Visité Israel en 2015. Volví en mayo de 2023, pocos meses antes del fatídico 7 de octubre de ese mismo año, día en el que como ustedes saben, se produjo una incursión de palestinos de la organización Hamas en la zona israelí colindante, en la que causaron más de 1.200 muertos, la mayoría de ellos civiles; regresaron llevándose prisioneros unos 250 rehenes, de los que algo más de 100, aún continúan en su poder. Ese mismo día, les declaró Israel la guerra que aún hoy continúa, y que ya ha causado bastantes muertes; se calcula que más de 40.000.
La ciudad de Belén está muy cerca de Jerusalén, a poco más de 10 km. de distancia; pero ya pertenece al enclave palestino de Cisjordania. Evidentemente, no es posible visitarla en estos momentos. La inmensa mayoría de los palestinos son musulmanes; como hay muy pocos palestinos cristianos, y como además se vive allí en un ambiente prácticamente de guerra, Belén estará totalmente solitaria en estas fechas navideñas. Este es el motivo por el que me he decidido a recordar mi visita a esta ciudad. Fue en 2015; entonces, presentando el pasaporte, se cruzaba la frontera entre Israel y Cisjordania sin ningún problema.
Yo me había forjado mentalmente una imagen de la ciudad de Belén parecida a la que sugieren nuestros populares belenes. Recuerdo que en Nápoles visité una calle en la que todas sus casas son tiendas de belenes; algunos de ellos son muy grandes y muy detallados, con muchas casas, talleres, personajes, animales, ríos, montañas, etc. De allí trajo a España esta costumbre el Rey Carlos III, en 1759, costumbre que cuajó inmediatamente en nuestro país. También entre nosotros hay mucha tradición de representar, a veces en vivo, las escenas típicas con el Portal, el palacio de Herodes, los pastores, los Reyes Magos, etc.
Pero la ciudad de Belén auténtica no se parece absolutamente en nada a esta imagen idealizada que yo traía. A decir verdad, es más fea; a lo que hay que añadir que ahora estará muy solitaria y triste, como corresponde a todo el territorio de Cisjordania que, si bien no está oficialmente en guerra, en la práctica ocurren casi a diario conflictos armados con el ejército israelí. A fin de cuentas, los cisjordanos también son palestinos, como sus hermanos de Gaza.
Panorámica de la Ciudad de Belén
El paisaje de los alrededores de Belén es pobre y desolado. La agricultura es también escasa, y hay muy poca industria. Esta ciudad, como vemos en la fotografía anterior, no tiene gran atractivo. Sus poco más de 30.000 habitantes son gente pobre, como casi todos los palestinos. Circulan por sus calles automóviles, furgonetas, y también algunas caballerías. Se ven algunos corrales con cabras, gallinas y otros animales domésticos.
La única parte de Belén que tiene interés, religioso principalmente, y también turístico, es la Basílica de la Natividad. Este edificio lo construyó Santa Elena, madre del emperador romano Constantino, en el siglo IV después de Cristo. Contiene el lugar en el que, según la tradición, nació Jesús. A lo largo de sus casi 17 siglos de existencia, este edificio ha sufrido de todo: incendios, terremotos, saqueos, ataques, reconstrucciones y muchos otros sucesos. Hoy, está declarado Patrimonio de la Humanidad especialmente protegido.
Actualmente, a causa de la guerra, está vacío de visitantes. En tiempo de paz, durante todo el año, acuden muchos turistas, pero principalmente, muchísimos peregrinos de distintas confesiones religiosas cristianas. Los ortodoxos tienen a su cargo la Basílica principal, los católicos disponen de una Iglesia propia; y también hay Capillas armenias y coptas. El clero protestante, al no admitir el culto a las imágenes, no está presente en ninguno de los llamados “Santos Lugares”: Jerusalén, Belén y Nazaret.
Creo que la mejor manera de describir este monumento, especialmente para quienes no tienen la oportunidad de visitarlo personalmente, es efectuando un “RECORRIDO VIRTUAL” mediante imágenes, que comenzamos a continuación.
Aspecto exterior de la Basílica de la Natividad
Lo primero que nos llama la atención es que al interior de este monumento se accede por una puerta muy baja, de tan solo 1,5 m. de altura. Hay personas mayores o impedidas que tienen dificultades para poder agacharse y pasar por ella. Los niños, sin problema. Se dice que hace siglos, se tapió la puerta anterior, mucho más alta, para impedir que los Reyes y Príncipes siguieran entrando a la Basílica montados a caballo.
La entrada a la Basílica de la Natividad
Sorprendentemente, a continuación, nos encontramos dentro de un edificio grande, muy bonito y antiquísimo, de planta basilical y estilo paleocristiano, construido sobre otros aún más antiguos, como puede apreciarse por sus columnas romanas y por su suelo, que muestra valiosos restos de mosaicos de las épocas romana y bizantina. Este edificio es la Iglesia principal, la gran Basílica (ortodoxa) de la Natividad, que vemos en la fotografía siguiente.
El interior de la Basílica ortodoxa de la de la Natividad
Al fondo de la nave de esta Iglesia ortodoxa, encontramos su altar, que vemos en la fotografía siguiente.
El Altar Mayor de la Basílica ortodoxa de la Natividad
A la izquierda de este altar, hay una capilla armenia y una puerta. Atravesándola, se baja directamente, por una corta escalera, a la pequeña gruta donde la tradición sitúa el nacimiento de Jesús. Lo vemos en la fotografía siguiente.
A la izquierda de la imagen, bajo un mosaico semicircular, está la pequeña gruta de la Natividad, donde nació Jesús. En el centro, la escalera de acceso
En la fotografía siguiente vemos al Papa Francisco, junto a otras autoridades religiosas ortodoxas y coptas, rezando ante la diminuta gruta de la Natividad.
El Papa Francisco rezando ante la gruta de la Natividad
Enfrente de esta gruta, y a dos pasos de distancia hay otro hueco, algo más alto y de menos de 2 metros cuadrados de superficie, señalizado como el lugar de la Adoración de los Reyes Magos.
Lugar de la Adoración de los Reyes Magos
Todo este recinto es enormemente pequeño. Caben, escasamente, algo más de una docena de personas, por lo que las visitas multitudinarias son muy incómodas. Frente a la gruta de la Natividad, a la izquierda, hay una escalera de salida, que la subimos y nos conduce directamente a la Iglesia católica de la Natividad, llamada Iglesia de Santa Catalina.
La Iglesia católica de la Natividad
La Iglesia católica de la Natividad es un edificio relativamente moderno sin gran valor histórico ni artístico. En él se celebran todos los actos religiosos propios del culto católico.
Al salir de la Iglesia Católica, se visita un convento contiguo, edificado sobre unas grutas en las que, según la tradición, San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia, escribió entre los años 382 y 405, “La Vulgata”, que es una traducción al latín de los antiguos textos de La Biblia, que fueron escritos originalmente, en parte en arameo (el Antiguo Testamento) y en parte en griego (el Nuevo Testamento). Esta versión fue declarada en 1546, durante el Concilio de Trento, la edición auténtica de la Biblia para la Iglesia católica latina.
La gruta de San Jerónimo
Durante todo el año, y especialmente en Navidad, estos lugares están animadísimos, llenos de peregrinos y de turistas, celebrándose muchas procesiones y otros actos religiosos. Imagino lo solitarios que deben estar ahora mismo, solo habitados por unos pocos frailes del monasterio. Termino expresando dos deseos: que acabe pronto esta guerra y que todos ustedes pasen unas Navidades muy felices.
Autor : Enrique Garralaga Robres.