Hijar fue siempre, un pueblo agrícola, dedicado al cultivo de cereales, por lo que no es de extrañar que casi todas las familias que tenían campo dispusieran de un terreno llamado “las eras” para trillar la mies del trigo, o la cebada , que luego, recogida la parva, se ablentaba para separar el grano de la paja.
El pueblo estába rodeado por casi todas las partes de eras , donde se trillaba la mies que se había dallado o segado entre junio y julio y había permanecido en el campo agrupada en montones y en fascales. Hoy en esas eras se han edificado viviendas o garajes agricolas, por estar proximas al pueblo .
Uno de los recuerdos más entrañables de esta experiencia, era la amistad que se conseguia alcanzar, en estos casi tres meses de verano. Las relaciones y contactos eran más amplias y estrechas que durante el año. A veces, la gente se quedaba a dormir en ellas cuando había algún montón de trigo, para protegerlo de las malas intenciones.
A las cinco de la mañana, los agricultores iban al campo con carros , arrastrados por las caballerias para traer la mies a las eras. En las eras se esparcía en una parva, desmenuzando los montones y los fajos.
Una vez esparcida o tendida la mies en forma de parva circular, se procedía a trillar después de desayunar. Al mediodía se paraba de trillar, se iba a dar agua a las caballerias , y la gente a comer a casa. Después de comer y echar una breve siesta, se reanudaba la trilla. Al final de la tarde la parva estaba hecha y ésta era recogida en un montón para obtener el grano mediante el proceso de separar el grano de la paja (ablentar se llamaba. )
La trilla era un trabajo que tenía un cierto encanto cuando las yuntas corrían arrastrando el trillo (de piedra o de discos de metal) procurando que la yunta fuera de prisa para que el trillo triturara más rápido la mies. Los trillos llevaban un asiento para el que dirigía la yunta, el cual se servía de un ramal o ronzal para dirigir los machos.
Cuando se habían recogido una o varias parvas trilladas en un montón , se procedía a ablentar para lo que se necesitaba que corriera el aire (casi siempre el cierzo que se esperaba como agua de mayo), se cernía y se metía en sacos que se llevaban a casa, normalmente después de terminar el día. A veces, había que subirlos al granero que estaba en los miradores , en las partes altas de las viviendas. Era un verdadero sacrificio para acabar la tarea del día.
Existian eras, por la Carretera Alcañiz, Barrio Eras, Carretera Samper y otras dispersas por diferentes zonas del monte , donde todavia permanecen testimonios de su existencia.
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