Fuiste tú, calle Otal, amada siempre,
y a la entrada marcando buen sendero,
que llevó nuestros pies, cada mañana,
cuando niñas pequeñas, al colegio.
Tienes esa capilla en que aprendimos
los valores hermosos que nos dieron:
respetar tradiciones y costumbres
como seña y emblema de este pueblo.
Y los padres, humildes, día a día,
al calor de la lumbre y del brasero,
nos sembraban ejemplo con su vida
del amor más intenso y verdadero.
Fuiste tú, santo fiel, querido siempre,
buen testigo del tiempo, y el sendero
para entrar hasta el centro de una villa
que empezaba los años, entre fuego.
Y al pasar San Antón, sin darnos tregua,
esperábamos ya, final de enero
por la fiesta especial que el otro barrio
celebraba en honor de San Valero.
Hoy seguimos aquí, junto a tu manto,
desafiando siempre el viento fiero,
encendiendo en la hoguera, pura llama
donde darse el abrazo más sincero.
Como Santo, que anida en la capilla
nos contempla con paz, sale al encuentro,
otorgando abundantes bendiciones
y dejando sus dones, de recuerdo.
¡Permanente la huella, del gran fuego,
encendido en honor a San Valero!
¡Viva San Valero!
Autora : Teresa Rubira.
De nuevo te leo, y , como siempre , te admiro por tu compromiso, con nuestro pueblo.
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