La institución comarcal fue premiada por el IASS por la iniciativa de poner en marcha junto al INAEM una formación de un año para jóvenes ante la falta de profesionales que se prevé a medio plazo.
Todos los días laborales Híjar es el destino de una decena de jóvenes que acuden de varias poblaciones para formarse en la Escuela Taller ‘Profesionales en mantenimiento de edificios’. Tienen entre 16 y 25 años y consideran que es una oportunidad de inserción en el mercado laboral. Cuando acaben en septiembre, y después de un año combinando teoría con práctica, obtendrán el certificado de profesionalidad de fontanería y calefacción y climatización. Saldrán con amplias nociones de albañilería y más cursos. Los primeros seis meses fueron de teoría con 7 horas intensivas diarias de clase.
Después llegaron las prácticas, que comenzaron en el Centro de Día comarcal con obras como el hormigonado de áreas que las raíces de los árboles habían desnivelado o la colocación de toda una instalación de agua a un garaje, entre otras labores. Combinan estas acciones con intervenciones en algunas viviendas y con la zona de prácticas desplegada en la nave comarcal en el polígono Venta del Barro. Han convertido un espacio diáfano en un banco de pruebas en el que hacen simulaciones de baños, de averías y de instalaciones reales. Practican fontanería y albañilería porque se han ocupado de poner pladur y bancadas de fábrica de ladrillo, del alicatado y el solado y de actuaciones que incluyen luminarias y climatización.
Mientras aprenden, son parte activa de su entorno y no pierden vista de todas las obras públicas que se están haciendo en la zona, que analiza en sus presupuestos, planos y ejecución. Que sean profesionales proactivos y completos en un sector en constante evolución es una de las máximas de quienes están al mando. Verónica Campillà es la directora, es ingeniera y con amplia experiencia en diferentes sistemas de construcción. David Valero es el docente y, además de ser técnico en sistemas electrotécnicos, lleva 20 años dando formación. Ambos son barceloneses pero residentes en Híjar y Castelnou, respectivamente. «Nos interesa mucho que aprendan con calidad porque deben ser profesionales que hagan presupuestos bien hechos con precios unitarios y con mediciones y una completa planificación de la obra», dice Campillà.
Se incide en que estén actualizados en normativas, tipos de materiales, procesos constructivos y conceptos como el «passive house», además de darles las herramientas para que sean profesionales «con criterio» que sepan dar valor añadido a las obras. «Se está construyendo mal y es que no basta con poner ladrillos y ellos tienen que conocer todas las opciones y dárselas al cliente», reivindica. La formación incluye hacer su web y manejar vías de comunicación como el correo electrónico o el trato personal. Hacen estrategias de búsqueda de trabajo y, además de ver empresas de la zona, fueron a la feria de empleo en Zaragoza.
Entre los aprendices, cada uno tiene su motivación para estar en la Escuela Taller. «Al salir de secundaria quería encaminarme a administración y también puedo hacerlo en empresas de este sector», dice Lucía Giménez. Francisco Gracia sintió que se presentaba una oportunidad que no debía dejar pasar porque «aprender algo nuevo nunca viene mal», y para Iuan Sanz, «esta formación te permite buscar trabajo o seguir estudiando». Jonathan Díaz se apuntó para abrirse campos laborales en un sitio donde «cada día aprendemos algo nuevo»; Salma Allali se interesó porque le gusta la fontanería, lo mismo que a Mohammed Miftah, que valora que salgan con experiencia. Para Ángel Clavero, es un extra disponer de esta formación sin tener que salir fuera, mientras que Jaime Rodrigues se apuntó motivado por la albañilería y reconoce que le está gustando «más de lo esperado».
«Empezamos sin tregua con horas y horas de teoría y ahora, que se han quedado sin ruta escolar de bus se están buscando la vida para viajar a Híjar, tienen un grado de compromiso muy alto», destaca el docente David Valero.
Una iniciativa de premio
Esta Escuela Taller está financiada por el INAEM con casi 160.000 euros y la aportación de materiales que hacen posible la práctica en la nave comarcal. Este espacio, al igual que el aula para teoría en la sede, lo cede la Comarca del Bajo Martín, que también co-financia con 6.000 euros.
La Comarca solicitó esta Escuela Taller ante un futuro que se presenta sin relevo generacional en determinados gremios. En una zona envejecida, esta apuesta «por el futuro de la juventud» le valió en abril a la Comarca del Bajo Martín el Premio Cuarto Pilar que concede la DGA a través del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS).
Fuente : www.lacomarca.net
Lo malo es que no hay formación y se construye como hace 25 años, esperemos que con iniciativas así los beneficiados seamos los que queremos obrar, cosas como poner vigas de hierro a un precio descomunal se están viendo.
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