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domingo, 2 de junio de 2019

MONUMENTOS DE ROMA II . Autor : Enrique Garralaga Robres


Segunda Parte: ¿Qué monumentos de la antigua Roma se salvaron?

En la primera parte de este artículo se comentó que en Roma, a partir del siglo XVI, se fueron desmantelando piedra a piedra los magníficos edificios que aún permanecían en pie desde la antigüedad. Algunos se pudieron salvar de su destrucción.
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Foto 1: La columna de Trajano. Al fondo el Palacio del Quirinal, construido a partir del siglo XVI. Hoy es la Sede de la Presidencia de la República italiana
Las altísimas columnas conmemorativas de Trajano y Marco Aurelio, recubiertas de magníficos bajorrelieves, que antiguamente contenían las cenizas de dichos emperadores, se salvaron gracias a que en 1588 el Papa Sixto V ordenó colocar en sus cúspides las grandes estatuas de San Pedro y San Pablo, que aún hoy permanecen allí.
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Foto 2: El arco triunfal de Constantino
A los magníficos arcos triunfales de Septimio Severo, Constantino y Tito, se les habían adosado por detrás otras pequeñas y pobres construcciones (una Iglesia, un cuartel) para poder aprovecharlos como si fueran la fachada del modesto edificio que tenían detrás. Pero gracias a ello pudieron llegar hasta nuestros días. Hoy, esos añadidos han sido eliminados, para que así podamos ver cómo eran originalmente estos arcos.
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Foto 3: El Coliseo de Roma
La razón por la que el Coliseo de Roma está aún relativamente bien conservado es la siguiente: En principio, los muros, graderío, columnas y arcos de este inmenso edificio, de mármol de primerísima calidad, eran muy apetecibles, y se empezaron a desmontar piedra a piedra, para construir otras edificaciones. Incluso se llegaron a utilizar gran parte de sus piedras para calcinarlas en hornos a muy alta temperatura, para obtener cal viva.
Pero el Papa Benedicto XIV, en 1749, decretó que éste era un lugar santo, por la gran cantidad de mártires cristianos que habían muerto allí, por lo que prohibió que se continuasen sacando piedras. Gracias a ello todavía lo podemos ver hoy, relativamente completo. Nos lo recuerda una gran placa, colocada allí en agradecimiento a dicho Papa.
El otro gran edificio romano que se salvó de la destrucción es el Panteón. Fue levantado por un Emperador nacido en Hispania, Adriano, entre los años 118 y 125 d. de C., y fue dedicado a todos los dioses (eso significa la palabra Panteón). Destacan en él su fachada y su curiosa forma, que es cilíndrica con una gran cúpula semiesférica superpuesta. Es un edificio asombroso, quizá el más estudiado por los arquitectos de toda la Historia, y ha servido de inspiración a muchos otros edificios famosos, como por ejemplo, las cúpulas de la Catedral de Florencia o la de San Pedro en el Vaticano.
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Foto 4: Exterior del Panteón
Su estructura es autoportante, sin ninguna argamasa que una sus diferentes sillares de piedra, que están colocados simplemente, uno encima del otro. Pero además, en el centro de su gran cúpula (que es todavía mayor que la del Vaticano) no hay, como es lo habitual, una piedra clave que sirva para sujetar la bóveda, sino todo lo contrario: un gran orificio circular de 9 m de diámetro (llamado óculo) que da luz al interior del edificio, que no tiene ventanas al exterior.
Arquitectos tan eminentes como Brunelleschi, Bramante o Miguel Ángel no se explicaban cómo este edificio puede ser estable y no se derrumba él sólo. Sin embargo, está tan bien construido que hoy, 1.900 años después, continúa en perfecto estado, sin haber necesitado nunca ninguna reforma importante
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Foto 5: Interior del Panteón, con su famosa cúpula
Se salvó de la destrucción porque fue el primer templo pagano convertido en Iglesia cristiana, por el Papa Bonifacio IV, en el año 608. Estaba recubierto, interior y exteriormente, de una gran cantidad de bellísimos medallones, cariátides, planchas con bajorrelieves y estatuas, todo ello de bronce, que fueron respetados por todos los Papas hasta Urbano VIII (su Papado transcurrió entre los años 1623 y 1644).
Urbano VIII se hizo famoso por su descarado nepotismo: a los pocos días de haber sido elegido Papa, ya había nombrado Cardenales a tres sobrinos suyos y a su hermano. Y también fue famoso porque, a diferencia de sus predecesores, ya no respetó los magníficos adornos de bronce del Panteón. Los mandó arrancar todos, para fundirlos y construir el célebre “Baldaquino” diseñado por el artista Bernini, que está en el centro de la Iglesia de San Pedro del Vaticano, bajo la cúpula de Miguel Ángel. Con el bronce que sobró, que fue mucho, mandó fabricar cañones para el ejército papal.
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Foto 6: El Baldaquino de la Iglesia de San Pedro
Este Papa pertenecía a la poderosa familia florentina de los Barberini Por este motivo, entre los Cardenales del Vaticano circulaba una frase maliciosa, en latín, idioma que entonces aún se hablaba en la curia romana: “Quod non fecerunt Barbari fecerunt Barberini” (Lo que no hicieron los Bárbaros, lo hicieron los Barberini)
Fig. 7: La Plaza Navona. Hoy permanece igual que en este cuadro del siglo XVIII
Un caso muy llamativo es el de la famosa “Piazza Navona”, en la que se encuentra  la Iglesia de Santa Inés, construida en el mismo lugar en el que fue martirizada la santa, obra del gran arquitecto Francesco Borromini, que contiene valiosos retablos. También hay en esta plaza algunos palacios, y la célebre fuente de Bernini. Fueron edificados en el siglo XVII, en el mismo lugar en el que antiguamente estuvo situado el graderío del circo romano construido por el Emperador Domiciano en el año 85 d.C., destinado a celebrar diversos espectáculos, luchas de gladiadores y carreras de cuadrigas y de caballos.
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Foto 8: Izquierda: Reconstrucción imaginaria, por ordenador, del antiguo circo de Domiciano. Derecha: Fotografía aérea de la Piazza Navona.
Se reconoce perfectamente en la Foto 8 que la planta actual de la plaza coincide exactamente con la del circo romano que estaba localizado en este mismo sitio. Por supuesto, los sillares de piedra de los edificios que vemos hoy en día en esta plaza son los mismos que, siglos atrás, estaban colocados en las gradas sobre las que se sentaban los espectadores del circo de Domiciano.
En resumen: En la primera parte de este artículo vimos que los verdaderos culpables de la destrucción de la espléndida ciudad antigua de Roma fueron los constructores del Vaticano y otras iglesias y palacios, a partir del año 1506. En la segunda parte hemos comentado que los pocos monumentos grandiosos que se pudieron conservar, debieron su salvación a algún motivo práctico concreto. De no ser así, tampoco hubieran llegado hasta nuestros días.

Desde la perspectiva de nuestro tiempo, nos parece sorprendente la indiferencia total que sentían las autoridades y el  público en general por los recuerdos materiales de épocas pasadas, aunque se tratara de extraordinarias obras de arte. Sólo a partir de la Ilustración, bien entrado el siglo XVIII, hubo unos pocos intelectuales interesados en la Antigüedad Clásica. Afortunadamente, ya en la segunda mitad del siglo XX hubo un cambio general de actitud, y la opinión pública y los gobiernos comenzaron a sentir aprecio por el Patrimonio Histórico y por su cuidado y restauración.

Autor :  Enrique Garralaga Robres .

5 comentarios:

  1. Gran resumen, muchas gracias

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  2. Tomo nota para mi próxima visita a Roma. Gracias

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  3. Preciosas e interesantes las dos entregas de los monumentos de Roma. Es lamentable que se perdieran obras maravillosas de la antigüedad, para construir otras, que aunque bellas, no tienen la fuerza histórica y sentimental de las antiguas. En todo caso, aún así, Roma es, toda ella, un auténtico museo monumental y maravilloso.

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  4. En el día de hoy , me has echo recordar mi viaje a Roma, gracias Enrique, sigue dedicándonos estos relatos.

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