Carmen Conde Abellán nació en Cartagena en 1907 aunque su infancia transcurre entre esa ciudad y Melilla, donde vive de 1914 a 1920, y Madrid donde se establece definitivamente en 1939.
Estudia magisterio en la Escuela Normal de Murcia y más tarde Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia. Publica su primera obra, Brocal, en 1929.
En 1931 se casa con el poeta Antonio Oliver Belmás, el cual fallece en 1968, y fundan y dirigen la Universidad Popular de Cartagena . Fundan también, tras la guerra civil, el Archivo Semanario de Rubén Darío en la Universidad de Madrid. Trabaja como profesora de literatura española en el Instituto de Estudios Europeos y en la Cátedra Mediterráneo de la Universidad de Valencia en Alicante.
En 1953 gana el Premio Elisenda Montcada con Las oscuras raíces . Gana el Premio Doncel de Teatro con la obra A la estrella por la cometa . En 1967 gana el Premio Nacional de Poesía y en 1980 obtiene el Premio Ateneo de Sevilla con Soy la madre. Colabora con La Estafeta Literaria y RNE bajo el seudónimo de Florentina del Mar. Dos de sus obras, La rambla y Creció espesa la yerba, se adaptan para emitir en Televisión Española.
El 28 de enero de 1979 ingresa en la RAE ocupando el sillón K , siendo así la primera mujer desde su creación. A principios de los 80 comienzan los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Fallece el 8 de enero de 1996 en Madrid.
AMANTE
«Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.
No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.
Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.
Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida…, la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.
Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida…?
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo»
Autora : Carmen Conde .
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