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domingo, 17 de septiembre de 2023

DE DOMINGO A DOMINGO : El relato de la traslacion del cuerpo del Padre Selleras desde Visiedo a Hijar, en el año 1622.



Tras su muerte, en la casa que expiró apareció «un extraordinario resplandor en el aire, que a modo de un sepulcro estuvo más de dos horas tomando como una nube muy resplandeciente y clara que se trasladó hacia el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Híjar, donde moraba en vida el difunto.    

  Estos poderes sobrenaturales fueron en aumento después de su muerte. Las disputas entre las poblaciones turolenses de Torre los Negros, Híjar y Visiedo (lugares de nacimiento, residencia y muerte, respectivamente) y Calamocha (el convento franciscano más cercano a Visiedo) facilitaron la narración de los más diversos sucesos prodigiosos o milagros cuando fue exhumado su cadáver, cuando sus restos o reliquias fueron repartidos por las diversas localidades por donde pasaba la comitiva que trasladó el cuerpo muerto mutilado desde Visiedo hasta Híjar, y después de que los restos fuesen inhumados nuevamente en Híjar.

Las señaladas disputas se iniciaron nada más ser enterrado el padre Selleras en una sepultura “muy honda” en la iglesia parroquial de Visiedo. Todo empezó a raíz de las reclamaciones de los franciscanos de Híjar. El intercambio de propuestas duró treinta y ocho días, hasta que el 6 de abril de 1622 el obispo de Teruel, don Tomás Cortés, dictó la sentencia de que los moradores de Visiedo debían entregar el cuerpo enterrado de Selleras a los franciscanos de Híjar, disponiendo también que los primeros se quedasen con el brazo derecho y que no se pagase ningún derecho por la traslación.

Como hemos adelantado, con el levantamiento del cadáver sepultado se inició otra nueva etapa sobrenatural , del padre Selleras, cuando uno de los asistentes al acto vio que el cirio que portaba se encendió por sí solo. Además, el cuerpo enterrado –después de un mes y varios días– estaba incorrupto, y por ello extendió las manos en forma de cruz. Brotó abundante sangre cuando le cortaron el brazo derecho, lo que fue aprovechado por los asistentes para tener pequeñas reliquias, después de secar el preciado líquido con pañuelos. 

Entre los asistentes al acto estuvo el licenciado Felipe Sánchez del Castellar, sacerdote, natural de Torrelosnegros. Todos los enfermos que tocaron el cuerpo recién sacado de la tierra llegaron a sanar. Una vez terminada la exhumación, se inició la traslación –en diferentes etapas– del cuerpo muerto (metido en un arca y ésta depositada en un carro) desde Visiedo hasta Híjar. Con este acto, se propagaba el objeto devocional (Selleras) por el trayecto del recorrido y sus aledaños y se perpetuaba como tal con las reliquias que se quedaban a su paso. Poco importaba que la comitiva (formada por algunos clérigos, personas devotas y Andrés Navarro, teniente de sesmero de la sesma de Barrachina) tuviese poco brillo. 


     ( Brazo del Padre Selleras en Visiedo )



El relato del peregrinaje de los restos de Selleras es como sigue: la primera etapa pasó por Lidón (donde salió el clero y todo el pueblo, y se cantó un responso), por Cosa (donde, tras el recibimiento en la iglesia, se rezó una oración por el difunto) y llegó a Torrelosnegros (una parada significativa, por ser la patria del finado), donde salió el rector y el clero «con ornamentos negros, tañendo a vando las campanas y con muchas luzes y achas, saliendo algunos con túnicas de la sangre de Christo». Y cantando responsos llevaron el cuerpo a la iglesia, donde se abrió el arca con el cuerpo del finado para proceder a la veneración de dicho padre, dándose la circunstancia de que muchas personas enfermas sanaron . 

Llama la atención que Francés de Urrutigoiti no decía nada de la reliquia del padre Selleras que quedó en su patria. Debemos esperar a otro momento del relato, para encontrar la referencia de que, con la misma navaja utilizada en Visiedo para amputar el brazo derecho, en Torrelosnegros se cortó el pie izquierdo y salió «un poquito de sangre que bastó para teñir un pañico que le ataron al pie» . El relato hagiográfico de fray Jesús Sanjuán apuntaba que en su patria se quedaron con el pie izquierdo (amputado por don Alexos Ruiz, el mismo cirujano que participó en la mutilación en Visiedo), después de que un dedo de dicha extremidad fuese cercenado con destino a la vecina población de Barrachina. 

Además, como en Visiedo, al cortar el pie también brotó un manantial de sangre y se produjeron los milagros de sanar una mujer paralítica, una niña muda y diversos enfermos . La siguiente etapa de la traslación se dispuso desde Torrelosnegros hasta Muniesa. Al pasar cerca de Segura de los Baños bajaron a visitar el arca los vecinos con una cruz levantada y se cantaron responsos. También se acercaron al encuentro de la comitiva muchas personas del lugar de Cortes de Aragón, quienes besaron la mano del franciscano muerto y algunos niños quebrados y enfermos recuperaron la salud. Cerca de Muniesa salió el clero con una cruz levantada y varios sacerdotes llevaron en hombros el arca hasta la iglesia, donde se cantaron unas vísperas muy solemnes, de finados. Al día siguiente, el vicario del lugar (el doctor Seguer) predicó, se veneró el cuerpo de dicho padre y sanaron varios de los niños quebrados y enfermos que veneraron el cuerpo.

Desde Muniesa los restos pasaron por la villa de Lécera, donde, tañendo a muerto, estuvieron presentes varios miembros del clero (con cruz y ornamentos negros), y todo el pueblo acompañó a los sacerdotes que lo llevaron a la iglesia de dicha villa. Se curó una paralítica (María de Esteruelas, mujer de Gaspar de Ulleta). Tras solicitar el paso de la comitiva, la villa de Belchite también recibió los restos del padre Selleras, tomando la iniciativa el alcaide (Luis de Marchina), quien en compañía del clero llevaron el arca hasta la iglesia de la villa. En el proceso de veneración sanó una mujer de Almonacid de la Cuba, baldada de una pierna.


( Brazo en la Iglesia Parroquial de Visedo )


La comitiva partió desde Belchite hasta concluir su etapa final en la villa de Híjar aunque, antes de llegar, las autoridades laicas y eclesiásticas y varios habitantes salieron a su encuentro en la ermita de San Braulio. También concurrieron muchos vecinos de los lugares de la comarca, los religiosos del convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles y otros frailes y religiosos de diferentes órdenes(los agustinos del convento de Santa Quiteria de Samper de Calanda y otros). El vicario de Híjar mandó que la caja con los restos del padre Selleras la portasen los sacerdotes y religiosos y, en procesión, se dirigiesen a la iglesia de la villa.

Ocuparon un lugar preeminente en la procesión los cofrades de número de la cofradía del Rosario (150 miembros, con sus cirios y hachas), con el concurso de las siguientes autoridades y distinguidos miembros: el gobernador de la villa; el justicia, jurados y gobierno de Híjar; el justicia, jurados y consejo de la parroquia de la nueva población de dicha villa; el mayordomo y consejo de hidalgos de Híjar; y el alcalde y jurados de la villa de Belchite. Llegando a la iglesia, en un túmulo se puso el féretro con los restos (cubierto con un paño de terciopelo negro) y el vicario con otros sacerdotes y religiosos cantaron unas vísperas de difuntos y un responso.

Al final de la jornada se guardó el féretro en la sacristía y, al día siguiente, hallaron que del cuerpo había salido mucha sangre. Los paños que se utilizaron para recogerla sirvieron de reliquias. Después de reposar otra noche en la sacristía de la iglesia, por la mañana se formó una nueva procesión para trasladar los restos desde la iglesia parroquial de Híjar hasta el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de dicha villa. La comitiva pasó primero por el palacio de los duques de Híjar y, dando una vuelta por la población, llegaron a dicho convento. Mientras tanto, el féretro fue llevado en hombros por los siguientes participantes: los padres agustinos de Samper de Calanda, el gobierno de la villa de Híjar, el consejo de la parroquia de la nueva población de dicha villa, el consejo de la villa de Belchite, los hermanos franciscanos y, finalmente, los clérigos de Híjar. Arribando a la iglesia conventual, se cantó una misa y el cuerpo fue expuesto durante todo el día. Llegada la noche, se enterraron los restos del padre Selleras en la capilla de Nuestra Señora (también conocida como de San Antonio de Padua). A partir de ese momento, algunos enfermos que visitaron el sepulcro vieron curadas sus dolencias.

El franciscano Torres destacó sobre la traslación de los restos de Selleras desde Visiedo a Híjar el siguiente breve relato: por todos los lugares que pasaba la comitiva se encontraba con «infinidad de gente, que jamás se ha visto cosa semejante, ni leído desde San Antonio de Padua , que salía a venerar y tocar el cuerpo del “venerable”, a la vez que Dios obraba “muchas maravillas y milagros”. Después de llegar a Híjar, y antes de sepultarle en el convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles, se procedió a su veneración en la iglesia parroquial de dicha población, donde dos clérigos y un religioso estuvieron recogiendo con paños la sangre que manaba del cuerpo (“por la cisura del brazo; por narices y boca”), por espacio de más de dos horas. Con el entierro del padre Selleras en el convento de los Ángeles de Híjar –donde fue tan grande el concurso de la gente que no se ha visto cosa semejante ,concluía el franciscano Torres el relato de la vida, virtudes y los “más de dozientos y setenta” milagros del “venerable”.

A esta escueta crónica, Torres añadió la puntual información del inicio del proceso de beatificación, de la resolución de la sentencia de 9 de febrero de 1623, de que en Híjar el 4 de octubre de 1623 se hizo “elevación” del cuerpo del “venerable” hallándolo incorrupto –y se celebró una fiesta durante tres días– y de que el obispo de Teruel, don Tomás Cortés y Sangüesa, copió la iniciativa llevada a cabo en Híjar y la puso en práctica el día 18 de octubre de 1623, con el brazo incorrupto que descansaba en Visiedo56.

A pesar de todas estas iniciativas, tal como hemos señalado, el proceso final de beatificación del padre Selleras no prosperó, por motivos puntuales que desconocemos, en los años 1622-1623.



Autor :  José Ignacio Gómez Zorraquino .

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Nota eshijar :

Cuatro veces guardián (una de ellas cuando el 21 de noviembre de 1612 lo fue del convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Híjar (Teruel)) y una definidor (el 28 de junio de 1614) de la orden religiosa a la que pertenecía . 

Sus biografos señalaban que fue servidor de sus compañeros, obediente, muy dado a la oración, muy penitente (ayunaba muchas veces con pan y agua, comía cada veinticuatro horas, se echaba desnudo a los zarzales hasta que sangraba por todo el cuerpo, llevaba una alforja con piedras y andaba descalzo y mal vestido por la nieve y el agua fría), devoto del Santísimo Sacramento, predicaba por los lugares “más desventurados y tristes”, enseñaba a hacer el acto de contrición y oraba por las almas del purgatorio. Padeció muchas persecuciones, trabajos e injurias. 

Dios le dotó del espíritu de profecía, lo que le permitió saber que iba a morir en Visiedo (Teruel), en la predicación de la Cuaresma. Falleció el 28 de febrero de 1622, según anotó Antonio Navarro, vicario de Visiedo . Fue enterrado en el convento de Hijar y muchos años mas tarde, su cuerpo fue trasladado al Altar Mayor de nuestra Iglesia Parroquial .



2 comentarios:

  1. Gracias Manuel por todo lo que informas, muy interesante hay que ver la de cosas que cuentas de nuestro querido pueblo, otra vez gracias

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