Dos mujeres lavando en el rio, año 1936. |
Esta semana, en nuestra sección de " El Hijar olvidado", queremos recordar, cuando las mujeres bajaban al rio, para lavar la ropa, cuando no existia agua en las casas, y tenian que desplazarse hasta alli, para lavar las ropas en todas las estaciones del año.
Para lavar había que bajar al río, penosa actividad arrodilladas al borde del agua sobre una piedra o desde un cajoncito de madera, que las protegía de la humedad. Frotaban y frotaban la ropa sobre la típica tabla rugosa utilizarían jabón , que ellas mismas fabricaban.
Para lavar utilizaban una tabla acanalada, y sobre ella frotaban la ropa con el jabón.
Azotaban la ropa en una piedra y frotando entre puños morados de frío, maderas o piedras, la mujer sacaba las manchas de sudor y polvo de la camisa del hombre del campo.
Con frío o calor, se lavaba en el río. Primero había que enjuagar, luego jabonar, otra vez enjuagar, y siempre restregar.
El sol secaba la ropa sobre la hierba y la remataba de blanco sin ayuda de lejías ni detergentes.
La imagen superior esta realizada en el rio Martin, en el año 1936, donde podemos ver a dos mujeres, lavando la ropa. Abajo podemos ver otra imagen similar, pero donde podemos ver a tres mujeres.
La temperatura a la que bajaba el agua del río Martin era muy fría durante todo el año, pero en invierno era heladora. Para poder lavar y evitar la congelación de las manos, las mujeres ponían a su lado un caldero que llevaban de casa con agua caliente. Cuando ya no soportaban el frío, metían un rato las manos en el agua caliente para a continuación poder seguir lavando.
El jabón se elaboraba en casa y en su composición sólo entraban como ingredientes el aceite sobrante de la cocina, cortezas de tocino, sebo, sosa caústica y agua. Al añadir calor a esta mezcla se produce una reacción química que disuelve las grasas y, revolviendo de forma constante durante más de dos horas, se obtiene una masa viscosa.
Este jabón líquido se vertía en un molde y se dejaba enfriar durante un par de días en los que se endurecía, permitiendo entonces cortarlo en trozos que se guardaban para usarlos a medida que se necesitaban. No tenía fecha de caducidad, pero sí tenía un problema, y es que los ingredientes de los que estaba hecho también gustaban a los ratones.
El jabón ayudaba en la tarea de eliminar la suciedad de la ropa, pero la mayor parte del éxito de un buen lavado dependía de la energía con la que se frotaba, restregaba y retorcía la ropa , en la tabla acanalada.
Para recuperar el blanco luminoso en algunas prendas, se ponían a mojo con el “azulete” o “añil”, que eran unas pastillas de color azul oscuro que se metían dentro de un trapo atado con una cuerda. Cada pastilla servía para varios remojos, hasta que se terminaban diluyendo en el agua tras varios usos.
Como entonces no había lejía, la ropa blanca requería un tratamiento especial que consistía en que primero se echaba a remojo, luego se le daba un primer lavado en el río, se enjabonaba y se tendía a blanquear. Tender en la nieve daba muy buen resultado, así que mientras la había era ese el sistema utilizado (qué remedio).
En los años 20, se construyo el lavadero municipal en Hijar, y se construyeron diversas fuentes en varias plazas facilitando la tarea de las mujeres.
Frotando la ropa en el rio. |
¡Eso era vida sacrificada! ¡Cuánto que admirar de nuestros padres y abuelos!
ResponderEliminarY eso era un río, y no lo que conocemos actualmente, que parece una cloaca.
ResponderEliminar.
La tristeza se apodera en mis recuerdos, pues fui afortunado al conocer un rio, ahora un desgraciado rio al verlo así.
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