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jueves, 11 de enero de 2018

LA VIDA DE SAN ANTONIO ABAD. Autor: M. Soler .


San Antonio Abad nació hacia el año 250 en el seno de una poderosa familia de campesinos egipcios, en un pueblo llamado Queman (la actual Quaeman-el-Arous)  cerca de la ciudad de Heracleópolis. Según cuenta la leyenda, abandono parte de sus riquezas  y se dedicó a la vida espiritual retirada. 

Durante el siglo I en Oriente Medio se desarrollan corrientes filosóficas ascéticas y místicas que contaban con gran número de seguidores como San Juan y que el mismo Jesús asumirá a través de la figura simbólica del bautismo en el Jordán. Aunque entran en conflicto con las tradiciones rabínicas del momento, adquieren gran importancia en la región, que llegará a constituirse en núcleo ideológico de lo que luego será el movimiento monacal cristiano durante en el siglo III.

Antonio nació y vivió rodeado de esas tendencias ideológicas. A los  18 años, al quedar huérfano decidió integrarse en ellas. Legó parte de su herencia a familiares para que se hicieran cargo del cuidado de su hermana y se unió a un grupo de ascetas que vivían en régimen de apostolado en las afueras de su ciudad. 

Es su fase de iniciación sufrió muchas tentaciones, que combatía a base de ayuno y oración. Sin embargo, la convivencia con otras personas le dificultaba su perfeccionamiento espiritual,  por lo que decidió  trasladarse al desierto, donde encontró una cueva en la que vivir en soledad. Pedro, un anciano ermitaño será su maestro en  esa forma de vida.

A los treinta y cinco años viajó hasta Luxor (Tebas) instalándose en las ruinas de un cementerio, tratando de demostrar a los hombres el sentido ridículo de las supersticiones sobre la muerte, ya que sobre ella habría de triunfar la resurrección.   En las montañas de Pispir, cerca del Nilo  (Egipto Medio), cerca del Mar Rojo se instaló en una fortaleza abandonada en medio del desierto pero bien provista de agua, encargando que le llevaran la comida dos veces al año y se la arrojaran por encima del muro para no romper su aislamiento. Sobrevivir a las numerosas serpientes que se alojaban entre aquellos muros contribuyó a su leyenda de dominador de los animales.

En el desierto de la Tebaida fundó los monasterios  de Pispir y Arsínoe llevando a cabo una importaArrio condenado por San Ambrosio en el Concilio de Niceante tarea de evangelización que le reportó muchos seguidores y discípulos. Cuando éstos pudieron hacerse cargo de las fundaciones, Antonio volvió a la vida contemplativa.

En aquellos días, Alejandro Arrio( 256-336)  sacerdote de Alejandría y más tarde obispo libio, siguiendo la doctrina de Pablo de Samosata y sus propias tendencias neoplatónicas  había planteado la teoría de que Jesús, aunque era hijo de Dios, al haber sido creado no existió siempre, por lo que no tenía naturaleza divina. Afirmaba que era solo un hombre santo, pero nunca comparable en su naturaleza al Padre. Esta tesis fue debatida y rechazada en el Concilio de Nicea en el año 325, declarando a Jesús "Hijo de Dios y de la misma naturaleza que el Padre". Arrio fue excomulgado.

 San Antonio Abad combatió con todas sus fuerzas a los seguidores de la herejía de Arrio (arrianos),  acogiendo a sus detractores en el monasterio de Deir-el-Arab. En el año 355 irá a Alejandría para pedir la ayuda de su discípulo Anastasio para luchar contra esta nueva corriente de los primeros tiempos de la iglesia cristiana.

Murió en el año 356, contando con más de cien años de edad. Sus restos fueron trasladados a Alejandría y después a Constantinopla para viajar finalmente a Vienne (Francia). Es típico ver la representación de San Antonio con una cruz en forma de T (Tau) una campanita , un cerdo y a veces un libro. Un libro, en manos de los que muchos autores han calificado de campesino analfabeto.

San Antonio Abad puede que sea el más desconocido de nuestros santos familiares. Aparece como figura relevante en el canon de la liturgia copta, armenia y bizantina.



Autor : M. Soler.

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