Nuestra inocencia de niños
conserva hermoso recuerdo
de la senda hacia tu ermita,
¡tesoro de nuestro pueblo!
Y transcurriendo la vida
vamos buscando el reguero
que dejaron nuestros padres
entre tomillo y romero.
Apenas amanecía
el sol llegaba primero
para alcanzar esta cima
con sus brillos y destellos.
Y en Híjar se despertaba
a modo de rosariero
cuando grita en su garganta
de Ave María el te quiero.
¡Cuánta grandeza, Señora,
y qué fuerte nuestro anhelo
de besar tu escapulario
como Virgen del Carmelo!
Aquí nos tienes, postrados,
con el amor más sincero,
y pidiendo bendiciones
de tus manos de lucero.
En tu regazo dejamos
intenciones, o requiebros,
y entregados corazones
en busca de tu consuelo.
¡Madre y Patrona bendita¡
¡Nuestro cobijo y modelo!
Sé, faro, guía y refugio,
por tu cabezo de cielo.
¡Viva la Virgen del Carmen!
Y aprovechamos para felicitar a Cármenes y Carmelos!
Autor : Teresa Rubira.
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