AÑORANZA
Agrada a todos los hijaranos , el recuerdo de los dias buenos que se celebraban en nuestro pueblo con regocijo y piedad. Era uno de ellos el de Año Nuevo. Lo que vamos a referir data de fines del siglo XIX.
Comenzaba ya la vispera, reuniendose muchos hombres, solo hombres, de aquellos que llamaban " rezadores " ( con cierta ironia ), llenando la Iglesia de San Valero, que luego se llamo de La Milagrosa.
A las diez se exponia el Santisimo Sacramento, velándose por turno, grupos de hombres, mientras otros se iban confesando.
A las doce en punto, todos se postraban en tierra, como lo hace la Adoración Nocturna, que entonces no existia en Hijar y repitiendo varias veces en aquella posición decian . " Alabado sea el nombre de Jesús. Sea eternamente glorificado ".
Al mismo tiempo, mientras la campanadas de las doce se disparaban en la calle tres voladores de bombas reales, que despertaban a la población y los serenos comenzaban a recorrer las calles, entonando con la mejor voz que podian y alternando este dialogo :
"Alabado sea el nombre de Jesús.
Por siempre sea alabado.
Año mil ochocientos noventa y ...
Sea Dios glorificado en él. "
Continuaba la adoración en San Valero, hasta las cuatro de la mañana, cuyo final era la misa pastorada, cantada por las Hijas de la Caridad y colegialas, con acompañamiento de panderas, hierros, pajarillos y castañuelas ( que entonces y dias de Navidad , aun se permitian tocar ). Los hombres todos comulgaban en la misa y después adoraban al Niño Jesús, mientras se cantaban alegres villancicos.
¿ Quien de ellos, se iban despues a la cama ?. Al Rosario de la Aurora todos, que en esa fiesta del año era más concurrido que alguna otra. Los cantores del Rosario después de despertar con la tonadilla más alegre, cantaban en un " Rosario " , Avemarias de pastores ( como ellos decian ) , sastifechos de ver aquel día tanto acompañamiento a la Santisima Virgen.
Después... un rato de sueño y a la misa, que tenia un lleno completo, para asistir a la gran fiesta del " Dulcisimo Nombre " de cuya asociación eran cofrades, con muy pocas excepciones, todos los hombres del pueblo . Por la tarde no faltaban los cofrades a las visperas y procesion claustral con el Niño Jesús.
Complemento de este dia tan santificado, era la función religiosa que celebraban los asociados al Rosario Perpetuo, en la Iglesia de San Valero, por el dia que comenzo en Hijar, esa devoción. En la fecha en que nos referimos habia trece coros, o sea trece grupos de 24 personas, que en otros tantos dias del mes, a la hora señalada a cada cual , rezaban las tres partes del Rosario, con lo que resultaban trece dias cada mes de oracion continua en Hijar.
Para gloria suya y ejemplo de los demás, consignamos en este relato que el primer inscrito y que no dejaba de rezar su rosario entero a las doce de la noche del primero de cada mes, fue el Tío Manuel El Rufar , uno de los mas piadosos de Hijar.
Y ahora dos pregunticas :
Que queda de todo aquello ?
¿ No se volvera a recuperar ?
Autor : Hijarano.
Boletin de Hijar , Diciembre de 1946.
Facilitado por Manuel Forcada Monzón.
Gracias Manolo, por estas informaciones de nuestro querido pueblo.
ResponderEliminarNo se volverá a repetir porque el individualismo y el materialismo marxista se ha adueñado de nuestras vidas. Cada vez las raíces cristianas de Occidente van envejeciendo más rápido y el árbol no tardará en caer. Será el comienzo de la trayectoria por el desierto del hombre y su final como ser racional.
ResponderEliminarA pesar de todo...., aunque silenciosas, las raíces están ahí, y son más profundas de lo que parece.
ResponderEliminarPara empezar a ver cómo es la Semana Santa dentro de diez años. Apuesto a que la mitad de los pasos que hoy van sobre el hombro llevan ruedas y los llevan mujeres y la otra mitad no salen porque no hay hombres dispuestos a cansarse en las procesiones. Es mejor ponerse ciego y salir a tocar el tambor, y cuando termine la procesión otra vez al bar o a la cama. Y si no al tiempo. Y en las procesiones lo mismo, cada vez menos gente. La Semana Santa es cada vez más un acto folclórico que religioso y a la gente para el folclore no está dispuesto a sacrificarse
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