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miércoles, 22 de noviembre de 2017

EL RETROVISOR : El Tratado de Lécera, principio de dignidad para los prisioneros, y la Cincomarzada . Autor : Jaime Cinca Yago .


La Comarca de Campo de Belchite ha sido durante siglos testigo de excepción en muchas de las guerras que marcan a sangre y fuego nuestra historia y el siglo XIX es uno de sus mayores exponentes. Primero la Guerra de la Independencia y poco después las convulsiones políticas y disputas por la sucesión al trono generaron tres guerras civiles, popularmente conocidas como guerras carlistas: la primera (1833-1840); la segunda (1846-1849); y la tercera (1872-1876).

Durante las mismas estas tierras estuvieron mayoritariamente bajo dominio liberal o realista, por lo que las incursiones de partidas del bando carlista, exigiendo el pago de impuestos a los habitantes de la comarca, fueron habituales.

Es en el Campo de Belchite, especialmente en el transcurso del primer periodo bélico, donde se inician o tienen lugar algunos hechos, tan trascendentes para el desarrollo de la Historia, como el sucedido el 4 de marzo de 1838. Ese día el general carlista –natural de Híjar– Juan Cabañero y Esponera, al frente de más de tres mil hombres entró en Belchite, partiendo de allí inmediatamente para tomar Zaragoza, al parecer más con objeto de saquearla que de tomarla. Y si bien,
gracias a la resistencia ofrecida por los zaragozanos durante la madrugada del día 5 de marzo, aquel ataque no pasó de mera escaramuza, en la victoria liberal se encuentra el origen de la hoy conocida y popular fiesta de la Cincomarzada.

Un año más tarde, también en nuestra comarca se dará otro hecho, menos divulgado pero a nuestro juicio de mayor importancia: la firma del Tratado de Lécera, denominado entre los carlistas Convenio de Segura. La duplicidad nominal se debe a que fue rubricado por el general liberal Van Halen y el carlista Cabrera, desde sus respectivos Cuarteles Generales, situados en Lécera el primero y en Segura de Baños (Teruel) el segundo.

La importancia del documento estriba en sus objetivos ante la probada existencia de abusos, extrema crueldad y vejaciones a las que, por parte de ambos bandos, se veían expuestos los prisioneros antes de ser, como lo eran mayoritariamente, fusilados. Esta situación ignominiosa y de ilimitada arbitrariedad es lo que lleva a los mandatarios de un lado y otro, en plena campaña bélica, a la redacción y posterior firma del mencionado tratado, estableciendo a lo largo de sus once artículos, las normas imprescindibles de humanidad hacia los cautivos que ambas partes se hicieran.

Tal fue su transcendencia que, junto al de Eliot, bien se podría considerar al Tratado de Lécera como un antecedente de la hoy conocida como Declaración Universal de los Derechos Humanos. 


Autor : Jaime Cinca Yago .

1 comentario:

  1. La idea que guió la redacción y firma de este documento es, sin niguna duda, un precedente extraordinario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Además, se intuye que ya había entonces en España personas (pocas, desgraciadamente) que asimilaban los ideales humanitarios de la Ilustración.

    Pero si no estoy equivocado, el resultado fue prácticamente nulo. El salvajismo en el trato a los prisioneros continuó siendo habitual durante las tres guerras carlistas. Una lástima, sobre todo para los que lo padecieron.
    Y un detalle más, poco importante. Creo que el General Cabañero tenía familia en Híjar, pero había nacido en Urrea de Gaén.

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