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martes, 4 de agosto de 2020

PASCUAL FERRER MIRASOL , MÁS ALLÁ DE NUESTRAS FRONTERAS...



Introducción Teresa Rubira : 


Nos encontrábamos en pleno confinamiento de esta pandemia que azota el mundo (ya nos gustaría hablar en tiempo pasado, pero aún no podemos), cuando de pronto, mirando por la ventana, se nos ocurrió la idea de escribir sobre nuestros sentimientos y sensaciones, al objeto de compartir la difícil experiencia con otras personas. ¿Por qué y para qué?, Pues porque pensamos que nos daría un poco de fuerza y ánimo saber que no estábamos solos, y conocer de paso cómo gestionaban otros los mismos miedos e inquietudes; digamos que se pensó como una pequeña terapia colectiva.

A tal efecto, se formó una rueda con sesenta conocidos de diferentes lugares: España, América, Suiza, Francia...  Contactamos, y aceptaron el reto.

Desde Híjar, nuestro pueblo, participaron: Conchita Luengo, Fina Garay, Pascual Ferrer, Lola Lasala, Eduardo Gerique Rubira,  Manuel Forcada , y una servidora. 

El resultado: un bloque de relatos extenso, intenso y emocionante, que todos los de la “rueda” pudimos leer (con el permiso de los autores y autoras). Efectivamente, tal como habíamos pensado, nos ayudó, nos distrajo, y lo agradecimos mucho. El objetivo se había cumplido, y ahí quedó, sin más, como un acto de generosidad.

Pero, he aquí que, allá por mayo, se convocó en Chile un concurso, a nivel mundial, sobre relatos en tiempo de pandemia, con el título: “Desde mi ventana”. ¿Casualidad?, ¡pudo ser! Aprovechamos enseguida para enviar la noticia a todo el grupo.

No había más premio que la satisfacción de colaborar con causas justas y necesarias, pues las bases decían que, con los relatos seleccionados, se haría una publicación cuyos beneficios irían destinados a personas o grupos afectados por la pandemia. 

Parece ser que la Fundación convocante recibió montones de escritos de todo el mundo (desconozco cuántos de los nuestros llegaron a participar, pues ya no llegué a preguntarles).

Hoy, cuando agosto se estrena, me llega por wasap un mensaje con el listado que han emitido desde Chile, y que dice al pie: “Por su calidad de escritura y expresión de sentimientos, 111 autores seleccionados formarán parte de un texto maravilloso”. 

Y, ¿a que no saben quién está entre esos 111 privilegiados?, Pues un hijarano (como no podía ser de otra manera): PASCUAL FERRER MIRASOL. Y con él, todo el pueblo más allá de nuestras fronteras. ¡Una alegría y un orgullo! ¡Felicidades, Pascual! 
Como ese libro va a ser difícil de conseguir, te proponemos que, si lo consideras, nos compartas   desde esta ventana de ESHIJAR, el relato que “atrapó” al jurado. Ahí queda el reto...


NOTA: A punto de publicarse este comunicado, nos llega el texto del relato. Con la autorización de Pascual, aquí lo dejamos para que puedan disfrutarlo. Gracias, amigo.






ME  ASOMO  A  LA  VENTANA...  Autor :  Pascual  Ferrer  Mirasol.



Me asomo a la ventana, esta entreabierta, estoy fuera, en el balcón, apoyo mi espalda en la barandilla. Es un maravilloso día de abril, la primavera está en su esplendor, las flores están plenas, las personas estamos en casa por los nuestros. Nos vamos a perder una primavera para no perder a nuestros semejantes. Otras vendrán que darán más valor a esta que a ninguna otra, porque esta es y será muy especial, será la primavera en la que todas las personas del mundo hicieron algo de verdad por todos sus habitantes.

La rendija es amplia, me permite ver perfectamente lo que pasa en el interior. El abuelo está sentado en el viejo sillón de mimbre, ante la mesa camilla, el libro entre sus brazos, las gafas en la punta de su nariz, la cabeza inclinada echando una cabezada y levantando la mirada de vez en cuando, por si alguien lo observa y sigue entre la lectura y la cabezada. Los jóvenes están en el sofá cada uno con su móvil y de vez en cuando uno molesta al otro y durante unos segundos la habitación se llena de movimiento para volver a la calma del sofá y el móvil. La televisión, está en voz baja, no la mira nadie, pero es uno más de la estancia, si se apaga todos se sobresaltan y su encendido devuelve la tranquilidad, el sosiego y la rutina.

Se oye cantar a la madre, que anda por la otra punta de la casa, es una copla de antes, de muy antes. De muy antes pero tan de estos días, creo que la madre está expresando sus anhelos, sus deseos y sus penas. “Si en el firmamento poder yo tuviera, esta noche negra lo mismo que un pozo, con un cuchillito de luna lunera, cortaría los hierros de tu calabozo. Si yo fuera reina de la luz del día, del viento y del mar, cordeles de esclava yo me ceñiría por tu libertad”. Esta canción se la he oído cantar cientos de veces, miles, pero jamás me pare a escuchar su letra, y si yo la susurraba lo hice de forma que no pensé en lo que decía, pero hoy, hoy me suena diferente, esta situación me hace pensar en lo que siempre canto y soñó la madre para nosotros y para todos,
con ese carácter de extrema generosidad. Mientras la madre cantaba el
estribillo yo seguía pensando y cuando retoma la canción: “Yo no quiero flores, dinero, ni palmas, quiero que me dejen llorar tus pesares y estar a tu vera cariño del alma, bebiéndome el llanto de tus soleares. Me duelen los ojos de mirar sin verte, reniego de mí, que tienen la culpa de tu mala suerte mis rosas de abril”.

Se me anuda la garganta, me emociono, solo, en el balcón, con mi soledad,con añoranzas de lo que hace tan solo unos días era insignificante. Entonces, cuando la tristeza me oprime me viene otra vez la canción desde la cocina: “Ay, pena, penita, pena, pena, pena de mi corazón, que me corre por las venas, pena, con la fuerza de un ciclón. Es lo mismo que un nublado de tiniebla y pedernal. Es un potro desbocado que no sabe dónde va. Es un desierto de arena, pena, es mi gloria en un penal. Ay penal, ay penal, ay pena, penita, pena”.

Si miro hacia fuera, a izquierda o a derecha, veo manos, muchas manos, que aplauden, que se mueven al son de una música, son las de mis vecinos, en estos días también los he descubierto a ellos, están ahí, a mi lado, son ellos, siempre estuvieron ahí, y sin embargo que lejos resultaron estar, ¿estaban ellos? ¿estaba yo? Después de un rato pensando, relamiéndome viejas y nuevas heridas, me empiezan a llegar toques de tambores, cada vez más cercanos, cada vez más fuertes, la gente comienza a salir a los balcones y toca, lo hacen en familia,
desde los más viejos a los más niños, toda la familia junta, en la ventana, en el balcón, en el corral. Las calles siguen vacias.
Me paro a pensar, bendito sea el toque que nos une, pero es que esta vez es la familia, y una tras otra familia hacen el toque del pueblo. Cuantos años hace que yo no tocaba con mis hijos, cada cual a su cuadrilla. Pues mira, este lo vamos a hacer juntos, lo estamos haciendo juntos, y la magia del toque del tambor y el bombo se apodera de nosotros. Una y otra y otra y una, vamos tocando las diferentes marchas, viejas, modernas, mezcladas.

El tambor y el bombo, el bombo y el tambor, una vez más nos unen y nos dicen que al igual que sus toques nos hacen iguales y nos unen, seamos capaces de recordar estos días, estos momentos, estas emociones y las guardemos para que nos hagan recordar en momentos absurdos y egoístas. Que la vida es para vivirla, para gastarla, y si se gasta con las personas a las que se quiere, la inversión no tiene precio. La vida y la libertad no tienen precio, lo veo desde mi ventana.




Autor :   Pascual Ferrer Mirasol.


13 comentarios:

  1. Felcitaciones por este hermoso relato y bien merecido este reconocimiento internacional.

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  2. Me encanta , felicidadessss

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  3. Precioso, cómo resume los sentimientos de esos días que pasaron, y esto, también pasará....

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  4. Enhorabuena, muy bonito y muy bien resumido.
    Beatriz Ferrer

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  5. Enhorabuena Pascual, me quedo con un final espectacular " la vida y la libertad no tienen precio, lo veo desde mi ventana", y de todas las ventanas del nundo. Gracias por tu relato.

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  6. Enhorabuena Pascual, por este relato y por haber sido uno de los seleccionados.

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  7. Enhorabuena y muy emotiva

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  8. Felicidades Pascual, por ese relato tan bonito y tan hijarano.

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  9. No nos sorprende que hayan seleccionado este relato, porque es sencillo, bonito y muy emotivo. Enhorabuena. Y me atrevo a pedirte que nos des a conocer alguno más, para que podamos disfrutarlo. Gracias.

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