledo D. Luis Antonio, Marqués de Teba, en Madrid el 16 de julio de 1.761.
Sus descendientes fueron:
D. Agustín-Pedro, que sigue en la Casa y Títulos que fueron heredados, a su muerte en 1.717, por su única hija Doña Francisca Javiera de Silva, habida de su matrimonio con Doña María Fernanda Fitz-James Stuart (de la Casa de Berwick), pero que muerta sin tomar estado al año siguiente, 1.718, pasaron Casa y Títulos al hermano de su padre…
D. José-Rafael, jefe de la Casa de Híjar por las circunstancias antedichas.
Doña Teresa de Silva y Palafox…. y
Doña María del Pilar de Silva y Palafox, que casó a los 17 años con su tío de 65, el ya viudo X Conde de Aranda, D. Pedro-Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, último Conde de Aranda de la Casa de Urrea al extinguirse la misma con la muerte sin sucesión de su hija Doña Maria Pilar Abarca de Bolea y Silva, casada a su vez con el Marqués de Mora.
El título de Conde de Aranda recayó entonces en la Casa de Híjar, a la muerte de D. Pedro-Pablo en 1.798, heredándolo el X Duque de Híjar D. Agustín-Pedro, primogénito de nuestro Hermano Mayor D. Pedro de Alcántara Fadrique.
De los enlaces anteriormente citados se deduce que D. Pedro de Alcántara Fadrique no fue Conde de Aranda de derecho a pesar de recaer este título en su Casa cuando todavía vivía, aunque sí tuvo la representación del Condado de Aranda durante la Guerra de la Independencia.
HONORES Y CARGOS
Los títulos antes reseñados llevan cuatro Grandezas de España de primera clase inherentes a los mismos como se ha indicado. En cuanto al resto de cargos y honores citaremos:
Gentilhombre de Semana de Exercicio (luego de Cámara), en febrero de 1.764.
Caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III, en septiembre de 1.771.
Caballero Mayor de la Princesa, en 21 de agosto de 1.775.
Mayordomo Mayor de los Reales Hospitales General y Provincial de Madrid, el día 6 de abril de 1.780.
Caballero del Toisón de Oro, por merced de Carlos III, el 23 de abril de 1.780.
Caballero de la Orden de Santiago, por Oficio Real de 6 de febrero de 1.787.
Presidente del Consejo de Ordenes, el 13 de febrero de 1.789.
Miembro del Consejo de Estado con Honores de Caballerizo Mayor de la Reina, el 5 de noviembre de 1.795.
Entre los cargos honoríficos no palaciegos citaremos los de:
Socio de Honor de las Reales Sociedades de Vascongadas y Sevilla.
Hermano Mayor de la Congregación de Nuestra Señora del Pilar, de Madrid, en 1.786, para la que pidió y consiguió una reliquia del Cabildo de Zaragoza.
Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna, de Zaragoza, en 1.804, según consta en el «Libro de Resoluciones y Nombres de los Hermanos de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna».
Con este cargo de honor llegamos al tema central que ha propiciado esta reseña biográfica del primer Hermano Mayor de la Cofradía, en la que hemos puesto de manifiesto su alta cuna, su gran relevancia social, la estima que mereció del Rey Don Carlos III y la preeminencia que logró entre la clase noble española de su momento.
A continuación nos resta justificar su gran religiosidad y calidad humana que le llevaron a honrarse y a honrar a la Cofradía con la aceptación del cargo de Hermano Mayor. Esta aceptación no nos sorprenderá, aunque pudiera, de un hombre tan encumbrado y residente en la Corte, por la trayectoria religiosa de este gran Duque de Híjar y la de sus antecesores que como descendientes de Jaime I tenían ya el privilegio de llevar en las procesiones el estandarte de la Redención de la Merced.
Sin remontarnos muchas generaciones, concretamente el VII Duque de Híjar, Don Isidro Francisco Fadrique y de sus dos consortes, se dijo que fueron muy religiosos «teniendo gran aprecio a las reliquias y objetos santos», ya que guardaban una de las tres llaves del arca que contenía el cuerpo del P. Selleras(2) y que llegó a poder de nuestro Hermano Mayor al habérsela entregado la Duquesa de Villahermosa: Este mismo Duque enriqueció la Ermita de San Isidro (patrón y especial protector del Señor Duque) de la Puebla de Híjar, con una imagen de culto de su patrón con corona de plata; asimismo su segunda esposa, Doña Prudenciana Portocarrero, ya viuda, mandó reedificar la ermita de San Antonio.
En general podemos afirmar que la Casa de Híjar contó con titulares muy cristianos y caritativos (el I Señor, D. Pedro Fernández fue considerado «Caballero de profunda y practicada fe cristiana»), terminando su vida alguno de ellos en conventos profesando como frieras, tal es el caso del II Barón, D. Pedro Fernández de Híjar y Gis (1.299-1.318), que ingresó en la Orden de Santo Domingo, o el IV Barón, D. Pedro Fernández de Híjar y Alagón (1.340-1.383), que ingresó en el Cister de Rueda donde murió en olor de santidad.
Son numerosas las donaciones que los duques hicieron para la construcción de iglesias y ermitas en los pueblos de su baronía. El II Barón, ya citado, consiguió del Papa Juan XXII, el Cardenal francés Euse, gran amigo de Aragón, que en 1.319 se elevara a Colegiata la iglesia parroquial de Híjar. Lo mismo podemos decír de la constancia con que se aplicaron a la construcción de hospitales o a la dotación generosa de los ya existentes.
Con tan cristiana progenie no nos podemos extrañar que nuestro Hermano Mayor, del que está documentada su religiosidad y caridad, consiguiera multitud de Breves papeles sobre oratorios y otras prebendas. Este Gran Duque mandó edificar las iglesias parroquiales de Urrea de Gaén, La Puebla de Híjar y Vinaceite, en las que dejaron muestra de su talento artistas de tanta fama como Goya y Bayeu, entre otros.
Podríamos seguír con un largo etcétera que resumiremos afirmando su gran labor al servicio de la religión y de los pobres ejerciendo su patronato, asistencia y protección a congregaciones religiosas, fundaciones conventuales o cofradías como es el caso de la Cofradía del Santísimo Cristo a la Columna.
En cuanto a su ascenso social en la Corte podríamos preguntarnos las causas de tal encumbramiento y trazar un símil con su actividad religiosa al servicio de Dios y de sus semejantes, pues fue un fiel servidor de la Corona, la cual le colmó de honores y cargos de confianza en los que repitió mandato por sus grandes méritos, llegando en el reino de Carlos IV a vender su vajilla de plata, año de 1.798, para con su importe socorrer al Rey que atravesaba momentos de penuria económica por lo cual recurrió a nuestro Hermano Mayor en solicitud de ayuda, que le fue concedida generosamente a pesar de que también la necesitaba el Duque para su Casa, mermada de caudales por entonces como consecuencia de desembolsos recientes efectuados para socorrer a los pobres y a las obras de beneficencia que atendía. Pero primero el Rey, tal era su lealtad.
Otra faceta del Señor Duque fue la literaria, modesta si la comparamos con la de su hijo y sucesor Don Agustín-Pedro, como podemos ver en el tomo I de «Bibliotecas Antigua y Nueva de Escritores Aragoneses», de Latassa, donde se citan impresos dos discursos: el primero pronunciado en el Consejo de Ordenes, del que era presidente, el día 3 de enero de 1.791 a consecuencia de lo mandado por S.M. D. Carlos IV, e impreso en Madrid de orden del Consejo. El segundo pronunciado en el Real Consejo de Ordenes el 2 de enero de 1.792 a consecuencia del mandato de S.M. y también impreso en Madrid, de orden del Consejo, en la oficina de Sancha. Este último versa sobre el «Egoísmo en relación con la política», donde se fustiga el egoísmo y se ensalza el honor como virtud ejemplar de todo hombre público.
SU MUERTE
Existe, en todos los autores consultados (Laborda, Castillo Génzor, García Ciprés, García Carraffa, Latassa,…) como un velo de silencio sobre el lugar, fecha y circunstancias de la muerte de nuestro biografiado. Ninguno de ellos se pregunta por estos datos, simplemente lo silencian.
Rastreando estos autores se conoce algún dato posterior a 1.792, fecha en que Laborda indica que transfirió el título de Duque de Híjar a su hijo Agustín-Pedro. También en 1.799 mandó exhumar el cadáver de su madre, enterrado el la Iglesia de San Francisco de Zaragoza, y colocarlo en un arcón de piedra con esta inscripción: «Capilla de San Cristóbal, en San Gil, propiedad de los Señores Duques de Íxar».
Igualmente, también durante la Guerra de la Independencia, concretamente entre 1.808 y 1.809, se traslada su familia a Cádiz a causa del asalto que sufrió su palacio de la Carrera de San Jerónimo en Madrid, donde residía, como consecuencia de la hostilidad que tuvo hacia las tropas francesas ocupantes.
Y poco más, por lo cual damos por terminada esta breve reseña biográfica.
Fuente : www.cofradiacolumnazgz.com
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