A veces, una simple escapada de un par de días a un lugar bien elegido puede dejarnos un recuerdo inolvidable. Hace unos años, en la sobremesa de un día de Jueves Santo, decidimos ir a conocer "Romper la Hora” de Híjar. Habíamos oído hablar de este acto y la posibilidad de vivirlo en directo nos resultaba de lo más atractiva. Nuestras hijas, que todavía viajaban con nosotros, también mostraron su entusiasmo. Así que, sin tener nada planeado de antemano, salimos de Pamplona por carretera rumbo a Teruel. Llegábamos pasada la media tarde, lo justo para cenar y localizar la Plaza de España en Híjar, donde iba a tener lugar “Romper la Hora”.
Nada más llegar al pueblo se palpaba algo especial en el ambiente. Conforme se iba acercando el momento de “Romper la Hora”, la gente en riadas, por cuadrillas, por familias, desde los abuelos a los nietos más pequeños, todos ataviados de cofrades con túnicas negras, y portando bombos y tambores de todos los tamaños, se iban aproximando a la plaza, al igual que numerosos curiosos que como nosotros, se habían acercado de otros lugares.
Con una rotunda luna como testigo, unos minutos antes de las 24 h se hizo un silencio sepulcral y todo el mundo dirigió su mirada al alcalde situado en el centro de la plaza.
A las 24 h en punto y obedeciendo la señal dada por su batuta, todos los bombos y tambores comenzaron a sonar al unísono y el estruendo fue tal que su fuerza nos empujó hacia atrás, sintiendo una sensación única, una mezcla de emoción y sorpresa.
A partir de este momento, los cofrades se fueron repartiendo por las diferentes calles del pueblo, alternándose de tal manera que el sonido de sus bombos y tambores se oyó durante toda la noche, rompiendo el silencio hasta el mediodía.
La experiencia fue preciosa, no sólo se cumplieron nuestras expectativas, sino que el recuerdo nos va a hacer volver. Emociones así hay que sentirlas más de una vez.
Autora : Juana Maria Igarreta .
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