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domingo, 2 de marzo de 2025

UN POCO DE HISTORIA : LA CINCOMARZADA DE ZARAGOZA (I) Autor : Enrique Garralaga Robres.


Cincomarzada de Zaragoza ¿Qué se celebra?


Entrando en el cementerio de Híjar, si continuamos por el pasillo central hasta llegar a la Capilla, en el muro que hay a su derecha encontraremos los nichos más antiguos de este Camposanto. Los primeros contienen los restos de las monjas; algo más a la derecha, en la fila de abajo, hay una antigua lápida en la que se lee:

Aquí yace D. Nicolás Cabañero y Esponera. Falleció el 5 de octubre de 1879, a los 68 años de edad. R.I.P.”.

D. Nicolás Cabañero y Esponera había nacido en Urrea de Gaén, donde residían sus padres, que eran D. Andrés Cabañero Romance, natural de La Hoz de la Vieja, y Dª. María Blasa Esponera Esponera, natural de Híjar. Don Nicolás, cuando fue adulto se trasladó a Híjar, donde residió hasta su muerte, y en cuyo cementerio está enterrado, como se acaba de comentar. 

Pero el personaje que pasó a la Historia no fue él, sino su hermano mayor Juan, nacido también en Urrea de Gaén en 1800, quien fue el protagonista principal de la “cincomarzada” y de otros hechos de armas. Estuvo muchas veces en Híjar; si bien, como veremos, se tuvo que desplazar por bastantes lugares, y su vida fue un tanto aventurera. 


Intentaré situar, en su contexto histórico, la biografía de D. Juan Cabañero y Esponera. En 1833, a sus 33 años, era militar. En ese mismo año murió el Rey de España Fernando VII. Solo tenía una hija, que no podía heredar el trono, según el Reglamento de sucesión de 1713, aprobado por Felipe V (denominado como «Ley Sálica»), que impedía que las mujeres accedieran al trono español. Por lo tanto, su legítimo heredero era el hermano del Rey, el Infante D. Carlos María Isidro. Pero Fernando VII, quien desde 1832 estuvo gravemente enfermo y ya no era muy consciente de sus actos, derogó y volvió a restaurar varias veces dicha Ley Sálica, instigado interesadamente por algunos cortesanos, que consiguieron que a última hora nombrara heredera del trono de España a su hija, la futura reina Isabel II, que entonces tenía tan solo 3 años de edad.

En estas condiciones, el conflicto estaba servido. Se desencadenó una guerra civil entre los partidarios de que heredara el trono el Infante D. Carlos (llamados “Carlistas”) y los partidarios de que lo heredara la hija de Fernando VII (llamados “Isabelinos” o “Liberales”). Los primeros eran tradicionalistas, ultracatólicos y partidarios de cerrar España a todo tipo de novedades, tales como la monarquía constitucional. Los Liberales, al contrario, deseaban modernizar el país y disminuir la influencia del Clero y de la Nobleza en el desarrollo de la política nacional, en favor de la creciente clase burguesa.

Así comenzó, en 1833, la primera guerra carlista. Los dos bandos estaban bastante nivelados. Eran decididamente carlistas, el País Vasco, Navarra, gran parte de Aragón (especialmente, la comarca del Maestrazgo), y la mayor parte de Cataluña. Pero por todos los rincones de España, en un mismo pueblo, siempre se podían encontrar personas afectas, bien al carlismo, bien a los liberales.

Al principio, la marcha de la guerra fue favorable a los carlistas, gracias sobre todo al extraordinario genio militar del general guipuzcoano Tomás Zumalacárregui, quien infligió graves derrotas a los militares isabelinos. En Aragón fue importante el general carlista alcañizano Manuel Carnicer. Pero ambos murieron en 1835; Zumalacárregui murió en el asedio de la ciudad de Bilbao, y Carnicer, al intentar cruzar de incógnito por territorio enemigo, fue descubierto y fusilado en Miranda de Ebro.


Al desaparecer Carnicer, se fue haciendo cada vez más conocido un subordinado suyo, que terminó siendo el más famoso de todos los generales carlistas: el tortosino Ramón Cabrera, apodado por su extrema ferocidad “El Tigre del Maestrazgo”. Tenía su cuartel general en Cantavieja. Era su hombre de confianza el militar urreano Juan Cabañero y Esponera.




Ramón Cabrera «El Tigre del Maestrazgo» (2): Caudillo del carlismo  bajoaragonés (1837 – 1839). | Historias del Bajo Aragón

El General carlista Ramón Cabrera y Griñó, “El Tigre del Maestrazgo”


La fama de hombre cruel de Cabrera no era injustificada. En 1836 mandó fusilar a los alcaldes de Torrecilla de Alcañiz y Valdeagorfa, solo por sospechar, sin pruebas, que habían ayudado algo a los liberales. Así se desencadenó una cadena fatal de represalias. Los liberales fusilaron a la madre de Cabrera. A continuación, Cabrera mandó fusilar a cuatro mujeres, solamente sospechosas de simpatías hacia los liberales, incluida una de la cual se dice que Cabrera podría haber estado enamorado. El odio entre ambos bandos fue creciendo, y a lo largo de la guerra, los fusilamientos de mujeres, especialmente por parte de los carlistas, no fueron una excepción.

Otro episodio muy famoso ocurrió en Mirambel. Una partida de soldados liberales había pernoctado allí, pero al amanecer las tropas de Cabrera rodearon el pueblo. Los soldados liberales se refugiaron en la Iglesia, creyendo ingenuamente que los carlistas, tan católicos ellos, respetarían este lugar. Cabrera mando pegar fuego a la Iglesia; aún hoy quedan restos ennegrecidos en sus paredes. A los soldados que no murieron abrasados, se les iba fusilando en la pared del Ayuntamiento, edificio contiguo a la Iglesia, a medida que iban saliendo. Estos y otros sucesos históricos los describe con maestría el escritor Pío Baroja en su conocida novela “La Venta de Mirambel”.

He oído decir, aunque no sé hasta qué punto puede ser verdad, que a pesar de que Cabrera era tan conocido y buscado, en cierta ocasión se atrevió a cruzar todo Híjar, de parte a parte. Entonces, Híjar estaba todavía rodeado por una muralla. Cabrera entró por la Puerta de San Blas (hoy desaparecida) y continuó calle abajo, calle abajo, hasta llegar a la Plaza del Olmo (hoy, Plaza de Sorribas), saliendo después por la Puerta del Puente (También hoy desaparecida. Esta puerta estaba situada a la altura de la Residencia de ancianos, en la que hoy se llama Calle Otal. En ella tenía una magnífica casona antigua, que muchos recordamos, el rico e influyente político carlista D. Julián Otal).


Autor : Enrique Garralaga Robres.

NOTA: ( Mañana lunes 3 de marzo, publicaremos la segunda y última parte. )

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