Cuenta la leyenda que hace muchos muchos años un hombre estaba durmiendo placidamente en sus aposentos, súbitamente se despertó y bajo el reflejo de la luna observó como doce mujeres desnudas se untaban un ungüento mágico por el cuerpo, mientras evocaban maleficios, entre risas y conjuros proclamaban… que esa noche iban hacer el mal.
Por las montañas de Ricallosa a Tolosa
Vuelan las Brujas en grandes escobas
ir y volver en tres cuartos de hora.
El hombre permaneció haciéndose el dormido hasta que las Brujas salieron volando por la ventana para llevar su maleficio a un bebé recién nacido.
El hombre seguidamente se levantó, cogió el mismo ungüento e imitó a las Brujas pero en lugar de pedir tres cuartos de hora pidió un cuarto de hora, para así llegar antes y poder prevenir a los padres del bebé de la intención de las Brujas.
Estos protegieron al niño con una estampa religiosa.
De regreso a su casa el hombre puso otra estampa religiosa encima de la ropa de las Brujas, así ellas no podrían vestirse y estarían condenadas a vagar desnudas para siempre, de manera que al llegar el día tendrían que permanecer escondidas .
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