Estoy tumbado en el sofa, cierro los ojos y rescato tres estampas del ayer . El primero de ellos es que voy, por el camino de la huerta, y veo los carros, aquellos de ruedas de radio, arrastrados por las caballerias, que se detienen en el abrevadero, que podemos ver en la imagen superior, cuando estaba lleno de vida y corría una agua cristalina.
No sabemos la fecha exacta de su colocación, pero fue colocado por iniciativa del ayuntamiento , a petición de los agricultores de nuestro pueblo. Fue elaborado por los canteros que habia en nuestra localidad.
En algunas actas del ayuntamiento , hasta los años 50 del siglo XX, hemos leido que nuestro ayuntamiento contribuia al mantenimiento y limpieza de este y otros abrevaderos que habia repartidos por el termino de Hijar, lo que no es nada de extrañar, porque su colocación fue impulsada por él.
Este abrevadero era muy utilizado por las caballerias, especialmente cuando regresaban de las faenas de huerta y monte, pues aún quedaba un gran trayecto para llegar a casa, y muchas veces venian cargados en los esportones, con maiz y otros productos del campo.
Con la desaparición de las caballerias en los años 70, esta constumbre de la limpieza del abrevadero cayo en desuso, pues ya no era utilizado por los animales .
La segunda estampa nos traslada, hasta cuando se vareaban los colchones de lana en los patios. Antiguamente todos los colchones eran de lana y una vez al año, se vareaban, en primer lugar se deshacia el colchón, para lavar la lana y la tela vieja.
Seguidamente se escorpinaba la lana, lo que consistia en separarla con las manos para aflojarla . Para varear la lana solo se necesitaba una vara de latonero o avellano, que silvaba al paso de la fuerza del aire.
Para el cosido de los laterales del colchón, se usaban unas agujas largas de colchonero.
La tercera estampa, con la que queremos finalizar, es el almacenamiento del trigo en los miradores de las viviendas particulares, después de los trabajos en la era .
Una vez en la era, el grano se cargaba en talegas y se transportaba en los carros hasta los domicilios, donde siempre se tenian que subir a las costillas , muchas veces con infinidad de escaleras. Alli permanecia hasta que se encontraba un buen comprero, cuando no habia silos ni cooperativas.
Que esfuerzos tenian que hacer los hombres y mujeres, en aquellas faenas tan duras en el monte.
Autor : eshijar.
¡Preciosos recuerdos, y gloria para todos aquellos que nos labraron la infancia!
ResponderEliminar