Después de diez años de ausencia, en este 2018 , he presenciado el acto de Romper la Hora . Todo sigue igual, nada cambia , permanece la magia, lo único que cambia son los protagonistas.
Llegé pronto a la plaza , serian las 22,50 horas , quería coger un buen sitio y lo encontré en las escaleras bajo los arcos, enfrente del ayuntamiento. Ya había bastante gente, todos procedentes de otras partes de Aragón y otras comunidades de España. Me fijaba en ellos , escuchaba sus comentarios y algunas cosas me sorprendieron.
Unos decían que el alcalde levantaba la vara en el balcón , otros decían que si los propietarios de los balcones que daban a la plaza cobrarian por llevar invitados . Otro grupo decía que les gustaba más Romper la Hora por la noche, que era más magicó.
El primero en llegar a la plaza fue un niño de 3 ó 4 años, eran las 23,05 horas, vino acompañado de su madre y se coloco en el escalerón de la farola central, entro por la Calle Ainsa.
A los pocos minutos, por la Calle Jardiel, vino un grupo de chicas de unos 16 años, con su túnica negra, se colocaron enfrente de la peluquería.
Poco a poco , vinieron más grupos, con personas de todas las edades. Los arcos se iban llenando, no conocía a casi nadie, todos eran de fuera. Sobre las 23,40 horas, es cuando se produjo la gran riada de tambores y bombos, provenían de todas las direcciones, los más tárdios, llevaban su bombo elevado sobre las manos, para hacerse un hueco, con su grupo de familiares y amigos.
Cambian los protagonistas, pero siempre es igual, mire hacia el cielo y recórde a muchos tambores y bombos, que ya no se encuentran con nosotros, me dio la sensación que hoy estaban con nosotros, y que desde algún lugar veían a sus hijos y nietos disfrutar, como en otros tiempos él los llevaba de la mano hacia la plaza.
Cuando el alcalde levanto su vara de mando , el suelo temblaba a nuestros pies, era como un terremoto sonoro, era el epicentro de una tradición de siglos , que teníamos la suerte de volver a presenciar
Dos horas más tarde, pase por la plaza , estaba completamente vacía, ni un ruido, ni un tambor, sus arcos blancos y solitarios , añorando los instantes vividos horas antes , esperando otros tambores y otros espectadores en la próxima primavera. Todo era igual que hace diez años, y así seguíra siendo.
Autor : eshijar
Muy bonito
ResponderEliminarRealmente es un espectáculo digno de ver, yo ya hace algunos años que no bajo por estar de guardia con mis nietas, pero siempre me asomo al balcón, y cuando escucho los tambores, veo todo desde la casa de mi amiga Maribel.
ResponderEliminarBonito descripción de lo visto.
Muy bonito y emotivo,....yo cuando tengo la suerte de estar en la plaza esa noche, busco la Luna y pienso en los "tambores y bombos que ya se fueron" y que esa noche mágica nos acompañan desde el cielo. Por los que nos precedieron ...tengo la obligación de inculcar a mis hijos el amor a nuestras tradiciones. Un recuerdo muy especial a un tambor que ya se nos fue, Antonio Gómez: no te olvidamos!
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