El gaucho, obligado a vivir y a trabajar en un medio inhóspito y carente de recursos, muchos de ellos elementales, debió esforzarse para ejercitar su inventiva en la búsqueda de soluciones para sus problemas más inmediatos. Así nació el “hijar”, una prenda auxiliar de su vestimenta, que se llevaba entre las dos caronas del recado.
Consistía en un cuero de potro, bien sobado y con todo su pelo, al que se le daba una forma rectangular y que servía como impermeable en los casos de lluvia, para cubrir la “bajeras” (paja o pasto) que se usaba como colchón para dormir bajo las estrellas, o para improvisar un pequeño toldo que lo protegía del sol o de la lluvia. En la vida “en las casas”, el “hijar se utilizaba para cerrar puertas o ventanas, en reemplazo de la madera.
Fuente : El arcon de la historía de Argentina.
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