La frase alude a quienes se enamoran tardíamente o se embarcan en aventuras no usuales para su edad, siendo éstas más propias de la juventud. Actualmente se usa no solo para hablar de relaciones sentimentales, sino que también se aplica a cualquier actividad realizada de forma tardía y propia de años más jóvenes.
Esta expresión es el titulo de una comedia de 1817 escrita por el dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros, una obra en prosa que narra las vicisitudes de dos viejos enamorados. Algunos creen que el dicho surgió a raíz de su estreno en 1824.
La viruela o viruelas era una enfermedad vírica contagiosa que afectaba principalmente a niños y adolescentes y que una vez curada dejaba cicatrices para siempre. Por tanto, no era una infección propia de personas de edad avanzada.
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