Nacida al calor del señorío de los Fernández de Híjar, acogió a más de treinta familias. La primera mención a esta comunidad parte de la fundación del hospital de Santa Cruz en 1312, donde se contempla la contratación de un médico judío.
De hecho, en 1481, con motivo de la suscripción de un censal por valor de 33.000 para afrontar los acuciantes problemas financieros, comparecen en la sinagoga un total de treinta y dos cabezas de familia, en una de las asambleas más concurridas de la centuria. Este dato situaría sus efectivos en torno a las 130 personas.
La judería, enclavada en el barrio de San Antón, mantiene algunas claves urbanísticas. Incluye la plaza homónima de grandes dimensiones –en una de sus extremos, se mantiene el granero del Diezmo–, que conserva un aspecto de cierta privacidad respecto al pueblo, y las calles contiguas de la Fuente, el Azaguán y Jesús. El barrio arrancaba de la cuesta que conducía a la Plaza del Olmo y la Plaza Sorribás, donde compartían hábitat judíos y cristianos.
Entre sus edificios destaca la ermita de San Antonio Abad, en proceso de consolidación, de la que nos consta su vinculación con la sinagoga, gracias al testamento que el duque Luis Fernández de Heredia expidiera en 1517, donde destina una manda piadosa para que se oficiara un misa de réquiem perpetuo “en la casa que nos havemos dado, y de presente damos, para dicha yglesia, sitiada en la nuestra villa de Ixar, que en tiempo pasado era sinoga de judios”. Todavía se tardarán siete años en erigirla, pues en ese momento se advierte en dicho testamento que “entre tanto que en la dicha yglesia que se a de fazer misa no se diga, la dicha missa de taula se diga en la yglesia Mayor de Ixar”.
Con motivo de su nuevo destino se remodeló parte de la fábrica original, sin olvidar los daños ocasionados por el incendio padecido en la Guerra Civil. La iglesia presenta una sola nave, con techumbre de madera a dos aguas sobre tres arcos apuntados diafragma, de los que el último, a los pies, es de menor luz y flecha, lo que le permite enmarcar el coro. Esta tipología mudéjar tiene una amplísima cronología que oscila entre los siglos XIV y XVI, muy común también entre las mezquitas.
En las prospecciones arqueológicas realizadas en su interior se localizó el suelo original debajo de la tarima de madera, coincidente con la cota de la Plaza, habiéndose descubierto parte de la cimentación de grandes losas con una distinta orientación respecto a uno de los muros actuales, por lo que el nuevo edificio afectó a su estructura. Asimismo se localizó la impronta de un zócalo de ladrillos, y huellas de maderas encarceladas que indican la existencia de una escalera con los apoyos para el pasamanos y el arranque de la correa.
Se accedía a través de un patio, ya que el Talmud prohíbe que se entre a la sinagoga directamente desde la calle. El edificio colindante, antes de ser derribado, se conocía como «la casa del rabí», donde se trazaba un arco de medio punto adovelado en piedra que comunicaba con el interior del recinto. Si atendemos a la licencia concedida el año 1410 por el arzobispo de Zaragoza para repararla y reformarla, respondiendo a la petición de su adelantado, Açach Chiniello, su estructura amenazaba ruina, dada su antigüedad y la pobreza de sus materiales.
Aquí se instaló el impresor oscense Eliezer ben Alantansi, a quien su padre trasladó a la villa con el fin de impedir que se convirtiera al cristianismo en su ciudad de origen. Dicha imprenta, que conoció su apogeo en el sexenio 1485-90, fue una de las pioneras en Sefarad. Se caracterizó por la gran pulcritud sus ediciones, con el león rampante como sello distintivo, realizadas en caracteres hebraicos, cuadrados y rabínicos.
Sus ejemplares se hallan dispersos por las mejores bibliotecas del mundo. Destaca un comentario de Rashi y el Targum en arameo (Jewish Theological Seminary of America de New York), y dos ediciones del Pentateuco en hebreo (Biblioteca Nacional de Madrid), la primera hacia 1487 y la segunda en 1490, editadas por Salomón ben Maimón Zalmati. Asimismo, el Tur Yoré De'ah (Tratado de «Enseñar a saber»), de Jacob ben Aser, rabino de Toledo originario de Colonia (Staadt und Universitätsbibliothek de Frankfurt am Main y The Library of the Jewish Theological Seminary of America of New York).
Autor : Antonio Estepa Rubio .
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