El 22 de noviembre de 1831 murió en Zaragoza María Agustín, que no hay que confundir con la famosa Agustina de Aragón. Fue una vecina del barrio zaragozano de San Pablo y una de las heroicas defensoras de la ciudad en los Sitios de Zaragoza, acontecidos durante la Guerra de la Independencia.
Debido a las penurias económicas de su familia, María tuvo que trabajar desde muy niña sirviendo en una casa del barrio. Es ahí donde conoció a su futuro marido, Pedro Roncal. En la nueva casa del matrimonio, situada en la calle Serón, les sorprendió a ambos el principio de la guerra.
Durante el asedio María ayudó en la logística, suministrando a los soldados aragoneses agua, alimentos y munición. Fue herida en el cuello cuando estaba ayudando en el frente, cerca de la Puerta del Carmen -en el actual Paseo de María Agustín- . A pesar de que la herida sangraba y le dolía, continuó con su cometido, motivo por el que fue reconocida como una de las heroínas de los Sitios.
La historiografía posterior llegó a comparar a Zaragoza con Numancia por su resistencia ante el invasor. Y en esta obstinación las mujeres jugaron un papel destacado. Con motivo de la muerte de Manuela Sancho, otra de las heroínas de los Sitios de Zaragoza; ya señalamos hace meses que es muy significativo que nos haya llegado testimonio acerca de estas mujeres de armas tomar, pues pocas veces -inmerecidamente- se nombraba en las fuentes la acción de las damas, apareciendo en estas solo las gestas que llevaban a cabo los hombres. Sin embargo, en el caso de la defensa de Zaragoza sí que se las nombra, y de manera ferviente incluso, habiendo trascendido, sobre todo en el caso de Agustina, al imaginario colectivo de Aragón y de España.
Después de terminar la guerra, nada volvemos a saber de ella hasta localizarla entre las aspirantes a un dinero que el Secretario de la Embajada Británica, Mr. Charles Vaughan, legó a la condesa de Bureta para que esta, a su vez, lo distribuyera entre los heridos, viudas y huérfanos de la guerra. En este documento, figuraba, entre una interminable lista, María Agustín, impedida de un balazo. Fue la única zaragozana inválida de guerra, pues el balazo recibido en el cuello la había dejado incapacitada del brazo izquierdo, motivo por el que ya no podía trabajar. El reparto se hizo mediante un escrupuloso sorteo en el que María Agustín no resultó afortunada.
En el año 1815, el general Palafox reconoció sus méritos y le concedió el Escudo de Distinción por el Primer Sitio de Zaragoza y una asignación vitalicia de dos reales diarios, que sustituirían a la suma que no le tocó por ventura en el sorteo.
Fue enterrada en el cementerio de su barrio natal. Murió prácticamente olvidada, como casi toda la constelación de héroes y heroínas que produjeron los Sitios. La celebración del primer centenario de los Sitios, junto con la exposición hispano-francesa de 1908, contribuyeron a recuperar su memoria. Aprovechando la ocasión, se le dedicó una calle en su ciudad, el actual Paseo María Agustín, justo en el lugar donde colaboró de manera heroica en la defensa de Zaragoza.
Autor : Santiago Navascués
¡Muy interesante! ¡Mujeres bravas!
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