A raíz del nombramiento de Ramón Cabrera como comandante general de las tropas de Aragón y Valencia en marzo de 1835, se revitalizaron las partidas carlistas en la zona. El Tigre del Maestrazgo emprendió un proceso de organización e institucionalización de las filas carlistas y estableció en Morella y en la fortificada Cantavieja sus cuarteles generales y sus centros de operaciones. De tal forma que Cabrera
atacó tierras del Bajo Martín en junio de 1837.
Madoz nos cuenta en su Diccionario que, en plena refriega por Samper, una gran tormenta y un rayo segó la vida del secretario personal de Cabrera, Tomás Caire. Joaquín Andreu, otro de sus ayudantes, quedó malherido en el suelo, a pocos metros del paralizado y deslumbrado
Cabrera.
El cronista E. Flavio relató años después:
" ...el médico llegó a las inmediaciones de Samper, cuando ya el general había derramado copiosamente sangre por boca y narices, lo cual acaso le libró de un ataque al cerebro, y había recobrado el aliento. Dispusiéronse camillas, y montado en un pacífico mulo y sostenido por su cocinero y su asistente, se pusieron todos en marcha hacia la villa de Híjar.
Poco a poco se fue despejando a beneficio de dos sangrías. En Híjar se preparó un carro de colchones, donde le acomodaron lo mejor posible.
Andreu continuaba en una camilla y el cadáver del desventurado Caire, previo al reconocimiento facultativo, fue enterrado en el cementerio de la villa de Hijar. Era el 15 de junio de 1837. "
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